SARA LOVERA
SemMéxico, Ciudad de México. Como nunca antes, el proceso democrático electoral más grande de la historia de México está en manos de las mujeres; por sus posiciones y responsabilidades, ellas conducen desde la opción presidencial 2024, hasta la calificación electoral.
Ya nada sorprende. Las mujeres han tomado el timón, aun cuando duela o no se comprenda porque todavía hay quienes las ubican sólo dentro de la naturaleza. No son hormonas, sino cabezas inteligentes y capaces. Veía lo que se escribía el sábado, “a ver cómo se comportan las dos punteras en el debate, con emoción o con razón”.
Lo cierto es que la organización de las elecciones, el conteo de votos, las garantías para que cada mexicano o mexicana puedan emitir su voto sin restricción, libremente; la atención a las quejas, la calificación final y una transición pacífica, todo esto está en manos femeninas.
Están al mando: la opositora Xóchitl Gálvez Ruíz y la oficialista Claudia Sheinbaum Pardo, donde una, sin duda será la próxima presidenta de México; los cinco cargos de los cuales depende la transición, están ocupados por mujeres: Guadalupe Taddei Zavala, presidenta del INE; Mónica Aralí Soto Fregoso, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; Norma Lucía Piña Hernández, presidenta de la Suprema Corte de Justicia; Marcela Guerra Castillo, presidenta de la Cámara de Diputados y Ana Lilia Rivera Rivera , presidenta del Senado mexicano.
Llegaron ahí, no por una decisión política, sino por la tenacidad del movimiento feminista, que lentamente, por más de 100 años, abrió espacios, negociaron, tuvo iniciativas, se hicieron ver.
La paradoja
Vivimos la “masculinización” de la política, por lo populista y autoritario de la cúpula. En el segundo debate sólo escuché a las dos candidatas a la presidencia usar en la confrontación el lenguaje impuesto y patriarcal. Preocupan las palabras: “mentirosa” “corrupta”, “ladrona”, “corrupta”, “candidata de…”, echando a la basura la cultura feminista, de más de 40 años de construcción. Duele.
Para la doctora Adriana Ortiz Ortega, profesora investigadora del ITAM, está en juego el sentido de la paridad y también es un momento histórico por la falta del añorado encuentro y ejercicio del affidamento ese concepto del feminismo italiano, definido como una práctica de lealtad, confianza y cuidado mutuo entre mujeres.
Escuchamos en cambio, reclamos: “yo soy independiente nadie me manda”, dijo Xóchitl a Claudia; la 4ª. transformación es del presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo Claudia a Xóchitl.
No olvidemos a las mujeres de poder que abrieron camino. Qué hubiera sucedido en ese debate si en el escenario estuvieran Dulce Ma. Sauri, Amalia García, Patricia Mercado y Beatriz Paredes Rangel. Me lo puedo imaginar gozosa. Hubiera sido otra cosa. La seriedad, los argumentos y el affidamento, estarían ahí y no eso que escuchamos azoradas.
En la práctica política, el populismo y el autoritarismo, tiene consecuencias
Sabemos hasta ahora que 8 gobernadoras arrinconaron la política de género; la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, no pudo, no tuvo la independencia para afrontar la violencia contra las mujeres; en las cámaras están atoradas iniciativas, fundamentales para el Sistema Nacional de Cuidados y la igualdad salarial basada en trabajo de igual valor.
Pulula el miedo masculino al poder de la madre y la manipulación política de todas las madres que buscan a las y los desaparecidos, llamadas “conservadoras”, aplastadas por la narrativa sinuosa, autoritaria que empaña este momento histórico, _” tiempo de mujeres” que puede perderse en los caminos de la política masculina, restando el gozo del festejo de los frutos de la lucha por la igualdad. Veremos.
*Periodista. Directora del portal informativo: http://www//semmexico.mx