POR LA CUARTA/ Teoría del dobladillo o la economía y las faldas femeninas

ENRIQUETA BURELO (SemMéxico, Chiapas).  ¿Has escuchado hablar de la teoría del «índice del dobladillo»? Surgió en la década de 1920 y se le atribuye al economista George Taylor.

No sé si está teoría proviene de las o los progres o de las y los neoliberales diría nuestro presidente, pero como para todo hay, me encontré una teoría que señala que el largo de la falda, tiene que ver con la economía y no con la moda, pero válgame señor, diría la negrita cucurumbre, Dior, Channel y la Kmoda. En los alegres veintes, que de alegres no tuvieron nada, fue la Gran Depresión, el contrabando de licor, suicidios en Wall Street, iniciaba la falda corta, que las flappers y el charlestón hicieron famosa, nuestro economista señala que la depresión es hasta 1927, y es cuando las faldas se vuelven más largas y ello dura hasta la década de los cincuenta cuando Christian Dior glorificó la sofisticación de la falda midi por debajo de la rodilla con su propuesta New Look.

Básicamente, la idea de esta tendencia es que la longitud y el largo de las faldas que usamos las mujeres, está correlacionada con la economía. En tiempos de crisis, las faldas suelen ser muy largas; hasta el piso, mientras que esta prenda para mujer se acorta cuando la economía está en auge.

Otra de las razones que expuso en su teoría, estaba relacionada con la capacidad de compra de las medias. Tal es así que cuando el presupuesto no era suficiente, las mujeres ocultaban tras las maxifaldas que su poder adquisitivo no les permitía pagar las medias, y en caso de que la economía mejoraba, levantaban sus ruedos. Si bien esos tiempos en los que las faldas o los vestidos iban estrictamente acompañados por medias quedaron en el pasado, la teoría de George Taylor ha sufrido algunos reveses y lo desmitificamos a continuación. En relación con las medias, don George Taylor estaba equivocado, durante la segunda guerra mundial, época en que las medias eran de seda, yo creo que de ahí nace el nombre de ese coctel ,color de rosa, que en mi época de soltera era muy socorrido para las despedidas de soltera junto con Picardía Mexicana de don Armando Ramírez, más conocido como el Gallito Ingles, las medias tenían una costura en medio por lo que costaba ponértelas y que la costura no quedara como el cerro de la Sepultura, se los digo con conocimiento de causa porque se volvieron a poner de moda en los años 70s y era una odisea ponértelas, no había producción de medias, la seda era usada para paracaídas y otros aditamentos, las mujeres se pintaban con lápiz, las raya para que pareciera que llevaban medias, la industria de la moda estuvo casi extinguida, menos el famoso crayón rojo de labios, ese que hizo famoso Channel, ya que Churchill ordenó que se siguiera produciendo ya que levantaba la moral, yo diría más bien el ánimo, de las mujeres.

Un estudio realizado en 2010 en la Universidad Erasmus de Rotterdam, titulado, “Hemline and the Economy: Is There Any Match?” Utilizó datos mensuales sobre el largo de la falda entre los años 1921 a 2009 y se concluyó que existe, en efecto, una fuerte correlación entre la longitud del dobladillo y la economía de los Estados Unidos. Sin embargo, se observó un desfase de aproximadamente tres años para que la moda respondiera a los efectos económicos.

Lo que si no podemos negar es que la moda siempre ha estado vinculada a las transformaciones sociales, los acontecimientos políticos y por supuesto, el apogeo, caída o paralización de la encomia que se refleja a través de indicadores económicos como el PIB, la tasa de desempleo o la balanza de pagos.

Las transformaciones sociales que se dieron en la política, la moda y la música en los años sesenta y la década siguiente, rompieron con el paradigma de nuestro economista, en una misma reunión te podías encontrar a maxis, midis y minis, lo que atendía más a la creatividad de las y los diseñadores que a la economía, y también tenemos el pantalón que se vuelve de uso común tanto para los paseos de campo o picnic en inglés, montar a caballo o la fiesta más elegante.

Y surgen otros predictores vinculados a la moda, que le hacen la competencia a la teoría del dobladillo, incluyen el «haircut indicator», tendencia que se volvió muy popular en Japón. Este índice indica que las japonesas tienden a llevar el pelo largo cuando la economía de la nación va bien y corto cuando hay una recesión.

Una explicación razonable es que las mujeres adoptan peinados más cortos en tiempos más difíciles cuando tienen menos dinero para gastar menos en productos para el cuidado del cabello.

Y hoy con los pantalones rotos, deshilachados, que usan las jóvenes y no tan jóvenes, que diría nuestro economista y en familias numerosas es común el préstamo de ropa, entre hermanas, así como de accesorios, ello es más común en la clase media, pero en esta época se rompen esquemas, y dado un elemento extra, el medio ambiente, el intercambio de ropa, o compra de ropa de reúso, se ha vuelto la moda y el gran negocio.

Y finalmente. George Taylor, habla en términos generales de lo que se puede presentar al vincular un elemento de la moda, el dobladillo de las faldas con la economía, no toma en cuenta, clase social, religión, áreas geográficas, familias, una serie de elementos importantes al elaborar una teoría más sólida, claro por algo es una teoría que si bien cuenta con elementos que le permiten ser utilizada para explicar fenómenos, no es un paradigma, para ejemplo, las medias y la segunda guerra mundial.

De la moda lo que acomoda.

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