SINGLADURA/ El Covid-19, cambio de época

ROBERTO CIENFUEGOS J. Nos guste o no, seamos conscientes o no, nos adecuemos o no, la irrupción del Covid-19, hace prácticamente dos años, marca y acentuará en los meses y años que vienen, un cambio de época. Dicho de otra forma, el fenómeno sanitario en curso indica -se quiera o no ver y aceptar- un antes y un después en la historia de todos y cada uno de nosotros.

Después del Covid-19 y las subsecuentes cepas que pudieran ocurrir, según las alertas de diversos organismos y personalidades con presencia mundial, todo va a cambiar. De hecho, y aun cuando estamos inmersos en el medio de la pandemia, ya inició el cambio, y hay que prepararnos para lo que viene porque tendremos que adaptarnos si es que sobrevivimos y estamos listos para las nuevas realidades, y las necesidades, que impondrá y ya está definiendo ese bicho diminuto e invisible llamado coronavirus. Vaya manera en que nos llegó el cambio. No me parece exagerado ni desproporcionado afirmar que ni las grandes revoluciones del siglo XIX, aún las previas e incluso las ocurridas en el siglo precedente al actual pudieron cambiar tan rápido y de manera tan contundente la vida planetaria. Asumamos entonces, con la infinita capacidad humana de adaptación, que el mundo que alumbre el Covid-19 será profunda y radicalmente distinto al que conocemos -bien, mal o regular- hasta la fecha.

Los cambios ya iniciaron, seguramente como anuncios o aún de manera muy preliminar, enunciativos si acaso. El comercio, la educación, la salud, el medio ambiente, el transporte, la ciencia, la socialización, el consumo, la política, las elecciones y la infraestructura de todo tipo, en particular en este caso toda aquella asociada a los espacios de trabajo, diversión, producción, aprendizaje y aún sanitaria, la economía toda, han comenzado a experimentar transformaciones de profundo calado. Y todo esto de manera insospechada e imprevista. De allí, su impacto casi demoledor, o transformador, si se prefiere.

En consecuencia, cuando se habla de la “nueva normalidad”, se alude generalmente a lo desconocido. Una normalidad inducida en gran parte por esos cambios que apenas estrenamos y aún estamos en proceso de comprender, más como consecuencia de los efectos inesperados del Covid-19 que de una acción concertada, racional y planeada de manera inteligente. Mucho menos de una acción violenta y/o revolucionaria. Esa “nueva normalidad” nos ha sido impuesta por la fuerza del fenómeno sanitario, el peor y más demoledor sin duda en más de un siglo, pese a los avances sociales, económicos y aún científicos acumulados durante un prolongado periodo temporal. De pronto, y es un hecho, el mundo quedó atónito y aún perplejo ante la aparición del virus, mutante según está demostrado e incomprensible en su nacimiento, desconcertante para la ciencia, aún todavía hoy.

Así que es tiempo de reflexionar y proceder o actuar con la inteligencia que se nos ha atribuido, con la racionalidad que el siglo de las luces nos adjudicó, sin que -dicho sea de paso- esté del todo confirmada porque hay hechos y datos que la estropean y aun lanzan por la borda.

Que nada será igual a partir de ahora queda claro en áreas críticas como dije de la educación. Los parámetros educativos previos al Covid-19 quedaron ya en buena parte hechos trizas, lo mismo que el consumo, ahora en buen grado de manera virtual. Los centros laborales están acelerando si no todos, muchos, procesos productivos en línea, lo mismo que están haciendo los distintos niveles de gobierno. La producción de autos está tomando una creciente distancia de los que modelos que conocemos hasta ahora para dar paso a los vehículos eléctricos, quizá con una capacidad de transporte y carga menor, pero más a tono con las urgencias ambientales en momentos en que el mundo experimenta el fenómeno de calentamiento acelerado y voraz.

Los centros de recreo y diversión o convivencia masiva están comenzando a tomar nota de su propia inviabilidad económica o financiera ante los menores flujos y la necesidad de distancia física. Aquellos centros gigantes de trabajo, que ya antes de la pandemia, comenzaron a percibir la inutilidad y los costos de operación cotidianos, también dejarán de ser lo que han sido y comenzarán -ya iniciaron- a reducir y precisar objetivos.

Ha comenzado igualmente una nueva faceta de la atención médica a distancia, casi de la misma forma que las reuniones de trabajo vía zoom o virtuales o las operaciones bancarias particulares o desde casa como aquellas que han caracterizado en sus propias dimensiones a centros financieros de impacto global, en las que se desplazan en segundos montos ingentes de recursos pecuniarios.

Así y aun cuando un día -impreciso, escurridizo- la Organización Mundial de la Salud y muchos gobiernos del mundo, levanten la voz para anunciar el control -que no el fin- de la pandemia, muchos de nosotros, seguramente, habremos de darnos cuenta de que estamos en una nueva época, una necesariamente muy distinta a la que nos fue cotidiana hasta un día, otro, al cierre del 2019.

[email protected]

@RoCienfuegos1

www.entresemana.mx

Check Also

SINGLADURA/ Sorpresas que da la vida

ROBERTO CIENFUEGOS @RoCienfuegos1 Se insiste, una, otra y una vez más, que las próximas elecciones …