PULSO/ El tal Hugo

EDUARDO MERAZ. Más de 600 mil muertos por Covid-19, uno de los índices más elevados del mundo mundial en relación con el número de habitantes y de la población contagiada en México, difícilmente pueden servir de carta de recomendación, aun cuando la endeble “fuerza moral” lo acompañe.

La exclamación: “todos somos Hugo” del presidente sin nombre y sin estatua, a manera de respaldo al vocero de la pandemia, Hugo López Gatell, confirma lo obtuso del pensamiento presidencial, que prefirió dejar de gastar los impuestos que pagamos los mexicanos para hacer efectivo nuestro derecho a la salud.

Haber pichicateado ese derecho esencial a sus gobernados, para destinar multimillonarios recursos públicos a sus “magnas obras”, aumentando la pesada deuda que ya nos agobia, retrata a plenitud el carácter humanista del cuatroteísmo y el derrotero que habrá de seguir el proyecto transformador.

Y no sólo eso, su fallida estrategia de combate al Covid-19, significó a millones de mexicanos destinar buena parte de sus ingresos para evitar ser infectados o para adquirir los medicamentos e insumos que el gobierno debería de haber entregado a los enfermos.

Limitar al máximo la aplicación de pruebas diagnósticas del virus y el desdén hacia las recomendaciones de las organizaciones internacionales de salud, fue factor importante para el exceso de mortalidad asociada a la pandemia.

Las imágenes de las largas filas para poder acceder a un centro hospitalario o para adquirir oxígeno, y el viacrucis para conseguir insumos y medicinas no pueden olvidarse fácilmente y menos cuando el mandatario innombrable presume subejercicios y ahorros en materia de salud.

Un estudio serio demostraría cómo este gasto extraordinario que debieron realizar los mexicanos fue uno de los elementos más importantes para el empobrecimiento de más del 90 por ciento de los habitantes de este país.

Ni detentes, ni estampitas, ni oraciones al Sagrado Corazón de Jesús, ni el Vaporub, ni los apapachos han impedido que más de 500 mexicanos al día, en promedio, pierdan la vida por la negligencia gubernamental, aunque tal vez puedan impedirle al habitante del “Palacio del Bienestar” dormir tranquilo.

Si bien hace unos días, el presidente sin nombre acepto ser el responsable de la mal llamada estrategia de salud para contener la pandemia –la cual supuestamente tienen controlada desde mediados de 2020-, en forma alguna resta culpabilidad al responsable de llevarla a cabo: el tal Hugo.

En vez de manifestar su solidaridad a víctimas y deudos, lamenta la denuncia penal en contra de ese funcionario, a quien pretende exculpar del fracaso. Y como todo  aquello que le disgusta, por no apegarse a su estrecha visión, dice que es politiquería.

El ejecutivo innombrable calificó de “irracional” culpar y denunciar al tal Hugo López Gatell, por todos los fallecidos de Covid-19 en nuestro país, pues “en todo caso -dijo- él y todos los funcionarios de salud deberían ir a la cárcel”.

Y aseguró: hemos hecho todo por salvar vidas, “de manera simple, aunque siempre deberíamos ser más profundos en todo”.

Precisamente por esa falta de profundidad en las acciones y en los recursos destinados a combatir la pandemia, se tiene una cifra 10 veces catastrófica de fallecimientos.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Significativo que ahora la Secretaría de la Función Pública haya dado a conocer un “nuevo código de ética” para quienes trabajan en el sector público que, entre otros propósitos, busca “recuperar la confianza ciudadana” en el gobierno.

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@Edumermo

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