TERESA MOLLÁ CASTELLS (SemMéxico, Ontinyent, Valencia, España). Con motivo del pasado ocho de marzo di una charla en mi ciudad sobre los aportes que el feminismo ha realizado para el avance democrático y social. Para ello preparé unas diapositivas con temas variados.
Realizar este tipo de trabajos siempre nos enriquece porque nos obliga a explorar temas que, o bien por desconocidos o por olvidados, hemos de recuperar para la explicación.
Aparte de este trabajo de búsqueda y recopilación tengo la fortuna de contar con amigas a las que acudir en caso de dudas que siempre me escuchan con atención, me corrigen e incluso me aportan sus puntos de vista, siempre enriquecedores. En este caso fue Tere Nieto la que me ayudó para que recordara algunos temas fundamentales, como por ejemplo el papel de las mujeres durante la Segunda República.
Un papel interesadamente ocultado por el régimen fascista del dictador, que no solo se encargó de devolver a las mujeres a sus casas y encerrarlas a cal y canto, sino que también hizo “bien” su trabajo de borrado de las mejoras que se consiguieron a través de la Constitución de 1931.
Al recordarlas en las diapositivas, surgió el debate posterior, puesto que la mayoría de los presentes reconocieron no saber que derechos como el aborto, el divorcio, la libre elección de profesión y la prohibición de discriminación laboral para las mujeres nacieron en aquella Constitución de 1931. Y fueron muchas más las personas que desconocían que, ya entonces, se declaró al Estado Español como laico y se prohibió que la enseñanza obligatoria para niñas y niños estuviera en manos de congregaciones religiosas.
Los actuales avances de los derechos de las mujeres no nacieron en la Constitución de 1978. No. Algunos de ellos se recuperaron de la del 31 y otros como el aborto o el divorcio todavía tuvieron que esperar algunos años para ser, de nuevo, una realidad. Seamos pues justas con el feminismo de la Segunda República y recuperemos la voz silenciada y ocultada interesadamente de tantas mujeres que lucharon por aquellos derechos que luego serían arrebatados por el régimen fascista del dictador Franco.
Es de justicia no solo recordarlas, también reivindicarlas con trabajos como las magníficas exposiciones que la asociación “Dones en acció de Xirivella” están llevando a cabo a través de la investigación. No solo es importante recuperar los nombres de mujeres de todos los ámbitos como bibliotecarias, maestras, artistas, escritoras, trabajadoras de diferentes sectores, sindicalistas, etc. que aportaron sus talentos y que muchas de ellas lo pagaron con sus vidas, con la cárcel o, en el mejor de los casos, con el exilio, también es importante recuperar sus aportaciones y sus legados. Es importante y, sobre todo justo. Se lo debemos.
Y cuando me refiero al exilio no solo me refiero a las que marcharon forzosamente a otros países del mundo donde las acogieron e incluso valoraron sus talentos. También me quiero referir a las que sufrieron el exilio interior que fue igual o incluso más duro que el exterior y que, con su trabajo silenciado y silencioso contribuyeron a mantener viva la esperanza para futuras generaciones. Gracias a su militancia silenciada, seguimos sus pasos quienes hemos heredado sus legados feministas.
Las feministas de hoy seguimos luchando por una agenda que ellas ya habían superado en algunos aspectos pero que el lastre de la reacción sigue pesando en algunos sectores que, por ejemplo, no ven en la prostitución un atentado a los derechos humanos de las mujeres prostituidas. Porque el feminismo ha de ser necesariamente abolicionista y eso ellas ya lo tenían muy claro.
Cundo echas la mirada al pasado e imaginas todo el sufrimiento que el terrible golpe de estado fascista provocó, se abren heridas que ni siquiera sabes que tienes.
Cuando piensas en el sufrimiento de aquellas mujeres que lo perdieron todo, prácticamente de la noche a la mañana, y se vieron encerradas en casa y totalmente sometidas a los mandatos de padres, hermanos y maridos, además de permanentemente vigiladas por los púlpitos y los confesionarios, tomas realmente consciencia de la necesidad del feminismo para no volver a aquellas situaciones.
Sin ellas, las que quedaron y las que tuvieron que marchar, nuestra herencia y nuestro bagaje sería muy diferente. No reconocer sus aportaciones sería enterrarlas de nuevo. Y ahora en el olvido que todavía es peor.
Las nuevas formas adanistas de hacer feminismo de la gente posmoderna olvida que todo está inventado y que solo desde el reconocimiento a nuestras ancestras que lo dieron todo, incluso sus vidas, podremos avanzar y consolidar derechos. Y esos derechos no consisten en convertir deseos en leyes. Eso, aparte de ser idiota e insensato, es insolidario e injusto para la mayoría de la población mundial que somos las mujeres.
Mirar la realidad de lo que somos con una óptica más adecuada, nos debe llevar al reconocimiento de aquellas gracias a las cuales, hoy volvemos a gozar de derechos y libertades.
Reconocerlas, nombrarlas y darles el espacio que merecen en la historia es de justicia. Y se merecen ese acto de justicia y de reparación histórica. Sin todas ellas, seguramente hoy no estaríamos donde estamos.