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GERARDO CONDE. Los López, Obrador y Hernández, el primero, el inquilino de Palacio y, el segundo, el Secretario de Gobernación, los une: la tierra, el pozol, el béisbol, comerse las “eses”, su visión del sureste y su ritmo pausado al hablar, les da esa familiaridad de tener la misma raíz.
Pero, además, de los usos y costumbres como tabasqueños, los identifica su pragmatismo como estilo de vida, es decir, mostrar facetas que “impacten” y les dé el Know-how necesario para hacerse notar y agradar a un tercero que los ayude a llegar a su objetivo:
“salir del pantano y los lleve a tierra firme”.
Bajo esa perspectiva los López transitaron primero en Tabasco y después en el plano nacional.
En el caso, de López Obrador, engatusó a los que lo ayudaron a lograr su propósito: vivir en Palacio Nacional.
En ese tránsito por llegar a su objetivo, formuló un discurso básico, en su papel de líder social, dirigente partidista y candidato: derrotar a la mafia del poder, en particular, contra Felipe Calderón y mandar al diablo a las instituciones, o sea, destruir al IFE, hoy INE, por representar el símbolo del fraude electoral.
Por su parte, López Hernández, en su calidad de Secretario de Gobernación, sigue el mismo guion que su paisano, utilizar el cargo y ponerse la cachucha de candidato, sin ningún recato, para denostar y polemizar a sus interlocutores naturales: la sociedad política, nacional y local, como estrategia de Imagen, para que su figura y su mensaje aparezcan en los medios convencionales y digitales.
La estrategia de López Obrador, es que su paisano y hermano López Hernández remonte su popularidad y su intención del voto más allá del círculo de Morena, ya que está por debajo de la Jefa de Gobierno y del Secretario de Relaciones Exteriores, para legitimar su decisión a favor del Secretario de Gobernación, rumbo al 2024.
En el pragmatismo de López Obrador, por seguirse allanando el camino a su movimiento de transformación, al tener en la bolsa la legalidad de las fuerzas armadas en las calles que sustente su estrategia de “abrazos y no balazos”, ahora, revive su discurso de encarar a la mafia del poder, representada por Felipe Calderón y desdibujar al INE, bajo el argumento, de que es el instrumento de los machuchones en perjuicio del pueblo sabio, para legitimar su iniciativa de Reforma Electoral, para dar el zarpazo al sistema electoral que responda a sus expectativas de sucesión presidencial.
De ahí el periplo de López Hernández de recorrer el país, con el pretexto de asegurar la aprobación de los Congresos Locales porque continúen las fuerzas armadas en las calles en sustitución de las policías locales y municipales, hasta el 2028, y para promover la Reforma Electoral de su paisano-hermano.
Si el objetivo de los militares es resguardar las calles, el propósito de los López, es que uno de ellos –léase el Secretario de Gobernación- posicione su presencia en las calles del país, no solamente en el ánimo de los morenistas, sino generar una percepción favorable en el pueblo sabio y en el ciudadano de a pie, respecto a su Imagen de ser un defensor acérrimo de la 4t, bajo, el slogan:
LópezXLópez
Con esa estrategia de marketing López Hernández se envalentona para revivir la bandera de la hipocresía política de sus opositores, como argumento para mostrarse con la misma estampa de gladiador que ha distinguido a López Obrador a lo largo de su caminar desde “líder social”, hasta presidente de la República.
A fin de que los morenistas y la gente no duden de su personalidad: que es un López, al cien por ciento, y seguirá en el mismo tono que su paisano-hermano por instaurar en México el proyecto de la 4t.
Hoy, ante la discusión de la Reforma Electoral en el Congreso de la Unión, se verá si el Secretario de Gobernación mantiene el papel de Pedro Infante, como fue en la aprobación de la iniciativa de reforma constitucional en el Senado donde convenció a priistas y perredistas.
O con el placeo que lleva a cuestas en las entidades del país, le dará el oxígeno político suficiente para dialogar con los grupos parlamentarios del Congreso de la Unión, para convencerlos de las “bondades” de la Reforma Electoral, bajo los métodos ya probados, por él, como el engaño, la presión y el chantaje, para persuadir a los legisladores del PAN, del PRI, del PRD y de MC, de que se sumen a la votación de los morenistas, que le dé un giro al sistema electoral, al margen, de que le ha dado estabilidad y alternancia al país, desde 1991 a la fecha, parece no importarle a los López, a través del juego de vencidas que establezca el Secretario de Gobernación, para poder cumplir una encomienda más de su jefe-paisano-hermano.
No será fácil doblar a los diputados y senadores de oposición, cuando tienen la presión y el respaldo de los empresarios, de la iglesia católica y de la sociedad civil, porque se mantenga la vigencia del INE.
Por tanto, la tarea será compleja para el Secretario de Gobernación, ante un ambiente de confrontación en el Congreso de la Unión y en la plaza pública.
Este debate, sin duda pondrá a prueba el pragmatismo de los López, por sacar adelante la Reforma Electoral; Obrador, utilizando el púlpito de las mañaneras, para hacer las arengas a favor de la democracia del pueblo sabio, y Hernández, con la zanahoria y el garrote como instrumentos de dialogo para persuadir “nuevamente” a los priistas y perredistas que son frágiles de convencer para que se sumen a la votación morenista.
Escenario adverso, los López, se quedan en la raya, al perder la votación, ante la firmeza del bloque opositor, lo que los obliga a seguir soportando la piedra en el zapato –léase el INE-, y los forzará a revisar su estrategia sucesoria del 2024, es decir, ponderar la conveniencia de seguir con el juego de las corcholatas o apostar a una sola corcholata que les garantice a los López, su presente, bajo la sombra del color verde olivo, si aspiran a ganar en el 2024.
Ya se verá.
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