PULSO/ ¿Legado o legajos?

EDUARDO MERAZ. La herencia que dejará el presidente sin nombre y sin estatua, será un México en el que no se podrá ondear el pañuelito blanco, en materia de corrupción; pero eso sí con cientos de miles de legajos con las historias de cada una de las víctimas que murieron por sus políticas fallidas.

Eso será parte del legado del cuatroteísmo en su primera gestión, aunque en opinión de la “chica de rojo”, Claudia Sheinbaum, vivimos en una nación muy distinta al de 2018 y “para bien del país”, que hasta ahora suma 750 mil fallecidos en tan sólo tres años.

En su propio teatro en atril, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México que “se acabó la forma de gobierno con privilegios, en donde el recurso público era para beneficio personal, o para beneficio de unos cuantos, y hoy el recurso público es para beneficio de todas y de todos”.

Sin conocer el “testamento político” del presidente sin nombre, Claudia Sheinbaum –que se comporta más como regenta de la capital del país que como gobernadora-, se remonta a la época cuando Luis Buñuel filmó “Los Olvidados”, para presumir que hoy son el eje central de la política del gobierno de México.

Sin embargo no menciona que en esta etapa de decrecimiento económico en el trienio, como nunca antes aumentó el número de mexicanos en pobreza y en pobreza extrema, mientras los ricos acumularon mayor riqueza.

Salvo el grupo de los machuchones, ese al que cuando inició su gestión calificaba de minoría rapaz y la mafia en el poder, que ha sido el de los más favorecidos, el resto de los mexicanos vimos descender nuestros niveles de vida; la clase media se achicó y hoy millones de trabajadores sufren de pobreza laboral.

Sin conocer el “testamento político” del presidente sin nombre, Claudia Sheinbaum –que se comporta más como regenta de la capital del país que como gobernadora-, se remonta a la época cuando Luis Buñuel filmó “Los Olvidados”, para presumir que hoy son el eje central de la política del gobierno de México.

Pero lo más significativo fue cuando le preguntaron a quien se considera la corcholata favorita si el ejecutivo federal innombrable dejaba un México libre de corrupción, a lo cual respondió:

“Sobre todo, se acabó la manera de gobernar a partir de la corrupción y de los privilegios. Ahora, el presidente piensa en el pueblo, sobre todo en el pueblo, en las personas que menos tienen, en los pobres, que antes no estaban en la mirada nacional”.

En términos llanos, Sheinbaum Pardo reconoció –ante las evidencias que aparecen cada día de cómo allegados, colaboradores y familiares del ejecutivo federal sin nombre son participes de este tipo de actos- que no dejará un país libre de corrupción.

El otorgamiento de la gran mayoría de las adquisiciones públicas de bienes y servicios en forma directa y sin licitación, termina resultar más caro y con gran opacidad, sin que se den cuentas claras del uso de los recursos públicos. Ejemplo de ello, son las obras del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.

En ambos proyectos, además de incumplir con las normas ambientales y las alteraciones constantes a la idea original, ya registran sobrecostos del 40 por ciento, cuando la promesa presidencial es que no se gastaría un centavo más de lo presupuestado inicialmente.

Su principal acción transformadora se ha traducido en crear una sociedad dividida y con enormes desigualdades. Ese sería su legado, que no es como para presumir, si se le compara con los legajos que dan cuenta de su fracaso.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Sin superar la derrota electoral de junio pasado, “la chica de rojo” ha decidido tomar desquite y cobra la afrenta sufrida. A las alcaldías opositoras les aumentó el precio del agua y ha decidido perseguir a algunos de ellos, por supuestos actos de corrupción. ¿Signos de desesperación?

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@Edumermo

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