ALETIA MOLINA. ¿Piensa usted que las mujeres son seres humanos y que merecen ser tratadas como tales? ¿Que las mujeres merecen los mismos derechos y libertades que los hombres? Si es así, entonces es feminista… o eso dicen las feministas. Pero en algún lugar del camino, el movimiento para la liberación de las mujeres sacrificó su significado, y quedó en una pose banal e inútil que apenas desafía al status quo.
Ya no estamos en tiempos ni de frases bonitas ni de mentiras piadosas. Al contrario, si hay un momento de definiciones claras, es ahora. Por eso lo constato: no soy feminista y no me apena aceptarlo.
Pero, siento que es mi obligación explicarlo.
No me malinterpreten, creo plenamente en el valor de la mujer. Me refiero a que no creo en el feminismo extremista que busca, más que la igualdad de género, que les paguen hasta por no dejarlas votar hace 100 años.
Desde antes de la Conquista y hasta hace no mucho tiempo, las mujeres no podían ni heredar. Al morir el padre, se repartían los bienes entre los hijos, los yernos o los hermanos del difunto. A las mujeres se les negó por muchísimo tiempo la ciudadanía y el poder decidir con quién se casarían. Asimismo, se les negó hasta hace poco, el derecho de votar y ser votadas, por considerarlas iguales a las personas con discapacidad mental. Y hasta hace casi nada, si la mujer era infiel, los hombres podían asesinarlas y su condena en prisión era la de un delito menor.
Pero el movimiento feminista ya no puede basarse en eso, debemos darlo por superado y seguir luchando por salir adelante.
En México, las mujeres trabajamos más y ganamos menos. Ejemplo de estas desigualdades y la brecha de género existente, la tasa de participación en el mercado laboral es de cerca del 44% de las mujeres en edad de trabajar, mientras que en los hombres es superior al 75%.
Nuestra configuración actual, sistemáticamente, privilegia la desigualdad entre géneros y causa la opresión de las mujeres, quienes lo mismo son acosadas en cualquier lado, que menospreciadas en la escuela y en el mundo laboral, que agredidas por su independencia, que sobajadas por su sexualidad activa o asesinadas con humillación, sólo por ser mujeres.
Luego, entonces, aunque esté en contra de los feminicidios y la violencia de género y cada día sea más consciente del patriarcado no puedo ser feminista ni aunque lo quiera. Y no quiere decir que esté bien o mal.
Pero creo en la igualdad. Lloramos los 10 feminicidios diarios, pero matan a 90 hombres en el mismo lapso de tiempo y también merecen justicia.
No puedo cerrar los ojos a que existe violencia, maltrato, abusos y demás eventos en contra de las mujeres y que es nuestra responsabilidad cuidarnos, protegernos y sobre todo prevenir, pero tampoco creo que la generalidad sea esa violencia.
Conozco a muchas mujeres maravillosas que me han enseñado el camino de que todo se puede: tener una posición de liderazgo en trabajos muy exigentes, ser capaces de administrar empresas, manejar cientos de personas, tener familias unidas, tener grupos de amigos en quién apoyarse y ser un referente en la comunidad.
Pero, ¿habrían podido llegar solas? Posiblemente. No hay límites para una mujer con grandes sueños, pero creo (y hablo por experiencia propia) que es más fácil llegar si cuentas con apoyo de en ese camino.
No soy feminista pero:
Creo en el hogar. No hay nada mejor para el alma que tener un lugar al cual regresar.
Creo en la familia. Cercana y extendida. Debería ser nuestro pilar más fuerte.
Creo en el matrimonio. La vida compartida es más llevadera.
Creo en los mentores. Todos deberíamos tener gente a nuestro alrededor, mucho mejores que nosotros, que nos hagan esos cuestionamientos que no nos atrevemos a hacernos, que nos llevan al límite y nos ayudan a encontrar soluciones.
Creo en el aprendizaje constante. La vida es un mar de enseñanzas y cerrarnos al conocimiento implica ir muriendo poco a poco.
Creo en el trabajo. Es gratificante entregarnos a una actividad remunerada que nos llene.
Por todo lo anterior, no cabría en la definición de feminista. Si dejáramos de violentarnos entre géneros, lograríamos que cada uno de nosotros, ellas, ellos, elles, lleguen a sus sueños ayudados por los demás.
@AletiaMolina