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ALETIA MOLINA. De cara a un inédito ejercicio electoral los partidos políticos mexicanos tratan de armar estrategias para ganar, dar pelea o, de menos subsistir.
El partido en el poder sigue con números favorables y las “corcholatas” del presidente aventajan ampliamente a cualquier adversario opositor de los mencionados.
En Presidencia el resultado está prácticamente anunciado, pero como en toda contienda, mientras haya juego, todo puede pasar.
2023 será un buen ejercicio donde las alianzas y la selección de candidatos permitirán conocer el pulso del electorado: ¿Morena gana con cualquier candidato?, ¿Partidos políticos históricamente enemigos y con militancias enconadas podrán realmente integrarse para apoyar plenamente al abanderado ajeno?, ¿Compartirán estrategias y secretos de campaña?, ¿Cederán liderazgos, sectores y organizaciones?
Porque una cosa es tomarse la bonita foto del acuerdo entre dirigentes… pero, organizar y amalgamar a la militancia, eso es mucho más difícil.
El desgaste es inevitable en las elecciones internas de cada partido, pero al elegir un candidato, históricamente cerraban filas en torno a él con el aliciente del compromiso que al ganar tendrán espacios para hacer gobierno.
No creo que este sea el caso. El ser político se mueve por una de dos razones: Interés o motivación. Qué le ofrecen por ejemplo a la militancia del PAN en el Estado de México cuando su mejor escenario es que gane el candidato del PRI. Y así viceversa en las otras candidaturas de la coalición.
La Alianza por México ha anunciado que irán juntos PRI, PAN y PRD en el Estado de México y Coahuila con candidatos del PRI. Para la Presidencial de la República y la CDMX con candidatos del PAN.
A las dirigencias esto les cuadra, pero es que no tienen de otra, saben perfecto que solos no tienen posibilidades de triunfo.
El problema es integrar ese gran proyecto con ideologías y personajes tan disímbolos.
El sabio Maquiavelo decía que una de las tareas más complicadas es organizar al ejército derrotado, se necesita inteligencia, actitud y liderazgo. Debe haber confianza, entusiasmo y valores supremos comunes.
Lo malo es que en la oposición mexicana de nuestros tiempos no hay confianza, sus personajes no tienen prestigio personal y no despiertan ninguna admiración de sus legiones. Están a prueba, a ver si el asunto no termina en colisión.
@AletiaMolina
