PALABRAS MÁS/ El veneno del presidente 

El periodismo es una pasión insaciable

que sólo puede digerirse y humanizarse

por su confrontación descarnada con la realidad…

Gabriel García Márquez

ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ. La violencia contra periodistas se ha incrementado en este sexenio, no hay como desmentir esos datos y ninguno, ninguno de los caídos ha recibido justicia, las indagaciones se empantanan y se busca por todos los medios dar carpetazo a las investigaciones, mientras que la narrativa de que “se llegará hasta las últimas consecuencias”, “lamentamos mucho y condenamos”, “iremos al fondo caiga quien caiga”, pero no, son mentiras de la demagogia que lanzan los políticos de todos los partidos, de los tres niveles de gobierno y claro desde la cúpula de Palacio Nacional.

Perdóneme estimado lector, no importa la identidad o simpatía que usted tenga, incluso los mismísimos “chairos” deberían estar de acuerdo en que los periodistas no debemos ser importantes para un gobierno que trabaja, no debemos representar mucho para un presidente que entrega resultados, pero a falta de una oposición partidista que sigue derrotada el tabasqueño ha encontrado en la prensa con quien descargar la frustración de sus errores y al mismo tiempo la justificación del fracaso, eso sí, sin ningún argumento, no hay desmentidos solo pataletas, mientras la evidencia y el rigor se impone.

Ni en sus peores pesadillas por febrícula López Obrador imagino que a estas alturas de su administración el caos sería la constante, seguramente imaginaba a un pueblo rendido a sus pies, el abatimiento de la pobreza, el crecimiento por lo menos al 5%, creación de empleos y la inauguración de sus magnas obras que lo inscribirían por fin en los libros de la historia con letras de oro, pero eso ya no va a suceder, los escándalos consumen a la 4T, la corrupción y el nepotismo son cosa de todos los días, los muertos se cuentan por miles y la violencia es mayor a la vivida con Peña Nieto y Felipe Calderón.

Como estará de enojado el presidente que lleva una semana con un discurso de violencia contra los periodistas, le enojó mucho la investigación de la fábrica de chocolates de sus hijos y el posible abuso del programa Sembrando Vida, luego el trabajo sobre la vida de lujos que lleva José Ramón López Beltrán en EU y el probable conflicto de interés. Así López se lanzó contra Carlos Loret, Brozo y Carmen Aristegui, los dos últimos fueron hasta simpatizantes del Pejelagarto, le abrían los micrófonos cuando según él y Cesar Yáñez nadie lo hacía, aunque despreciaba a quienes teníamos espacios no tan famosos, era su forma de victimizarse con su electorado.

Claro que los nombrados ya le contestaron a López y se inscriben en una larga lista de los que han sido estigmatizados por el PRESIDENTE desde la más alta tribuna, pero no son los únicos porque cuando López Obrador generaliza nos pega a todos y como dice no somos iguales, claro que, a diferencia de los políticos, en el mundo del periodismo ahí están los trabajos, las historias y las huellas de cada quien, aunque no le guste.

Luego de la derrota del 2006 donde se dijo víctima de fraude y se inventó la presidencia legitima, varios de los intelectuales que le habían brindado su apoyo se lo retiraron, se alejaron y lo dejaron solo por considerar que no tenía sentido, ahora como presidente, eso le está pasando de nuevo, se está quedando solo con un puñado de zalameros y los inútiles “reporteros” creados por Jesús Ramírez Cuevas.

Mientras se escribían estas líneas fue asesinado en Tijuana el periodista Marco Ernesto Islas, el quinto en lo que va del año. Con la falta de resultados el tabasqueño se va a radicalizar más, desafortunadamente vendrá más violencia contra los comunicadores y López Obrador tiene la tentación de la represión por la fuerza. Ni los morenos, ni el Pejelagarto nos regalaron la libertad de expresión, ni la libertad de ejercer el periodismo, mucho menos nos van a silenciar ni decir que medios o periodistas tienen la verdad, aunque destile veneno el inquilino del Palacio habrá periodismo… pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

¿Alguien puede culpar a Panamá por no aceptar lo que estorba en México?

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Hasta la próxima.

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