La candidatura del 2024 será para la persona más popular

Hoy las candidaturas no las gana la persona más preparada o con el mejor programa de gobierno; gana el más popular o el encumbrado por su líder político

JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. Hoy en México la sucesión presidencial adelantada, la reelección de diputadas y diputados, alcaldes y alcaldesas, regidoras y regidores, así como las nuevas modalidades de democracia participativa directa como la consulta de revocación de mandato refuerzan la necesidad de estar en campaña permanente.

Ante estos escenarios, las personalidades de la política mexicana que ejercen un cargo público de representación popular o por designación partidista, se ven obligados no solo a comunicar para generar consensos, rendir cuentas, transparentar su gestión, sino que también para ganar conocimiento, aceptación e intención de voto.

Saben que cada día de su gestión es una oportunidad para trabajar y reforzar sus estructuras de tierra, redes sociales y medios de comunicación, pero también un día menos para tratar de conectar, comunicar y convencer a sus posibles electores que estarían en capacidad de ofrecerles un refrendo electoral o de continuidad en sus gobiernos.

Este modelo ha generado una competencia de popularidad, de simpatías y de una constante promoción de sus indicadores de aprobación de gobiernos y de gestión legislativa.

Tanto los gobiernos estatales como los municipales han apresurado el paso para la contratación de empresas encuestadoras para contrastar sus resultados con los contrincantes internos y externos, pero sobre todo con sus pares emanados de otros partidos.

La inercia de generar alianzas electorales opositoras al gobierno ha provocado de igual manera que la competencia por ser más popular sea aún más intensa entre partidos. Se sabe que los espacios son limitados al postular candidatura única entre tres o más institutos políticos.

No solo se compite con los de casa, sino con los de los partidos aliados. Hay consciencia de que además las reglas de paridad e igualdad de género puede dejar fuera de la competencia a las y los más rentables sin importar su posicionamiento público o rentabilidad mediática.

En años anteriores, la no reelección en los cargos trianuales de diputados federales, locales, regidores y presidencias municipales daba a las y los políticos la oportunidad de rotación. Podían ser laxos para comunicar por objetivos, ya que sabían que sus vínculos de amistad con sus dirigentes redituarían en alguna candidatura de elección popular. Hoy las cosas ya no son así.

Es ahora donde se hace valer más el concepto utilizado Darren G. Lilleker (2006) de campaña permanente en la que refería la utilización de bienes públicos tangibles e intangibles para conservar o acrecentar la aceptación popular.

Cada vez más incrementan las disputas judiciales en los tribunales por actos anticipados de campaña, uso de recursos públicos para la promoción de la imagen y violaciones en la compra disfrazada de publicidad y propaganda en medios de comunicación convencional.

La compra de espacios noticiosos por parte de gobiernos federal, local y municipales sigue siendo parte del modelo de comunicación política. Los partidos políticos cuentan con sitios informativos con camuflaje de entrevistas para sus integrantes o candidatas y candidatos.

En este sentido, México vive una campaña permanente en todo el país, pero sin olvidar la parte reactiva. La polarización ha permitido el paso a las campañas de contraste en la arena mediática pero también al intercambio de 24 horas de mensajes en redes sociales con el único fin de sumar o restar adeptos.

Algunas o algunos enfrentan estas dos tareas de capitalizar y maximizar el error del rival y promocional su imagen con equipos de profesionistas de comunicación de gobierno o marketing electoral, pero los menos agudos lo hacen con personal de staff acompañados por la improvisación y la ocurrencia.

Sin embargo, ese es uno de los desafíos menores, el reto mayor al que enfrentan las y los aspiracionistas en campaña permanente es la decisión final y autoritaria de los presidentes de los partidos políticos que olvidan que un candidato bien posicionado públicamente en el electorado es más rentable que el amigo o el recomendado.

En los últimos años en todos los partidos ha existido controversia y queja por los mecanismos de selección de candidatas y candidatos. Sin embargo, en los últimos tres años este indicador va en aumento.

Las y los militantes del oficialismo se han quejado de opacidad y discrecionalidad del método de selección por medio de encuestas, las cuales no son públicas, ni se conoce la metodología o el alcance de las mismas. No se sabe si solo se mide nivel de conocimiento o si hay más elementos de juicio para tomar la decisión.

Una de las quejas más visibles es de uno de los aspirantes a la Presidencia de la República, quien basa con éxito gran parte de su precampaña en la presencia diaria en los medios de comunicación con temas legislativos. El congresista busca privilegiar una elección primaria para determinar el candidato y no por medios de las encuestas.

Al interior del oficialismo pareciera que hoy no hay piso parejo. Todas y todos los competidores han maximizado su comunicación en función de sus cargos públicos para ganar intención de voto, sin embargo, todo parece que eso no será suficiente para quien tome la decisión final.

En los partidos de oposición las cosas no son diferentes. Las y los aspirantes se han inconformado por la discrecionalidad con la que se eligen candidatas y candidatos para las 6 gubernaturas próximas.

Las militancias se quejan de sus líderes por el desaseo de sus reelecciones como presidentes de partido y por sus manifestaciones públicas adelantadas por querer ser candidatos al máximo cargo del país.

La sucesión presidencial está a tres lejanos años, la mitad de las gubernaturas recién fueron renovadas, las y los diputados comenzarán su segundo semestre de tres años. Sin embargo, la construcción del legado y la continuidad de un gobierno no espera.

Posicionar la narrativa, el mensaje e imagen frente a las cámaras y micrófonos todos los días es también parte de una exitosa campaña permanente.

“No solo hay que conquistar el poder hay que mantenerlo”, sentencia un aforismo. Hoy las campañas permanentes han llegado a México por un largo tiempo.

@javoesquivel

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