PULSO/ Ni factura ni resuelve

EDUARDO MERAZ

Para desmentir las versiones en redes sociales sobre si las mujeres facturan y los hombres resuelven, en México contamos con un personaje palaciego el cual incumple con ambas posturas, pues ni resuelve ni factura, pero sí desaparece.

El habitante temporal de Palacio Nacional ha demostrado, en buena parte de su vida vivir del efectivo, no pagar impuestos y mucho menos tener cuentas bancarias.

Y sin embargo, ha logrado mantener a su familia a lo largo de cuatro décadas y hacerse de propiedades por varios millones de pesos.

Salvo cuando ha estado en nóminas oficiales, por ley, se ha visto obligado a pagar tributo. El resto del tiempo ha vivido, sin facturar, de las “aportaciones” -voluntarias o a chaleco- de sus seguidores, lo cual le permitió, según ha confesado, tener

ingresos por 50 mil pesos mensuales durante varios años.

Hoy, como titular del ejecutivo federal, sólo declara -es un decir- en función del salario público percibido, pero nunca lo ha hecho sobre los ingresos obtenidos por la venta de sus libros.

El último, publicado en 2021, le significó tres millones de pesos en regalías. Sin embargo, no ha mostrado su declaración de impuestos por dicho concepto. Es decir, mantiene inalterable su postura de no facturar.

En cambio, el resto de los mexicanos dedicados a alguna actividad productiva, están obligados a hacerlo. En caso contrario, el fisco los persigue sin ningún miramiento.

Y de todas las promesas formuladas durante su última campaña electoral y al tomar posesión como mandatario, en su gran mayoría no las ha cumplido; en otras palabras, no resuelve los problemas que se comprometió a solucionar.

La “minoría rapaz”, además de haber obtenido ganancias extraordinarias durante su mandato, forma parte de su grupo selecto de asesores, mientras las desigualdades sociales y económicas prácticamente permanecen intactas.

En lo que va de su sexenio, se habrán registrado más muertos que en los 11 años de la Revolución Mexicana y sin estar en guerra, gracias a su desapego por la seguridad y la salud de los mexicanos.

Si bien presume su política de austeridad: no puede haber gobierno rico y gente pobre, en la práctica se traduce en “obras multimillonarias y gente sin servicios”.

Su proyecto de no endeudar al país terminará, al final de su sexenio, en un aumento de más del 50 por ciento, seis veces más que el Fobaproa, con obras costosísimas e inviables, que implica destinarles recursos casi de manera permanente o dejarlas morir de inanición, lo cual saldría más barato, por cierto.

Tampoco podrá resolver el deterioro de los sistemas de salud y educación. Fue incapaz de mejorar estos servicios y, por el contrario, los dejará en una condición ruinosa.

Desaparecer organismos, programas, proyectos, víctimas y personas es, quizás, el único y verdadero logro de su gestión.

Como no ha podido resolver las necesidades sociales, quiere desvanecer sus fracasos como gobernante y en espera de que la sociedad no le facture por ello en 2024.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Las dificultades operativas que enfrentan las autoridades electorales, INE y Tribunal, tienen su raíz en la “metida de mano” del oficialismo en la vida de ambos organismos. Evitar el “manoseo” daría certeza sobre el resultado final de los comicios de junio de 2024.

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@Edumermo

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