JUAN CHÁVEZ
Ahora, que los tiempos electorales de 2024, consolidan que México tendrá su primera Presidenta (Yo insisto que debe llamársele la primera Presidente), un vistazo parcial a la historia, invoca que el país ya fue gobernado por una mujer.
BBC News, Mundo, consigna en amplio análisis que Carlota de México fue la emperatriz y primera gobernante del país.
Carlota gobernó al país en los tiempos del imperio francés (1862-1867), mientras Benito Juárez defendía la República huyendo del ejército del emperador Maximiliano de Habsburgo.
De acuerdo al Estatuto Provisional del Imperio, en ausencia del emperador, la emperatriz debía fungir como regente de México.
En los periodos en los que Maximiliano se encontraba realizando viajes al interior del país, Carlota se caracterizó por tener una actitud decisiva que derivó en una actividad política constante e importante, convirtiéndose en la primera mujer gobernante en el país, no obstante el poderoso antifeminismo de la época.
En materia laboral, promulgó la abolición de los castigos corporales y estableció un límite para las jornadas de trabajo; en lo social estuvo comprometida con las causas de personas vulnerables destinando importantes sumas de dinero para obras de caridad, guarderías, asilos y orfanatos; y en cuanto a asuntos relacionados con la educación, fundó un conservatorio y una academia de artes y promulgó la Ley de Instrucción Pública para garantizar que la educación primaria fuera obligatoria y gratuita. Protegió a los indígenas.
Un grupo de conservadores mexicanos, encabezado por Juan Nepomuceno Almonte, hijo de Morelos, viajó a Europa a buscar un monarca que gobernara a México, luego de que la iglesia católica perdiera muchos de sus poderes tras la Guerra de Reforma (1858-1861) de los liberales.
Carlota nació como princesa de Bélgica al ser hija del rey Leopoldo I y de la princesa Luisa María Orleans y luego fue archiduquesa de Austria por su matrimonio con Fernando Maximiliano de Habsburgo, entre otros títulos.
Por ser conveniente a Napoleón III en sus intentos por expandir el territorio francés y por invitación de los 35 Notables encabezados por Federico Forey, la pareja aceptaría convertirse en emperadores de México.
Desembarcaron en Veracruz el 28 de mayo de 1864 y fueron coronados emperadores de México en la Catedral Metropolitana, en abril de 1865.
Vivieron en el castillo de Miravalle, que así llamaron al de Chapultepec.
La pérdida de apoyo por parte de los conservadores ante las políticas liberales adoptadas por la pareja imperial, la salida del ejército francés de territorio mexicano y el rechazo de los simpatizantes del gobierno de Juárez obligaron a Carlota a emprender un viaje a Europa para solicitar ayuda de la nobleza, sin éxito, para posteriormente entrevistarse con el papa Pío IX, quien tampoco atendió a sus súplicas.
Estando en la Santa Sede comenzó a mostrar síntomas de desequilibrio mental, que se agravaron ante la noticia del fusilamiento de Maximiliano.
Carlota pasó el resto de su vida recluida, primero en el Castillo de Miramar, luego en el de Tervuren y, finalmente, en el de Bouchout, donde murió el 19 de enero de 1927.
Ella decía: «Yo prefiero por mi parte una posición que ofrece actividad y deberes, aun dificultades si queréis, a contemplar el mar desde una roca hasta los setenta años», le escribió a la condesa d’Hulst, según la correspondencia documentada por Igler para la BBC Mundo.
Él acabó ejecutado y ella en la locura: la historia del segundo imperio de México tuvo como protagonistas a dos jóvenes europeos que soñaban con el poder y acabaron en la tragedia.
La escritora Martha Robles lo califica como «uno de los capítulos más tremendos y surrealistas de la historia de México», dice a BBC Mundo.
Fue el primer día de la República: el momento en que nació el México que hoy conocemos.
En particular Carlota ha sido objeto de múltiples análisis históricos, como el de la investigadora y traductora alemana Susanne Igler.
«Pocos personajes de la historia mexicana, rica de por sí en protagonistas sorprendentes, dramáticos y hasta grotescos, han incitado a tal grado la imaginación colectiva como la mujer que fue por un momento fugaz la emperatriz de México», señala Igler.
Y es que todo parte de las circunstancias en las que México se transformó en imperio entre 1862 y 1867.
“Ella había enloquecido a los 26 años y vivió más de dos tercios de su larga vida en las tinieblas», señala Igler.
Murió en su natal Bélgica a los 86 años, el 19 de enero de 1927.
Se dice que sus últimas palabras fueron: «Todo aquello terminó sin haber alcanzado el éxito».