LIBROS DE AYER Y HOY/ Monterroso y Las ilusiones perdidas

TERESA GIL

Si Augusto Monterroso viviera, la excelencia de sus fábulas se hubiera hecho presente en esta contienda electoral tan llena de vicisitudes. Sobre todo, hubiera reclamado muchas de las historias que quedaban expuestas sobre todo en la voz de la excandidata opositora. No hay el silencio todavía, para dejar atrás tan desagradables episodios, ni debemos echarlos al olvido, aunque los triunfos ya se definieron.  Es importante poner un punto final definitivo, como en esas fábulas cortas del guatemalteco, que incluían todo en la definición de un relato y a partir de ahí se podía comenzar de nuevo. Pero hay veces que es imposible y la cancelación es larga. Hay que recordar de que manera don Augusto fincó la existencia perenne de los dinosaurios, más si se insertan en la política y transitan para sacar raja: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, señala.

AGRESIONES IMPACTARON DIFERENTE. SE VOTÓ EN CONTRA DEL AGRESOR

Los meses de un fabular obsceno, no fueron inofensivos. Calumnia que algo queda, dice el dicho y lo que se expresaba a diario fue generando en la gente, en este caso positivo por fortuna, una decisión que se expresó en el voto. No eran simples palabras las que agredían, sino términos y acusaciones que desgarraban la confianza, la buena fe y la esperanza de un nuevo país. Un niño que sufre todas esas agresiones reacciona al crecer huyendo de su casa o lo que es peor, golpeando a los que lo degradaron e insultaron. Por fortuna el pueblo mexicano no es infantil, es un pueblo maduro que enfrentó esos dichos y los canalizó en algo positivo. Echar mano de Monterroso en su fábula Sinfonía concluida sería interesante por la reacción final pero no es lo  adecuado para este contexto. Se trata en su brevedad, de un anciano músico que encuentra unos papeles perdidos sobre una sinfonía de Schubert y maravillado decide darlos a conocer en altos niveles musicales que podrían cambiar la obra del gran músico. Pero cuando les mostró su descubrimiento la respuesta fue que dejara las cosas como estaban porque Schubert terminaría perdiendo. Desencantado, tomó los papeles, los rompió y los tiró al mar. Moraleja, siempre hay que conservar las pruebas,

PRESUMIR DE ALGO PARA LO QUE NO SE TIENEN FACULTADES, ES UN ENGAÑO

Por lo que trasciende, las cosas van a seguir, ya sin la envoltura de un proceso electoral. Pero en lo público, en el Senado, en la preparación de un partido que se planea crear y las diatribas seguirán si no se les pone fin. La libertad de expresión de la que se abusó ya no está vigente y las ofensas pueden tipificar daño moral. Como una más de las muchas fábulas que Monterroso dejó como Esopo moderno, encontramos la de La mosca que soñaba que era un águila. Esta fábula viene junto con la anterior y alrededor de 50 más, en el libro Las Ilusiones perdidas (Biblioteca joven del Fondo de Cultura Económica 1985) “Había una vez, (dice), una mosca que todas las  noches soñaba que era un águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los  Andes”. Pero la mosca se empezó a dar cuenta que era muy difícil y pesado ser águila por el tamaño del pajarraco. “En realidad no quería andar en las grandes alturas ni en los espacios libres, ni mucho menos”.  Y cuando volvía de sus sueños, se “lamentaba con toda el alma no ser águila para remontar montañas…”

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