*La realidad es impuesta por la palabra, la define lo que realmente ocurre en buena parte del territorio nacional. Por algo se les identifica como fosas clandestinas. ¿Dónde están, cuántas son, sabemos el número de cadáveres que albergan, hace cuánto que están ahí: años, meses, semanas, días?
GREGORIO ORTEGA MOLINA. La desilusión se profundiza al constatarse que los prebostes de la actual administración gubernamental, distan mucho de ser impecables en lo moral, en lo honrado, en lo honesto, como orgullosamente lo predican mientras las palabras pierden todo sentido en cuanto sus bocas las sueltan.
Por lo pronto, ni siquiera pueden establecer un registro del número de fosas clandestinas existentes, ya no digamos contar con un registro confiable de desaparecidos y mucho menos la identidad puntual y garantizada de los despojos encontrados. Quedan sepultados en cuanto sus cuerpos dejan de ser útiles, sea cual sea el destino que les dan: tráfico de órganos, trata, sicario… o después de ser usados como mera diversión, pues el enemigo del Estado y de los mexicanos que así actúa, ciertamente no está en sus cabales.
Para aclarar la posición, basta con recordar que nada sabemos de lo que padeció Debanhi entre el momento de su desaparición y su muerte, como nada puede sostenerse sobre lo ocurrido a tanto niño que dejó un hueco en el corazón de sus padres, ni a tantas mujeres y hombres que de pronto y sin explicación alguna dejaron de estar en sus hogares, por miserables o cómodos que fueran.
Desaparecer así, sin más, equivale a dejar una almohada fría, un vacío en un pupitre escolar, un puesto de trabajo desocupado, pero sobre todo corazones que debieran estar vivos, aunque dejaron de latir al momento en que alguno o algunos de sus seres queridos ya no regresaron, ni se sabrá qué ocurrió con ellos. ¿Respiran en otros ámbitos y calientan diferentes camas, o sólo se convirtieron en despojos ocultados en fosas clandestinas y, además, no identificables?
Supongo que Alejandro Encinas, como el presidente López Obrador, no tiene ni la más remota idea de lo que en el área de su responsabilidad ocurre en ese amplio territorio de la república donde la delincuencia organizada controla el poder, la administración pública, impone criterios y cobra derecho de piso a las autoridades.
La realidad es impuesta por la palabra, la define lo que realmente ocurre en buena parte del territorio nacional. Por algo se les identifica como fosas clandestinas. ¿Dónde están, cuántas son, sabemos el número de cadáveres que albergan, hace cuánto que están ahí: años, meses, semanas, días?
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