JUAN CHÁVEZ
López Obrador “inventó” sus mañaneras para tratar el tema de seguridad y planear y decidir su combate.
Eso declaró al principio de su (des) gobierno y señaló que se reuniría con el gabinete de seguridad todas las mañanas, para no soltar de la mano el tema.
Pero no fue así. Su conferencia matutina la utilizó para “fabricar” mentira tras mentira y conformar la supuesta agenda de gobierno que lo mantiene en buenos índices de popularidad.
En las mañaneras descalifica y ofende a periodistas, académicos, empresarios y a todo aquel o aquella que no piensa como él.
En la campaña presidencial, las aspirantes y el aspirante han expuesto, una y otra vez, como enfrentarán el problema de la seguridad, que sacude a la sociedad mexicana, de llegar a la Presidencia.
Seguridad, es el punto principal del tercero y último debate que tendrán Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez este domingo a partir de las ocho de la noche.
Es el último debate y nos vamos a la elección.
¿Es importante el debate del domingo? Depende a quién le preguntemos.
Para los seguidores de Claudia, esos que creen en las encuestas que dicen que la candidata del oficialismo va 30 puntos arriba, los pregoneros del arroz cocido, el debate es absolutamente intrascendente.
Si la elección es un trámite, el debate es un sello burocrático, una constancia de que la candidata de Morena y aliados asistió.
Para los seguidores de Xóchitl Gálvez, esos que creen en la única encuesta que dice que la candidata del Frente Amplio por México ya alcanzó a Claudia, el debate es la madre de todas las batallas, realmente creen que ahí se juega la elección.
Los fans de Máynez, por su parte, ven el debate como la oportunidad de consolidar su posición, cualquiera que esta sea.
El tema del debate, seguridad, le es sumamente incómodo a la candidata oficial.
Dejemos de lado la promesa incumplida de López Obrador de pacificar al país. La estrategia de militarización, al igual que sucedió con Calderón, no dio resultados. El palmarés es terrible; el sexenio de López Obrador es el periodo con más homicidios acumulados y en el que la desaparición golpeó a 60 mil familias. La baja en el resto de los delitos, robo, asalto, secuestro, etcétera, suponiendo que sea cierto, pues lo que se contabiliza son las denuncias, palidece frente a la tragedia del homicidio y la desaparición.
Si Sheinbaum se ve obligada a defender el desempeño del obradorismo se va a meter en un callejón sin salida. Si defiende los números de su gestión en Ciudad de México, el resultado del debate dependerá de la habilidad de Gálvez para desmontar el maquillaje de esas cifras.
Varios investigadores sociales han señalado dos prácticas sistemáticas de las autoridades de la capital en los últimos años: clasificar homicidios con otras causas de muerte en el Servicio Médico Forense, y peor aún, el movimiento de cadáveres hacia los límites del Estado de México para manipular la realidad.
A juzgar por lo sucedido en ocasiones anteriores, la intención del voto no se mueve por el desempeño en el debate. Que sirva de algo dependerá esencialmente de que el equipo de Gálvez logre posicionar el problema de seguridad como un tema de conversación en las casas de los mexicanos a partir de algo contundente, retador y memorable que se diga durante el encuentro del domingo, y que sea de tal magnitud que movilice a los ciudadanos molestos por los resultados de seguridad.
Hasta ahora el mejor termómetro de las campañas es el jetómetro del presidente en las mañaneras. Si las próximas semanas vemos a un Peje más molesto y atacando más a la oposición, significa que el debate hizo mella en las encuestas que él ve todas las mañanas a la hora en que supuestamente debiera estar atendiendo el problema de la inseguridad.