SILOGISMOS

Brotan en Morena-Hidalgo conductas gangsteriles

*Niños secuestrados, nuera golpeada

ANTONIO ORTIGOZA VÁZQUEZ (@ortigoza2010). Era medianoche y el nutrido grupo de niños gritaba a coro: «¡Queremos salir, queremos salir!». Estaban atrapados en el edificio del gobierno estatal, junto con la burocracia.

No podían salir porque el diputado local, Timoteo López Pérez, acarreó a un grupo de pobladores del Valle del Mezquital para exigir «cumplimiento de compromisos», con el catálogo trillado de «las demandas incumplidas», las que no por generales e imprecisas resultan menos eficaces para el chantaje que no necesariamente redunda en beneficio del «pueblo agraviado».

La turba rodeó el inmueble oficial e impidió la entrada y salida de toda persona por algo más de diez horas, hasta que, finalmente, la autoridad ordenó a la policía estatal disolver el motín y permitir la salida de los niños, los maestros y los funcionarios y burócratas atrapados.

Fue del todo evidente que el diputado Timoteo intentó la típica/clásica forma de «presión política» en busca de ventajas personales, toda vez que, como es conocido, pese a ser de Morena no forma parte del equipo del gobernador electo que tomará posesión dentro de 23 días. Y si en este tránsito quedaron enmedio los niños, sus maestros y los empleados gubernamentales, pues «qué tanto qué mejor», como suelen decir los rancheros.

De esto, la presidenta de Morena-Hidalgo, Sandra Alicia Ordóñez Pérez, ni pío ha dicho, lo mismo en cuanto al abuso del diputado López Pérez como en el escándalo familiar en que se ha visto inmiscuida la senadora morenista María Merced González, que reventó en redes sociales hace ya varios días.

Todo esto y otros sucesos lamentables, no son otra cosa que salen a la superficie lo que difícilmente ha podido quedar enterrado: que Morena es un «movimiento» o «frente amplio»       —que no partido— a donde llegaron y fueron bienvenidos, grupúsculos y personajes procedentes del PRI, PRD, algunos panistas, colectivos radicales que habían tenido actividad cuando mucho marginal y algunos personajes de la empresa privada (algunos, sorprendentemente, multimillonarios).

No hay afinidades, sino intereses políticos/económicos, además ideológicos, no sólo diferentes, sino encontrados. Todo eso, por si fuera necesario, quedó de manifiesto en el violento «proceso de elección» de congresistas a nivel nacional.

En Hidalgo, hace varios días, fue sacada a balcón la senadora María Merced González, la que junto con su hijo, Ramsés Flores González, fue acusada por Daniela García de una golpiza recibida en el intento de llevarse a su hijo de seis años, procreado con Ramsés.

La nuera mostró en las redes las heridas en el rostro y añadió que también fue tundido su señor padre, de 84 años, con tres severas lesiones en el cráneo. Las evidencias fueron mostradas en fotos muy explícitas de las lesiones.

Dijo Daniela: «Fui víctima de la violencia, y ya no me da miedo alzar la voz; he sido víctima de la violencia por años» con el añadido de fotos de fractura de nariz, hematomas e impresionante rostro sangrante. Daniela señala a la senadora González y a su ex pareja Ramsés, como potenciales culpables de futuras agresiones, ya que se escudan en la «protección política» que dicen gozar.

En cuanto a las serias acusaciones en su contra, la senadora publicó un texto curiosamente ambiguo y esquivo, donde dice: «Daniela García es la madre de mi nieto y soy la principal interesada en que su familia se proteja… los hechos no fueron como se describieron, pero es algo que las autoridades habrán de corroborar (sic) en su momento… es un asunto que involucra lo más sagrado  para mí como es la familia, me interesa y me preocupa el bienestar de todas las partes, sobre todo de mi nieto de seis años… nunca he justificado ni justificaré el empleo de la violencia ni el uso de la fuerza (sic)… me apremia que mi familia encuentre la brújula de la paz, la concordia y el amor».

Como es evidente, la senadora se va a las montañas de Úbeda, pero no niega la acusación directa y pretende que las autoridades «corroboren» sus dichos, pero esa no es su función, sino investigar y fincar responsabilidades.

Dice el ex canciller y académico Jorge G. Castañeda que Morena se formó con la gruesa masa de desempleados —e inempleables— que pululaban en cafetines y cantinas a lo largo y lo ancho del país. Una vez con el registro del INE, integró las listas de candidatos con lo que había, que no era gran cosa, para candidatos propietarios… y para suplentes, pues lo que cayera. Por eso, entre otros detalles, vimos en la apertura de sesiones de la Cámara de Diputados en septiembre de 2018 a una diputada de Morena incapaz de leer la hojita que le dieron, y solo se perdió en balbuceos incoherentes por su incapacidad de dar lectura al texto que le facilitaron.

De ese nivel están las cosas. Ni el asalto al poder vía el voto ha mejorado las cosas. En el resto del país se reproducen los bochornosos espectáculos de Morena-Hidalgo.

El caso de María Mercedes es el de una suerte loca: Fue candidata suplente, pero la senadora propietaria falleció a menos de cuatro meses de arrancar la legislatura, y ahora ocupa su escaño senatorial que le permite -hasta el momento- golpear con saña a su ex nuera en su intento por arrebatarle a su hijo. Y varios días después, puede mostrar su desfachatez en un mamotreto que solo muestra prepotencia, como segura que está de su impunidad.

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