DULCE MARÍA SAURI RIANCHO* (SemMéxico, Mérida, Yucatán). “Ayudando a las y los pobres va uno a la segura, porque ya sabe que cuando se necesite defender, en este caso, la transformación, se cuenta con el apoyo de ellas y ellos”. (1)
En medio de la catarata retórica de las “mañaneras” presidenciales, esta expresión pudo haberse perdido. No sucedió así porque a continuación, el presidente López Obrador descarnó su propósito final.
Cito: “Entonces no es un asunto personal (ayudar a las y los pobres, DMSR), es un asunto de estrategia política”. (2)
Analicemos brevemente esta aseveración, no sin antes señalar que no me escandaliza la “confesión” presidencial sobre el grupo social en el que finca el éxito electoral de su movimiento.
En las elecciones de 2021 quedó sobradamente acreditado que las y los votantes con menor escolaridad, menor nivel de ingresos, tienden a sufragar mayoritariamente por Morena. Por el contrario, las y los electores con más educación formal, mejores condiciones económicas y que viven en las zonas urbanas de México, se han inclinado predominantemente por las candidaturas de las oposiciones, como quedó demostrado en la pasada elección en la Ciudad de México.
Por qué las personas más pobres y vulnerables votan en proporción más alta por el partido en el gobierno, puede tener varias respuestas: la sensación de amenaza de perder lo que reciben -que muchas veces no necesita ser verbalizada- si ganan las y los opositores, el agradecimiento por lo que se concibe como una ayuda, no como un derecho ciudadano, entre las más frecuentes.
No en balde se ha señalado en numerosas ocasiones que la libertad -en este caso del sufragio- no puede florecer donde impera la pobreza.
El presidente López Obrador se ha encargado de “personalizar” los apoyos que otorgan los programas federales. Solo a él habrá que agradecer la pensión que reciben las y los adultos mayores, las becas escolares, los subsidios al desempleo de las y los jóvenes o las necesidades de ingreso de la población campesina en algunas regiones del país.
La frase “este programa es público, ajeno a cualquier partido político” que acompañaba la publicidad gubernamental ha sido borrada en los hechos por la actuación del gobierno lopezobradorista y sus agentes, los denominados “Servidores de la Nación”.
¿Quiénes y cuántas son las personas en situación de pobreza en el país? Desde 2004, cuando se creó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) se realizan mediciones periódicas sobre la pobreza en México.
Y desde 2010 se dispone de preceptos legales para establecer los criterios de carácter técnico y normativo para las mediciones. Es decir, no son inventos ni improvisaciones al contentillo de algún gobierno o funcionario/a, incluyendo al presidente de la república.
CONEVAL nos dice que la pobreza en México ha crecido en los últimos años; es decir, son pobres más de la mitad de los 130 millones de habitantes al iniciar 2023, porque se encuentran por debajo de los mínimos en los indicadores de seguridad social, ingreso, educación, salud, acceso a infraestructura.
Cierto es que la pandemia del Covid afectó profundamente la calidad de vida, al igual que el recrudecimiento de la inflación y el alza de precios de los alimentos, transporte y servicios en general. Pero también lo es que, antes de la pandemia, el diseño de las políticas públicas de combate a la pobreza ya había registrado un deterioro al eliminarse importantes programas de transferencias monetarias como Prospera-Oportunidades.
Al igual que el Seguro Popular, Prospera fue cancelado sin que hubiese una propuesta integral y ordenada para sustituirlo. Más de 6 millones de mujeres madres y jefas de familia dejaron de recibir y administrar el dinero de las becas, apoyos alimentarios, de combustible, entre otras transferencias que recibían del gobierno federal.
Ahora, las hijas y los hijos adolescentes con becas escolares (¡sí, los que van a votar en 2024!) deciden sobre el destino del dinero que, consideran, es de su propiedad y, por tanto, podrán gastar en lo que quieran, antes de atender sus necesidades de vestido, transporte, etc. Fluyen los recursos, pero su efectividad deja mucho que desear.
La pensión a las y los adultos mayores es el programa estrella de la administración del presidente López Obrador. Este año atenderá a más de 11 millones de personas mayores de 65 años (11, 056,534) a quienes se les depositarán $2,400.00 pesos mensuales ($4,800.00 bimestrales).
Sin duda, la profundización y ampliación del padrón de personas mayores es un importante logro y avance hacia la pensión universal. La transferencia mensual en 2023 será superior al valor de la canasta alimentaria urbana ($2,110.38) y, por tanto, podrá ser considerada como parte del acceso a la seguridad social.
No concibo que el presidente López Obrador haya diseñado una estrategia dirigida a conservar e incluso incrementar a la población en pobreza como parte fundamental de su propósito de mantener en el poder a su persona y a su movimiento político. Pero no está entre los planes presidenciales apoyar el desarrollo de las familias y de las y los jóvenes para que logren su plena autonomía sin depender del dinero del gobierno.
Ese “miedo a la libertad” de las y los pobres, de su derecho a decidir sin coacción alguna ni zozobra de perder lo poco que tienen, fue el que se escapó de los labios presidenciales hace justo una semana. A confesión de parte…
*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán
1) Andrés Manuel López Obrador, presidente de la república. Conferencia matutina, miércoles 4 de enero, 2023.
2) Ibid.