PULSO/ El imperio de los otros datos

EDUARDO MERAZ. Discretas y dispersas han aparecido en los días recientes informaciones preocupantes sobre la cerrazón del oficialismo al escrutinio ciudadano sobre el destino de los impuestos que pagamos los contribuyentes. Los esquemas de consulta pública ahora tienen mayores trabas para brindar información.

Estamos frente a una forma de apropiación a la malagueña, ilegal, de que los mexicanos conozcamos de primera mano, todos aquellos datos de interés para saber si el gobierno cuatroteísta está haciendo buen uso de los recursos que le hemos dado a administrar, y si este manejo se hace sin corrupción o favoritismos.

En días pasados, la Secretaría de la Función Pública determinó, vía una disposición administrativa, limitar el método de gobierno abierto, utilizando como argumento de peso el “diálogo circular” de las mañaneras, donde cotidianamente se da información sobre las tareas del gobierno.

Con esta premisa, en lo sucesivo, en lo que resta del actual sexenio, los mexicanos  sólo nos podremos enterar de lo que nos quiera informar el presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez; es decir, viviremos bajo “el imperio de los otros datos”, siempre lejanos de la realidad del accionar gubernamental.

Una medida similar adoptó la Auditoría Superior de la Federación, por lo que sus reportes públicos sobre el ejercicio del gasto serán menos detallados que los previos. Y por “cuestiones técnicas” la plataforma CompraNet ha dejado de funcionar temporalmente.

Visto de otra manera, el administrador que designamos para manejar de manera eficiente y transparente nuestros impuestos, nos está aplicando un “golpe de estado administrativo” y ya se siente el dueño de tales recursos y con la libertad para hacer con ellos lo que se le pegue la gana.

El manejo irresponsable y caprichoso a lo largo de casi cuatro años,  ha propiciado una descarada corrupción, denunciada por diversas organizaciones civiles, que sobrepasa con mucho la registrada en gobiernos anteriores, por más pañuelitos grises -que no blancos- para rechazar lo innegable.

Los escándalos de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), con un desfalco de casi 13 mil millones de pesos, más los aproximadamente 10 mil millones de dólares que hasta el momento se han acumulado por sobregiros en el aeropuerto de Santa Lucía, la Refinería de Dos Bocas y lo que va del Tren Maya, son la punta del iceberg de lo que el gobierno cuatroteísta nos ha esquilmado.

No en balde, el Índice para Combatir la Corrupción presentado por el Consejo de las Américas ubica a México en el lugar 12 de 15 países de América Latina con mayor corrupción, sólo superado por Guatemala, Bolivia y Venezuela.

Se entiende, entonces, por qué la cerrazón informativa del gobierno del presidente sin nombre, que acude al concepto de “seguridad nacional” para blindar todas y cada una de las tropelías de su gobierno.

La afirmación presidencial sobre la inexistencia de la corrupción durante su mandato, es una más de sus mentiras, pues está visto que en su administración la corrupción no se crea ni se destruye, solo se “cuatro-transforma”.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Si las aportaciones recibidas por Pío López Obrador no son un delito, sino una falta y el manejo sesgado de la ley por parte del titular de la FGR, Alejandro Gertz no constituye un delito grave, mucho menos una declaratoria de seguridad nacional puede considerarse un desacato a lo dispuesto por un juez. La ley de chicle, el otro imperio.

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@Edumermo

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