Malos tiempos para las mujeres

La llegada de Trump, de nuevo, a la Casa Blanca no es, ni mucho menos, una buena noticia para las mujeres. Más bien lo contrario. Y no sólo para las mujeres estadounidenses

TERE MOLLÁ CASTELLS

SemMéxico/ la Independente, Barcelona, Cataluña, España. Como ya he dicho en muchas ocasiones, el feminismo radical es internacionalista y, por tanto, lo que ocurre en cualquier lugar del mundo nos interpela a todas y en todas partes.

La regresión de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, sobre todo en lo que se refiere a la interrupción voluntaria del embarazo, es un tema por el que se ha luchado desde el feminismo radical en todo el mundo desde hace décadas. Y cuando ya parecía consolidado en los países más desarrollados, llega el fascista de Trump y vuelve a ponerlo en riesgo.

Yo me pregunto, ¿hasta cuándo los cuerpos de las mujeres formarán parte de la agenda política para ser tutelados? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar a las mujeres que otras personas, habitualmente hombres, decidan por nosotros, incluso poniendo en riesgo nuestra propia salud? ¿Hasta cuándo deberemos soportar injerencias en nuestra vida privada?

Así las cosas, y con la extrema derecha implantándose en todo el mundo, incluso en la Europa más social, las mujeres deberemos estar de nuevo preparadas para salir a las calles y defender nuestros derechos sexuales y reproductivos, que parece que nunca se acaban de consolidar.

Quiero recordar con mucho cariño que aquí, en el Estado español, hace unos años, concretamente en el 2014, un ministro de triste memoria llamado Ruiz Gallardón quiso modificar la ley vigente en ese momento sobre esta materia y las mujeres del Estado español , encabezadas por las valientes y aguerridas asturianas reunidas en torno al movimiento llamado  “El Tren de la Libertad” , logramos detener aquel retroceso. Aquella lección de unidad de las mujeres contra el patriarcado y ese ministro le costó la dimisión a Ruiz Gallardón.

Al parecer, los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres nunca acaban de consolidarse, porque cuando parece que lo están, llega el patriarcado, camuflado en cualquier cosa, como un camaleón, e impide esa consolidación. Precisamente por eso estamos aquí las feministas radicales: para impedir estos retrocesos e intentar, de forma permanente, avanzar en derechos y en la igualdad real en el acceso a los recursos de todo tipo, sean económicos o de acceso a los espacios de toma de decisiones.

Me molesta mucho la confusión, siempre interesada por el patriarcado, entre feminismo y hembrismo. Intentaré explicar las diferencias entre ambos términos en un nuevo intento de dejar claro que no son lo mismo, ni mucho menos.

El feminismo busca la igualdad real en todos los aspectos entre hombres y mujeres, la visibilización de los logros de las mujeres en todas las disciplinas, la denuncia de un sistema que nos oprime, mutila y asesina por el simple hecho de haber nacido mujeres. También busca la abolición del género como fuente de opresión de las mujeres, así como la abolición de la prostitución y de los vientres de alquiler.

El »hembrismo «, el femellismo también llamado misandría, es el odio a los hombres por el simple hecho de serlo.

Como podemos ver, las diferencias son sustanciales y se podría decir también que, mientras el feminismo es y ha sido un fenómeno social, colectivo, el hembrismo es una actitud personal de algunas mujeres y, por tanto, individual.

El mal tiempo para las mujeres, como decía al principio, no viene sólo de la mano de Trump en Estados Unidos. También los sufren en lugares tan prósperos como Andorra o Malta, donde el aborto está prohibido en todos los supuestos y situaciones.

Esperamos que esta ola de fascismo que empieza a recorrer el mundo no se ceba con los derechos básicos de las mujeres.

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