PULSO/ Sin mejores prácticas

EDUARDO MERAZ

El cuatroteísmo ha sido el gobierno menos austero; ha resultado demasiado caro y de malísimos servicios, con más de un millón de muertos por ineptitud y el más mentiroso, al menos en lo que va del presente siglo, aunque fácilmente podría compararse a los desastres dejados por Luis Echeverría y José López Portillo.

Si usted considera exagerada la afirmación anterior, baste señalar que durante el mandato del presidente totalmente Palacio Nacional, los mexicanos habremos destinado alrededor de 2 billones de pesos por, supuestamente, “rescatar” a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.

En los hechos, ambas paraestatales se encuentran entre las empresas públicas en materia energética mayormente endeudadas del mundo y cuya eficiencia está para llorar, además de ubicarse entre las más contaminantes.

En días recientes, el mandatario palaciego refirió los 280 mil barriles diarios a refinarse en Dos Bocas -a partir del 29 de febrero-, cuando se supone debería alcanzar los 360 mil barriles cada 24 horas, desde el momento de arranque de su producción. Aún está por verse si lo logra en tiempo y forma.

También se anunció finalmente la compra de 13 plantas a la española Iberdrola por 6,200 millones de dólares; cantidad superior en 200 millones de dólares a cuando se anunció la adquisición y sin generar ningún provecho para la población.

Y este lunes, la CFE nos sale con la novedad de que la reforma eléctrica propuesta por el habitante temporal del palacete virreinal ya no operará más bajo los principios de “mejores prácticas”. Es decir, le vale buscar la eficiencia productiva, por considerarlo un criterio neoliberal.

Pero no debe sorprendernos estos principios cuatroteístas de “economía moral” pues, grosso modo, durante este gobierno hemos padecido las peores prácticas gubernativas en todos los ámbitos, lo cual se ha traducido en autoridades incapaces, ineficientes y mayormente proclives a la corrupción.

Así ha quedado demostrado el abandono de las mejores prácticas, lo cual se ha traducido, por un lado, en obras carísimas -al triple de lo originalmente presupuestado- y mal hechas, a las cuales habrá de seguirse subsidiando durante largo tiempo.

Pero eso no es todo. Los mexicanos hemos tenido que soportar y padecer la actitud de indolencia generalizada en todas las áreas de gobierno en manos del cuatroteísmo de los tres niveles.

Por apartarse de las mejores prácticas, el sector salud se encuentra a años luz de acercarse al modelo danés. La creación y extensión del Insabi es claro ejemplo de la ineptitud oficial, donde ni siquiera se ha podido lograr el abasto eficiente y oportuno de medicamentos; de las instalaciones, mejor ni hablamos.

En donde sí el cuatroteísmo ha demostrado tener amplias ventajas comparativas es en materia de corrupción. En los jugosos negocios hechos al amparo del poder, de los cuales el presidente sin nombre y sin palabra está enterado y dado el visto bueno -según sus propias palabras-, sí son absolutamente neoliberales.

Un gobierno que omite las mejores prácticas en su gestión, de facto se vuelve en cobrador de derecho de piso a la sociedad en su conjunto, pues esta debe pagar cantidades extraordinarias para cubrir sus necesidades, o conformarse con recibir servicios deplorables e insuficientes.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Parece ser de chía, pero es de horchata. Ya son dos gobernadores en los días recientes -Sinaloa y Oaxaca- manifestándose abiertamente en favor de la reelección presidencial. Son dos las causales: una, que el habitante de Palacio no se quiere ir y, la segunda, la bastonera no garantiza el triunfo.

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