SILOGISMOS/ Alcaldesa y diputada olvidan fricciones para estafar a madres en Tizayuca

ANTONIO ORTIGOZA VÁZQUEZ/ @ortigoza2010

Pachuca, Hidalgo. Pasan por encima del famoso dicho «entre bomberos no se pisan la manguera» pero cuando la situación es crítica aplican eso de «dos aleznas no se pican» y retoman acuerdos, olvidan traiciones y relanzan «estrategias» con el fin básico: seguir «en el ajo», a como dé lugar.

En función de eso, la diputada local  por Tizayuca, Vanesa Escalante, acordó «otro pacto mafioso» con la alcaldesa Susana Ángeles (ambas de Morena), y por lo pronto, comenzaron a hacer de las suyas con la estafa desarrollada en perjuicio de mujeres comerciantes y madres solteras, las que fueron citadas a un domicilio particular con la promesa se afiliarse a un «programa del bienestar» y les pidieron copia del INE, CURP, comprobante de domicilio… y lo más grave: involucraron en el enjuague el nombre del gobernador, Julio Menchaca.

Las operadoras del desaguisado les aseguraron, con la típica/clásica desvergüenza, que «ya está lista la convocatoria  para los apoyos a las madres solteras y mujeres comerciantes».

Pero las supuestas beneficiarias jamás pudieron ver a un solo funcionario de la secretaría del Bienestar ni obtuvieron documento alguno que las identificase como registradas oficialmente.

Por lo pronto, la dirigencia del PRI estatal ya exigió «una investigación oficial exhaustiva» del asunto y señaló «prácticas de coacción electoral en Tizayuca por parte de la diputada de Morena, Juana Vanesa Escalante, ya que se viola el principio fundamental de democracia y libertad de elección, y pedimos la aplicación de las medidas necesarias para un proceso electoral transparente y justo para todos».

SUSANA Y VANESA: DE LO PERDIDO, LO QUE APAREZCA

Todo lo anterior sucede en un contexto muy curioso, a saber: La alcaldesa Susana Ángeles pretendió tejer los hilos a su favor: apoyó -con fondos públicos- la candidatura a diputada local de Juana Vanesa, pero con el compromiso de que sólo ocuparía la curul un año escaso, porque debía pedir licencia para dejarle el puesto a la suplente y protegida de la edil, María Fernanda Bautista Orozco.

En paralelo, la alcaldesa Susana miraba alto: pretendía la candidatura para el Senado, pero… no se le hizo.

Y pues, Juana Vanesa, comenzó a hacer cálculos: Si Susana falló en sus planes para el circo grande, pues… lo prometido queda solo en palabras que se lleva el viento: Ni pidió licencia ni dejó la curul para María Fernanda.

El rompimiento fue notorio, pero… en ambos lados se pusieron a reflexionar: en realidad, concluyeron, ninguna de las dos había ganado. Y menos ganarían algo si se dividían y quemaban pólvora en infiernitos.

Así, decidieron… oootro pacto mafioso: están ya encima las elecciones municipales y es el momento en que, cuando se tiene el santo volteado de espaldas, solo hay una forma de «tener presencia» y es aportando fondos a los candidatos en campaña, desde la presidencia a senadores y diputados, claro, también a alcaldes. Pero sin efectivo, también se pueden aportar votos… aunque sean falsos.

Y se necesita imaginación, creatividad, para conseguir esos votos. Así surgió la genial idea de un «programa especial para el Bienestar», para madres solteras y mujeres comerciantes.

Así pues, personajes como Susana y Juana Vanesa nos llevan al recuerdo de personajes típicos del mexicano Fernández de Lizardi, de Quevedo y del gran clásico pre-renacentista Giovanni Boccacio, con los fenomenales pícaros Bruno y Buffalmaco. Cierto crítico literario analiza los personajes de «El Decamerón” como «seres comunes, defectuosos, y desprovistos de cualquier valor noble, caballeresco y cortés, propio de la sociedad feudal… destacan los ladrones, embusteros, adúlteros… y se enaltece la astucia».

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