Ganar el territorio

FLORENCIO SALAZAR ADAME

SemMéxico, Chilpancingo, Guerrero. La semana pasada leí en El Universal sobre una reunión en Culiacán de Xóchitl Gálvez y algunas personas de la sociedad civil. En dicha reunión Francisco Labastida dijo que por motivo alguno la candidata estuviera cerca d los partidos. Conocer una opinión así de quien fuera secretario de Gobernación y candidato a la Presidencia de la República del PRI en el 2000, debió llamar la atención de la candidata del FAM.

He observado con frecuencia que las personas aceptan como verdad revelada las frases célebres (de figuras de la historia), así como de quienes tuvieron, o tienen, presencia relevante. Si lo dijo Platón o Paz necesariamente es verdad. Se deja de lado el razonamiento, el análisis crítico de la frase. Se olvida que las luminarias del mundo fueron de carne y hueso, aunque haya quienes crean que siempre escupían oro.

La opinión de Francisco Labastida es incorrecta. Gobernador durante el régimen del partido casi único, carece de experiencia política-electoral; y su paso por la Secretaría de Gobernación debió haberlo hecho comprender la importancia del sistema de partidos y lo indispensable que son estas instituciones para la democracia. Persona correcta y honorable evidentemente la política no ha sido lo suyo.

Los partidos son mucho más que sus dirigentes. El PRI es un partido histórico con presencia nacional. Para decirlo en términos de mercadotecnia: sus puntos de venta eran superiores a los de un refresco de cola; en el pueblo más lejano, en la colonia popular, en la pequeña o grande organización gremial, había priistas. El PAN tiene cada vez más presencia en conglomerados urbanos y se aproxima al medio rural; este partido ha dejado d ser un bufete de abogados para constituir la segunda fuerza política del país. Y, a pesar de haber sido desfondado por Morena, el PRD tiene influencia en entidades y municipios, especialmente del sur.

La ignorancia sobre la estructura y el desempeño de los partidos durante las campañas electorales, es inadmisible. Rechazar a militantes partidistas significa sabotear el tren de aterrizaje de la candidata opositora. Cerrar la puerta a quienes han sido, elección tras elección, representantes de casillas, responsables de la promoción del voto, de convocar a los vecinos, equivale a dejar a Xóchitl sin un numeroso cuerpo de expertos promotores del sufragio

Obviedad necesaria: en municipios y distritos hay partidos predominantes. Toca a los representantes de la alianza tripartidista trabajar conjuntamente en todos los espacios, sin sus habituales recelos, para ganar todos los puestos electorales. Y esos estrategas deben estar en estrecha comunicación con los responsables de los grupos de la sociedad civil para hacer fuerza común. Me parece que sobran asesores abstractos y simbólicos y que faltan los realistas; los que saben quién es quién en cada lugar, cuáles sus virtudes y de qué pie cojean.

La campaña electoral equivale a una guerra convencional. Tiene comandante, estado mayor, y tres armas. Comandante, la candidata; estado mayor, líderes partidistas y cuarto de situación; aviación, orientada a ablandar el territorio del adversario (redes, medios electrónicos); artillería, trabajo de proselitismo, abrir brecha; infantería, tomar el territorio (propaganda, promoción del voto y organización para el Día “D”). Los gurús del marketing político en esto fundamentan sus atractivas propuestas.

Para conquistar el territorio se requiere, necesariamente, el ensamble entre sociedad civil y partidos, de manera que la intención del voto caiga en las urnas por la promoción de militantes y ciudadanos. El embudo que abren las redes tiene que asentar al ciudadano en su casilla. Sin esa conexión puede ocurrir como el tumulto de fanáticos que reciben a su ídolo en el aeropuerto, pero no asisten al concierto. No es suficiente martillar las virtudes de la candidata Xóchitl.

Además del bombardeo mediático, dice Seth Godin, se requiere el consentimiento del elector. “El Marketing del Permiso es como salir con alguien. Convierte a los desconocidos en amigos y a los amigos en clientes perdurables”. Del aire a la tierra, de lo desconocido a lo conocido, ese es el desafío de la oposición.

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