EL OTRO DATO/ Tragedia de migrantes al costal de AMLO

JUAN CHÁVEZ. No se trata de un juicio sumario. Sí, de establecer quién es el responsable político de la tragedia de Ciudad Juárez que achicharró a 38 migrantes centroamericanos.

López Obrador, en su mañanera de ayer, dijo que los muertos prendieron fuego “sin pensar en el incendio que iba a ocurrir”.

Se convirtió en vocero de los migrantes incinerados, resultado de su política migratoria. No importa siquiera que el secretario de Gobernación Adán Augusto López y el de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, estén “jugando con la pelotita” de la responsabilidad.

Los migrantes estaban encerrados bajo candado, como si fuera una cárcel y no un albergue como lo definen las autoridades de Instituto Nacional de Migración.

López Obrador fue quien primero abrió las puertas a los migrantes y cuando se desbordó la migración hacia México, decidió cerrárselas en la cara.

Él es el comandante supremo de esos soldados que han reprimido migrantes, golpeado mujeres y niños, perseguido y corretear centroamericanos, sudamericanos, caribeños.

¿Albergue? ¿Cuál albergue? La Estancia Provisional del Instituto Nacional de Migración en Juárez era una cárcel ilegal, con celdas y barrotes para impedir la huida de los migrantes.

López culpó a las propias víctimas: «Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron a partir, suponemos, de que se enteraron que iban a ser deportados, movilizados, y como protesta en la puerta del albergue pusieron colchonetas del albergue y les prendieron fuego, y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia».

El vocero de las víctimas habló, y los culpó de auto incinerarse.

Los migrantes no son criminales.

Los migrantes habían sido cazados y hacinados tras las rejas. Un video estremecedor se viralizó más tarde. Muestra la desesperación de las personas que se hallaban encerradas en el centro y no pudieron salir, no pudieron salir mientras el fuego crecía. Un empleado federal había echado el candado ¿por órdenes de quién?

¿Por qué tuvieron que morir 38 migrantes en un centro de detención en Ciudad Juárez? Quizá porque a nadie le importa, porque las vidas de los migrantes son baratas.

¿Albergue? ¿Cuál albergue? La Estancia Provisional del Instituto Nacional de Migración en Juárez es una cárcel ilegal, con celdas y barrotes para impedir la huida de los migrantes, que no han cometido más delito que buscar una vida mejor. Calificar esta prisión de albergue es una de esas mentiras que los funcionarios nos dicen constantemente.

¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que un nuevo grupo de migrantes fue «rescatado» por la Guardia Nacional o por Migración? No nos dicen, sin embargo, por qué los migrantes no quieren ser rescatados. Saben que los agentes de Migración o los militares de la GN no los están «rescatando», sino deteniendo. A los que les va bien los encerrarán en cárceles que llaman «estancias» y los deportarán; otros serán extorsionados o vendidos al crimen organizado; muchas mujeres serán violadas.

La tragedia se arrastra desde hace décadas. En San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010, 72 migrantes, entre ellos 14 mujeres, fueron asesinados por sicarios. El presidente López aseguró el 24 de agosto de 2020, cuando se cumplieron 10 años de la masacre, que en su gobierno no se protege a nadie ni hay impunidad. Ya los migrantes no son abandonados en camiones, dijo.

Pero ahora, ¿quién carga con la tragedia de Juárez? ¿Quién responde por los 38 muertos?

Solo hay un responsable. Y sin rascarle mucho, usted llegará a la misma conclusión que el encabezado de esta colaboración.

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