EDUARDO MERAZ. Es demasiado profundo el grado de degradación en el cual hemos caído en el actual gobierno. A cada momento se nos ofende y se ningunean las leyes con tal de complacer al imperdonable presidente sin nombre.
Día a día las ofensas a algunas personas y grupos desde el teatro en atril mañanero se prodigan, como si con eso se resolvieran los problemas del país. En vez de sumar esfuerzos y voluntades, se denigra y estigmatiza a quienes se resisten a aceptar ciegamente la verborrea presidencial.
Lo más grave, sin embargo, es el ultraje al Estado de derecho, rayando en la burla que ofende a la sociedad en su conjunto. Y más porque desde el oficialismo se promueven ordenamientos para sancionar a quienes externan su inconformidad con la actuación de servidores públicos de todos los niveles.
Tal es el caso del delito de «ultrajes a la autoridad» tipificado por el gobierno veracruzano que, por lo que se ve, tiene la piel demasiado sensible, o tal vez se trate de un «gobierno de cristal», al que chico le queda el Manual de Carreño para sancionar a todo aquel que se aparta de las buenas costumbres al hablar con la autoridad, aunque esta se comporte como troglodita.
Y ni qué decir del gobierno federal y de quien lo encabeza, pues no sólo cuida con exceso la pureza de la investidura presidencial sino que, envuelto en su manto casi divino, retuerce las leyes o las interpreta a modo para imponer su voluntad.
Ultraje al marco jurídico que va desde la militarización de actividades productivas, prohibidas por la Constitución; la designación ilegal de funcionarios en órganos autónomos, que no cumplen los requisitos, como en la CNDH, la CRE, y el Banco de México, entre los más visibles.
Ultraje al Congreso de la Unión al que le asigna el papel de simple recadero, al imponerle leyes y normas, «sin cambiarle una coma». Ultraje a la Suprema Corte con constantes ofensas, sin pruebas, de la probidad de los integrantes del Poder Judicial.
Ultraje a millones de mexicanos a los que, por sus caprichos, los incorporó a la pobreza; a los cientos de miles de muertos por sus fallidas estrategias para atender la pandemia y la violencia.
Ultraje a todos los mexicanos por el manejo feudal, caprichoso, opaco y deshonesto de los recursos públicos, los impuestos que pagamos los mexicanos.
Esperemos que el «síndrome de la autoridad ultrajada» no se propague por todo el país y se llegue a convertir en un mal endémico. La extensión de este mecanismo, tiene rostro pinochetista y confirmaría el carácter autocrático del mandatario innombrable.
Denunciar estas actitudes del cuatroteísmo, impedir la aprobación de nuevos ultrajes y combatir los infringidos con antelación es la mejor forma de defender la democracia y las libertades.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El promedio de muertes es superior a las mil por día en el gobierno qué se cree transformador, si consideramos únicamente las cifras oficiales -no siempre fidedignas-; con datos extraoficiales, el promedio diario de fallecidos es de más de mil 500 personas. Logro como nunca antes.
@Edumermo