JUEGO DE PALABRAS/ Seguridad y violencia desde un enfoque de género

YANETH ANGÉLICA TAMAYO (SemMéxico. Querétaro). Las mujeres a lo largo del tiempo han luchado por garantizar sus derechos fundamentales y condiciones de vida digna, circunstancias que no han sido sencillas por cuestiones políticas y costumbres sociales arraigadas.

Dentro de esta lucha, las mujeres han insistido en la necesidad de visibilizar la violencia por razón de género y re conceptualizar los términos tradicionales de violencia y seguridad.

Ya que los términos usados hasta ahora, han impedido nombrar y visibilizar las múltiples expresiones y riesgos que la violencia produce contra las mujeres, de ahí que, se requiera repensar la forma en que la violencia se construye como problema.

Ahora bien, porque re conceptualizar estos términos; bueno, lo primero que se debe tener en cuenta es que, la visión tradicional que se le ha dado al tema de violencia a generado que se ignoren las necesidades de seguridad específica que las mujeres y las niñas requieren.

La falta de un enfoque alternativo, ha propiciado que la violencia contra las mujeres no se reconozca como tal, no se aborde y se malinterprete, aún cuando los resultados han evidenciado una afectación profunda en la vida de las víctimas.

Tal como ha resultado en el incremento de casos extremos de violencia, como el feminicidio y el alza de amenazas reportadas por la violencia ejercida por parte de cárteles de la droga, fuerzas gubernamentales, paramilitares, pandillas, maridos y parejas, las cuáles en los últimos años han sido una constante.

Convirtiendo a países latinoamericanos entre ellos México, como los lugares más peligrosos para las mujeres fuera de las zonas de guerra.

Lo anterior, sin dejar de lado el cuestionamiento de la división entre los espacios públicos y privados. Los enfoques hegemónicos y tradicionales solo analizan la seguridad en el ámbito público, pero no en el privado, siendo este último el espacio mas inseguro y en el que se producen las principales amenazas a la seguridad de las mujeres y de las niñas.

La falta de conocimiento derivado de la experiencia de mujeres que han vivido múltiples formas de violencia, ha impedido que los tomadores de decisión entiendan la lógica contextual y diferenciada de la violencia.

Si bien, se han formulado políticas para la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres por razón de género, los datos recientes sugieren que no han sido suficientes.

Ya que, para diagnosticar el problema de forma integral, se requieren metodologías capaces que tomen en cuenta la forma en que las mujeres viven y experimenta la violencia y el crimen, para poder descubrir cómo estas experiencias alteran la manera en que las mujeres interactúa con su entorno y su impacto en el bienestar emocional y material, tanto individual como colectivo.

Para ello es necesario, ampliar el concepto de violencia y dejar de ver a los actos violentos contra las mujeres como meros hechos aislados o producto de relaciones conflictivas consentidas, bien lo dijo George Steiner << lo que no sé nombra, no existe>>.

La seguridad por ninguna circunstancia puede ser un concepto que se piense desde una mirada androcéntrica y limitada a cifras estadísticas.

Adoptar un enfoque transversal de género, puede contribuir a que las fuentes de violencia directas e indirectas que, impiden que las mujeres sean consideradas sujetos plenos de derechos sean erradicadas.

Para concluir, solo basta mencionar que, se requiere escuchar y reconocer a las mujeres como actoras fundamentales en la transformación de sociedades libres de violencia.

Cuando las mujeres participan en la prevención de conflictos, la recuperación temprana de crisis, los procesos de diálogo, la mediación, la negociación y la planeación e implementación de políticas de seguridad, se obtienen mejores y más duraderos resultados.

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