ENTRELAZANDO/ El pez López…

GERARDO CONDE. El inquilino de Palacio está iracundo: porque, hoy, las “benditas” redes sociales no lo favorecen, para desdibujar o borrar mediáticamente el desliz de su hijo José Ramón López.

El tema de su primogénito lo trae irascible a tal grado que muestra su real rostro: de tirano.

Y bajo ese perfil le da para tratar de reinventarse ante el pueblo “sabio” como el magnífico: para imponer su Imagen Patrimonial nuevamente en su púlpito mañanero, para denostar a sus opositores y ofertar distractores que le den la saliva necesaria para intentar ser noticia en los medios digitales y convencionales.

Pero, esa esa estrategia de Imagen de restauración, le ha dado más desaciertos que aciertos a su favor.

Justificar, lo injustificable ha sido su pecado.

Desacreditar a Carlos Loret de Mola, mostrando sus ingresos por encima de lo que gana el propio presidente y sea motivo para exponerlo como mercenario del micrófono, para sustentar su falta de calidad “moral” de Loret para exhibir a su hijo mayor, misma, que se han quedado en bombas de jabón para limpiar el apellido López.

Lo más que ha ganado con esta “estrategia” es que sus seguidores incurran en prácticas convencionales, por ejemplo, la inserción de un desplegado en la prensa nacional de apoyo a su jefe, por parte de los gobernadores morenistas y el discurso maniqueísta de buenos y malos en su “defensa” por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

Pero, dónde el inquilino de Palacio se proyecta, es en inventar una “pausa” diplomática con España, por sus mezquindades, en contra de México, que va desde la época de la conquista, hasta el día de hoy, por las empresas españolas en el ramo eólico.

Esta decisión de guardar distancia con el país ibérico, lo único que ganó fue reprobaciones públicas, por su instinto de conservación de verse ante los suyos, como el “tigre de santa julia”, al revivir al personaje que da su vida por los pobres frente a los opresores, léase, conservadores, neoliberales.

Esta postura que asume el inquilino de Palacio, le ha dado más derroteros negativos que positivos, por imponer su agenda de moralidad pública, para reiterar su frase clásica: No somos iguales.

Y con este piso de “integridad” defender públicamente al apellido López, como sinónimo de honradez.

Bajo este paraguas de probidad familiar, el hijo mayor, no duda en dar la cara y decir que su patrimonio es resultado de su trabajo como abogado de KEI Partners, casualmente, el dueño es Daniel Chávez, propietario del Grupo “Vidanta”, Asesor Empresarial del inquilino de Palacio y supervisor honorario del proyecto: Tren Maya, empresa asentada en Houston, para deslindarse de cualquier conflicto de intereses con la compañía gringa Baker Hughes, y decir sin ambages: que su capital es licito.

Con estas muestras de purificación públicas por parte del inquilino de Palacio y de su hijo José Ramón, consideran que el campo minado en las redes sociales y en los medios impresos, se ha desactivado, porque la estatura moral se ha impuesto ante la infamia de sus opositores.

En otras palabras, el bien ha triunfado, frente al mal.

Sin embargo, los hechos exhibidos –un padre ofendido e iracundo- lo pueden llevar a terrenos fangosos cada vez que tome el micrófono para defender el proyecto de la 4t y la integridad de su hijo, bajo un criterio patrimonialista, es decir, de sentirse dueño y amo del país.

Al tiempo.

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