SINGLADURA/ Mediocre, otra vez

ROBERTO CIENFUEGOS J. Si antes del Covid-19, al cierre del 2019, primer año de la gestión del presidente López Obrador, la economía de México tuvo una caída de 0.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y luego en el año que siguió, 2020, la economía enfermó peor con el devastador estallido de la pandemia, al retroceder hasta un 8.5 por ciento del PIB, un desplome histórico y no registrado en nada menos que nueve décadas, sí, así, como lo lee, ahora hay que prepararnos para repetir la historia de avances más bien mediocres e insuficientes en los años que siguen, lo que habrá frustrado la promesa de que este sexenio creceríamos, una vez eliminada la corrupción, a tasas superiores de cuatro por ciento. Ajá. Apenas, una cifra positiva, en 2021, con un repunte económico de 5.3 por ciento, pero obnubilado por la catástrofe del 2020, de la que es previsible no se saldrá en los próximos años.

Esto es sólo parte de lo que está ocurriendo en la economía del país, con sus graves y aún peligrosas repercusiones para la estabilidad social porque una economía precaria, es el caldo de cultivo para la reproducción de la pobreza, la desigualdad y aún el crimen, esto último conforme a la filosofía del gobierno de turno, que quiere desterrar el origen según sostiene de los ilícitos más graves que sacuden a la sociedad mexicana, aun y cuando persistan pasada ya la primera mitad sexenal. Pese a ello se sigue abrazando la praxis sintetizada en el eslogan de “abrazos y no balazos”. Ajá, otra vez.

El desplome del 2020 fue el más grande del país desde la Gran Depresión de 1932, cuando se contrajo 14.92 por ciento. En términos reales, de octubre a diciembre del año pasado el PIB avanzó 3.1 por ciento frente al trimestre previo.

La crisis del 95 tras el ‘error de diciembre’ era el punto de comparación de toda recesión en México, pero ese indicador quedó borrado, al ser el 2020 un año extraordinariamente malo en términos económicos y de salud, según diversos analistas.

Las promesas de que una vez controlada la pandemia, la economía del país rebotaría con brío y hasta en forma de V también ya quedaron en eso, promesas. Y si no fuera por las “benditas” remesas, que promedian unos 50 mil millones de dólares, ni imaginar el escenario dantesco en este país.

Recién la víspera,  el Banco Mundial ajustó su pronóstico de crecimiento para México. El economista en jefe para América Latina y el Caribe del BM, William Maloney, acaba de anunciar que pronostican un crecimiento de 2.1% este año, 2.1% en 2023 y 2% en 2024.

Se trata de cifras prácticamente idénticas a las registradas a lo largo de los periodos económicos neoliberales, tan denostados por el gobierno al bate. ¿Y entonces? Adiós a un nuevo ciclo económico virtuoso. El sexenio ya puede asumir que en el ámbito económico, no hay nada diferente de lo ocurrido en los gobiernos, tan repudiados y vilipendiados, que lo antecedieron. Ese es el hecho escueto, simple y llano. Nada qué festejar, pues.

Añádase el galopante brío que mantiene la inflación en México, colocada en los peores índices en dos décadas, y que están sufriendo de manera cotidiana las familias más empobrecidas del país, es decir, las que constituyen mayoría si acaso hay que ratificarlo.

Hace apenas unas horas, el BM advirtió que México, al igual que América Latina y todo el mundo, seguirá padeciendo la alta inflación, sobre todo por el alza en los precios de los energéticos y de los alimentos, con lo que esto implica para los ya de suyos empobrecidos y amplios segmentos poblacionales del país. Consideró que en México se requiere un piso más parejo para aprovechar el enorme potencial de la energía verde, algo que tampoco está en la agenda gubernamental y de la que ayer mismo se alejó más con la apretada resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, según la cual se consolidará a la Comisión Federal de Electricidad como la empresa pública del estado monopólica.

Este hecho trasunta que estamos anclados en políticas públicas del pasado, con la ilusión de que éstas deberán sacarnos del atraso e impulsarnos a un futuro. Nada de eso ocurrirá, muy desafortunadamente. Para ello, requerimos una nueva visión de Estado, moderna, incluyente, innovadora. Quizá en 2024, quizá.

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@RoCienfuegos1

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