Intifada digital, una amenaza más en ciernes

“Si las Naciones Unidas no pueden garantizar la paz, no la habrá. Si llega la guerra, será sólo porque las Naciones Unidas han fracasado”. Ralph Bunche

MARCELA JIMÉNEZ AVENDAÑO

(SAVE DEMOCRACY). Esta frase es parte del discurso que pronunció Ralph Johnson Bunche al ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz el 11 de diciembre de 1950, por su trabajo en la mediación y concreción de numerosos acuerdos entre judíos y árabes después de la creación del Estado de Israel. Es de destacarse su participación como asesor en cuestiones administrativas para la elaboración de la carta fundacional que dio lugar a lo que hoy conocemos como Naciones Unidas, en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la creación de las Misiones de Mantenimiento de la Paz.

Durante este mismo discurso dijo: “las palabras, en un flujo constante de propaganda (en sí misma un instrumento de guerra), se emplean para confundir, engañar y degradar al hombre común. La democracia se prostituye para dignificar la esclavitud; la libertad y la igualdad son consideradas buenas para algunos hombres, pero negadas a otros por y en sociedades supuestamente democráticas; en las denominadas sociedades libres, los derechos humanos individuales se ven gravemente negados; y se lanzan aventuras agresivas bajo el pretexto de liberación. La verdad y la moralidad son subvertidas por la propaganda, bajo el supuesto cínico de que la verdad es cualquier cosa que la propaganda pueda inducir a la gente a creer”.

En este sentido, en un mundo cada vez más digitalizado e interconectado, las redes sociales cobran especial relevancia como instrumentos, hoy, incontrolables de propaganda.

Al actual conflicto en el Medio Oriente iniciado por el grupo terrorista Hamás y avivado por el también fundamentalista gobierno de Netanyahu, se suma este nuevo elemento potencialmente peligroso que amenaza con expandir fuera del Medio Oriente la ola de violencia y derramamiento de sangre, a partir de incitar la radicalización de los pro-palestinos que ya no son solo árabes, convirtiendo este conflicto en el que ya participan muchos más actores que solo Israel y Hamás, en una tercera intifada con alcances mundiales.

Este, sin duda, era el objetivo de Hamás, convertir su incursión barbárica en territorio israelí en una guerra no de Hamás vs Israel, sino de Israel vs el mundo árabe. A partir de la masacre perpetrada, grabada y difundida en redes sociales contra población civil israelí, entre quienes se contaban niños y jóvenes, la respuesta esperada de un políticamente debilitado, pero igualmente sanguinario Netanyahu, cerraban la pinza para provocar una brutal respuesta militar que derivara en el asesinato de miles de palestinos usados por unos como escudos humanos y por otros como blancos de escarmiento de los horrores cometidos.

Mediar entre los países en conflicto; frenar las pretensiones de Netanyahu de fortalecer su liderazgo interno a partir de miles de asesinatos; disminuir la presencia y potencial destructor de las organizaciones terroristas de la región; cerrar sus canales de financiamiento; y persuadir a los Estados árabes de participar de una coalición multinacional para desincentivar el involucramiento de otros actores con mayor poderío armamentista, son solo algunos de los temas de urgente resolución que requerirán, 23 años después, de muchos Ralph Bunches. Hoy se necesita como se requirió después de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, de todo el talento de la diplomacia internacional para pacificar la región, evitar la expansión territorial de esta guerra y detener el sufrimiento humano de miles de inocentes.

De igual manera, se vuelve prioritario el establecimiento de compromisos entre quienes detentan el poder mediático digital que, directa o indirectamente por omisión, contribuyen a avivar este fuego. Y esto debiera empezar por un activismo de los empresarios dueños de las principales redes sociales para lograr, primero, la contención de contenidos que incentivan la radicalización de los ciudadanos; segundo, sumar a aquellos que responden también a otros intereses y gobiernos, como el cada vez más influyente tik tok chino; y finalmente, elaborar en el marco de las organizaciones regionales y multilaterales existentes, una Declaración que establezca compromisos de acción para detener las Fake News y el uso propagandista de las redes sociales en eventos que, como este, amenacen a la humanidad.

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