Ni Claudia deberá ser Presidente ni debe morenizarse el Poder Judicial

JOSÉ MARÍA MÉXICO

La vida da vuelcos sorpresivos, para no buscarle muy lejos, observe en los últimos días, cómo repentinamente, le cambió la vida al Mayo Zambada, a Nicolás Maduro, a Cristina Kirchner, a Biden; todos los que habían subido tuvieron que bajar; dicho mexicanamente, del plato a la boca, se les cayó la sopa.

Este agosto, el Poder Judicial Federal, por conducto de su Tribunal Electoral, en ejercicio de su deber, deberá establecer.

1.-          LA NULIDAD DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL por la injerencia del Presidente López Obrador, los Ciervos de la Nación, la anticipación de la precampaña, la campaña y el exceso de gastos en ambas de todos los partidos aliados, y….

2.-          La asignación de diputados de representación proporcional que, como su nombre lo especifica guardan un vínculo de simetría con el volumen de votación válida obtenida.

Es decir, 54% en total para los partidos de la alianza morenista y 45% en total para los demás.

Estableciendo que 8% de tope a la sobre representación descrito en el artículo 54 de la constitución no es una dádiva imperativa que al aplicarse rompe la proporción realista de la votación obtenida, sino un tope máximo ante la dificultad para la asignación precisa de cada partido.

Decidir en ese sentido es su deber por ser depositario a la alta responsabilidad de tutelar el orden constitucional establecido, exactamente, para eso están.

Ningún fanático por presidente que sea debe poder violar la constitución como erráticamente lo han permitido todas las fuerzas políticas, incluyendo Morena que lo encubre y debía contenerlo.

Aunque le pese a Morena y sus aliados, “la Constitución, es la Constitución”, protestaron respetarla y es deber del Poder Judicial Federal hacerla respetar.

La Sala Superior del Tribunal Electoral emitirá sentencias terminales sobre los dos temas torales supra señalados, establecerán la última palabra sobre las impugnaciones y serán la verdad judicial como síntesis del análisis de todo el proceso electoral y con esos fallos, México se reencausará en el orden político que garantiza el orden constitucional.

En ejecución de esos fallos, la renovación del poder ejecutivo se realizará, primero en una designación interina que seguramente recaerá en un sujeto de extracción morenista que ejercerá a partir del 1 de octubre y luego en una elección extraordinaria que probablemente también racaiga en un “Juanito”.

Y virtud a que la votación válida emitida el 2 de junio, no le otorga mayorías calificadas a nadie se establecerán los equilibrios parlamentarios en las proporciones que dijo la ciudadanía sin excesos propios de la sobre representación ni minusvalías.

Con esos fallos quedará exhibida la perversión de los partidos aliados que simulan autonomía en la formalidad actuando como partidos diferentes, pero materialmente son del mismo dueño y violan los principios de representación simulando ser tres partidos diferentes pero en realidad funcionando cínicamente como uno sólo.

El Poder Judicial no puede cerrar los ojos en perjuicio de la sociedad a la trampa cínica de los partidos, que, para burlar los topes de sus presencias en las cámaras, se ostentan como autónomos, pero funcionan como uno solo, ahora, bajo el liderazgo del hegemónico Morena, como antaño acontecía del PRI ahora inoculado en Morena.

La Sala Superior no debe invisibilizar las violaciones a la Constitución de Morena, las del Presidente López Obrador y las de Claudia como beneficiaria consintiendo la intervención gubernamental ilícita en las elecciones cometida por el propio presidente, el activismo ilícito en apoyo a Morena de más de 30,000 ciervos de la nación pagados por la federación durante 5 años de proselitismo, con el adelanto de la difusión de la propaganda en pre y campañas y con el uso excesivo de dinero de procedencia oscura.

Si las invisibiliza, tolera, minimiza las encubre y nos obligará a entender que es legítimo el enojo de la sociedad contra sus juzgadores por decidir como veletas, pa´donde les sople el viento de su conveniencia por la oferta de futuros prominentes o por los beneficios a sus carteras.

López Obrador, no es dueño del destino de todos los mexicanos, ni fue elegido para destruir el sistema que nos ha costado lustros desarrollar ni representa a todos, sólo al 33 millones de electores de 100 y sólo a esos 33 de 129 millones de mexicanos.

A diferencia, la Sala Superior, tutela el interés de esos 129 millones de mexicanos.

La última palabra de estas crisis de credibilidad política, las tiene el Poder Judicial Federal actuando en jurisdicción de la Sala Superior del Tribunal Electoral que está exactamente para impartir la justicia en sede de constitucionalidad como garante de la prevalencia de ésta y del estado de Derecho, por eso es un Poder Federal en funciones y ese es su deber.

No cumplir con su alta responsabilidad, actualizará una traición a México y a su alto deber de jueces y dejarán sin autoridad moral a miles que ejercen ese apostolado bajo una toga que ahora como nunca y debe decirse con vergonzantes excepciones, en su gran mayoría se honra con ética en cada sede de todos los tribunales del país.

No podemos aspirar a un México mejor si no hacemos lo correcto.

¡Hagamos lo correcto!, no bastará que los jueces se sometan al juicio de la historia, deben hacerlo al de su conciencia y al de sus pares de gremio y oficio por el bien de la república y dicho sea de paso, para que no les pase, en sentido figurado, lo que al juez Sisamnes 525 años antes de Cristo, que hoy equivaldría al desprecio y escarnio vergonzante, como en el que vive el corrupto y despreciable Zaldívar.

Agosto de 2024

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