KARINA AGUILAR (24 Horas/ El diario sin límites). En medio de una ola de violencia y terror, el Ejército mexicano y la Guardia Nacional detuvieron a uno de los personajes del crimen organizado más buscado por Estados Unidos: Ovidio Guzmán.
El Ratón, hijo de El Chapo, fue detenido cuando los elementos del Ejército encontraron “varias camionetas tipo Pickup, algunas con blindaje artesanal, característico de las organizaciones criminales”, y al intentar detenerlas se generó un enfrentamiento, una vez controlado identificaron entre los agresores al hoy preso en el penal del Altiplano.
Lo que siguió fueron momentos de terror para los habitantes de Sinaloa: bloqueos de carreteras y calles, despojo de vehículos para quemarlos, saqueos a tiendas de conveniencia, enfrentamientos armados, suspensión de actividades, paro de transporte público y foráneo, además del cierre de aeropuertos.
Las autoridades narraron que la detención de uno de los hijos de El Chapo tuvo seis meses previos de trabajo de inteligencia; sin embargo, resulta difícil pensar que hubo un plan maestro en una captura que desató el terror en la entidad.
Dónde quedó la inteligencia para evitar la toma de casetas y bloqueos, dónde para resguardar instalaciones estratégicas como los Aeropuertos, dónde estuvo la inteligencia para evitar que los ciudadanos fueran despojados de sus vehículos para quemarlos.
Detuvieron a Ovidio pero siguen en las calles miles de integrantes de los grupos criminales que buscarán hacer “justicia”, que intentarán vengarse y que harán todo lo que esté a su alcance para escalar en la misma estructura de la organización.
Qué pasará con los cientos que bloquearon calles, carreteras; robaron y quemaron vehículos; dispararon en contra de militares y civiles sólo para defender a su líder.
Cuál es la estrategia para desarmar a esos criminales que no se tocan el corazón para secuestrar, robar, matar y extorsionar.
Sin duda la detención de Ovidio Guzmán es una acción importante, como en su momento lo fue la captura de su padre, Joaquín Guzmán o la de Rafael Caro Quintero, sin dejar pasar las detenciones de los Beltrán Leyva y otros importantes capos del narcotráfico; lamentablemente estas aprehensiones no han logrado detener la violencia que estos grupos ejercen.
El miedo y la vulnerabilidad de los mexicanos continúa, lo que evidencia la necesidad de una estrategia firme que ataque desde el origen hasta el punto más importante: las finanzas de estos grupos. Además de una coordinación y lealtad entre todas las corporaciones de seguridad en los tres órdenes de Gobierno.
Ya hay otro capo detenido, ojalá no sea para convertirlo en testigo y darle diversos beneficios a cambio de información contra algún otro enemigo del régimen, como Genaro García Luna.
Y en pregunta sin ofensa:
Lamentablemente se registró otro accidente en el Metro de la Ciudad de México que dejó como saldo una persona fallecida y más de 50 heridos. Lo trágico es la desatención y la falta de presupuesto para el sistema de transporte más importante del país, mientras que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sigue en campaña.
@aguilarkarina