GERARDO CONDE. Durante tres años el Senador Ricardo Monreal se movió como pez en el agua, en el recinto legislativo y en sus pasillos del Senado de la República, no había rival que le hiciera sombra a su liderazgo, ya sea con sus pares o en el gobierno federal –léase Palacio Nacional o Gobernación-, su voz era única.
En ese contexto, cada vez que un acuerdo parlamentario estuviera en duda de su aprobación, tomaba el micrófono para argüir y convencer al pleno del Senado, y salir avante.
Con esa actitud, mostraba, que también podía emular a los dueños del poder legislativo en los tiempos de Fox, Calderón y Peña Nieto, como fueron Enrique Jackson, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, al marcar el ritmo legislativo.
La sonrisa amplia del Senador Monreal, mostraba dominio del escenario legislativo y lo hacía notar, tanto a los funcionarios del gabinete en sus comparecencias, a sus invitados y a los reporteros de la fuente, sin ambages, quien tenía las llaves del Senado.
Y con esa seguridad, daba cuentas al inquilino de Palacio Nacional.
Su sonrisa amplia, le decía, hay Senador para esto y más.
Con esa conducta púbica en el bolsillo, se apunta como “corcholata” en una hoja suelta, para ser considerado por su “jefe” en el juego sucesorio del 2024.
Con esa hoja suelta bajo el brazo, transita, exponiendo al que lo quiere escuchar de su interés por ser el candidato de Morena, bajo el método de elecciones primarias para seleccionar y elegir al abanderado de su partido. Su actuar, tiene, un primer resultado, polemizar el método de elección en las filas de Morena y en las mañaneras.
Ganar la atención de Palacio Nacional, fue un logro político, al provocar que su “jefe” retomara el tema de las “corcholatas” para que su nombre apareciera sin mencionarlo.
Pero, la fiesta de Monreal, se acabó, desde el momento en que hubo cambio de estafeta en la Secretaría de Gobernación, en ese momento, las reglas políticas dieron un giro con la llegada de Adán Augusto López, Gobernador de Tabasco, con licencia, al Palacio de Covián, en lugar de Olga Sánchez Cordero.
Y con ello, su “autonomía” se vio acotada en el manejo del Senado de la República, ahora, Monreal, tenía que compartir la Agenda y los intereses del Inquilino de Palacio Nacional, con el titular de Gobernación.
La miel sobre hojuelas en que se apoyaba Monreal para su periplo público para ir ganando adeptos y simpatizantes a su proyecto sucesorio, se empieza a desdibujar en el instante que rebasa los límites de la tolerancia de Palacio Nacional, al asumir un papel protagónico de “defensor” de la gente agraviada –léase su Secretario Técnico en el Senado- por el Gobernador de Veracruz, al constituir una Comisión Especial integrada por las representaciones parlamentarias del Senado, ex profesamente para su defensa política.
En ese instante, la miel se convierte en hiel para Monreal.
La plenaria del grupo parlamentario de Morena, es el mejor escenario para dar cuenta de ello.
Monreal, un personaje encumbrado e integrante de la sociedad política y a acostumbrado al protagonismo en el Senado de la República, se convierte en coestelar de su propia casa, al tener que aceptar el mando del Secretario de Gobernación, pero, sobre todo, “tragar sapos”, al escuchar el mensaje del titular de Bucareli, respecto al tema de su Secretario Técnico que generó revuelo en los senadores morenistas, al: “ exhortar a los senadores a evitar batallas internas estériles y a trabajar en unidad de cara al periodo ordinario, en la discusión y aprobación de las iniciativas de la Reforma eléctrica, Política-Electoral y de la Guardia Nacional, de interés del inquilino de Palacio Nacional”.
Lograr el objetivo, significa para Adán Augusto López, …” que el Movimiento no se descarrile”, al prevalecer la Unidad como grupo parlamentario.
Esta invitación que hace al grupo parlamentario, provocó en Monreal que su sonrisa amplia, como sinónimo de dominio, se modificara por un rostro adusto y ataviado al aceptar públicamente su “error” de involucrar al grupo parlamentario de Morena sin su consentimiento.
Ante este fracaso de Monreal, no le quedan muchos caminos en su andar por lograr su proyecto político.
Dejar a un lado la dignidad política, para mantener el estatus que le asignó su “jefe”, continuar como Coordinador de los senadores Morenistas y, por tanto, seguir como presidente de la Junta de Coordinación Política, del Senado de la República.
Eso le exige, atender la Agenda legislativa de acuerdo a la perspectiva del inquilino de Palacio Nacional, sin rodeos, que pongan en riesgo, la modificación de las comas.
Convocar a los senadores de su fracción a cumplir con la invitación de regresar a las entidades respectivas y ganar la calle con el “pueblo sabio” a favor de que participe en la consulta de Revocación de Mandato a celebrarse en el mes de abril, y apoyar con su presencia y voz las reformas del inquilino de Palacio Nacional, en contrapeso a la oposición.
Entender que el trabajo legislativo y político que realice en este periodo de febrero al mes de abril, no es una gracia, sino su responsabilidad de dar resultados conforme a las estimaciones del inquilino de Palacio Nacional.
El realizar estas tareas puntualmente, solamente le da la opción de mantenerse en el tinglado, pero, sin ninguna opción de ser candidato.
Por el contrario, jugar a las contras, ya es demasiado tarde, su momento político era la propia plenaria, de expresar su desacuerdo a la postura del Secretario de Gobernación, en otras palabras, pararse y dejar la silla, provocando una “crisis de autoridad”.
Al final, Monreal, prefirió, la silla: “cuidar su presente”.
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