DESDE LA MANO IZQUIERDA/ Un foro clarificador y nutricio

CLAUDIA ESPINOSA ALMAGUER (SemMéxico, San Luis Potosí). Luego de atestiguar las acciones públicas sostenidas a lo largo de este mes en el marco de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, este jueves 24 a las once de la mañana hora de México, tuvo lugar un evento de enorme relevancia para el movimiento feminista: el Foro “Aclaraciones necesarias sobre las categorías Sexo y Género” organizado desde el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Autónoma de México por la Dra. Aimée Vega Montiel quien a su vez fungió como moderadora junto a la política Angélica de la Peña, transmitido en vivo desde las redes sociales de dicho espacio.

Estaban allí Amelia Valcárcel, Marcela Lagarde y de los Ríos, Alda Facio y Andrea Medina, todas referentes feministas que han construido desde la filosofía, la política internacional, la legislación y el litigio en materia de defensa de derechos humanos de las mujeres, el basamento sobre el cual miles de feministas con una misma convicción elaboramos argumentos teóricos, posición política y fundamento legal para proteger a otras y buscar las libertades y los derechos que han costado la lucha de generaciones. Dicha convicción fue nombrada ayer por Marcela Lagarde: “El feminismo es la noción de que las mujeres son personas”.

Y ¿por qué ha sido necesario reunir todas estas perspectivas para aclarar ambas categorías? Para quien todavía no se entera desde hace tiempo hay severas confusiones que han dado pie a la censura y al ejercicio de la violencia contra el feminismo por parte de un sector activista que acusa de transfobia a cualquiera que disienta de sus postulados, incluso ante enunciados elementales y ciertos como decir que en la especie humana el sexo se observa en tanto el género es una opresión sobre las mujeres.

Precisamente la Dra. Valcárcel puso de ejemplo el caso de las niñas de Afganistán quienes habían celebrado la posibilidad de volver a la escuela y que han regresado a casa por instrucción de los talibanes que ostentan el poder ahora, ella dijo: “Si el sexo se ha vuelto tan problemático como es que en ese país saben perfectamente a quien le prohíben ir a la escuela y lo tratan en consecuencia.” Pero además explica, que en la especie humana hay dos sexos: los seres humanos somos animales, un tipo particular de primates, el macho fabrica un determinado tipo de gameto y las hembras también pero además lo gestan.

En cambio, el género es el rol social construido a partir de las diferencias sexuales, es decir, lo masculino y lo femenino como el conjunto de formas previstas para pensar, sentir y comportarse que otorgan un valor absolutamente jerarquizado a hombres y mujeres. Aunque lo femenino es amplísimo en sus representaciones, la expectativa es que las mujeres seamos dóciles, pasivas, cuidadoras, etcétera., y el efecto esperado es la aceptación del sometimiento y la subordinación política y sexual. Las consecuencias de esa horma cultural se ciernen sobre las mujeres a lo largo de toda su vida, en su derecho a la educación como lo expuso Valcárcel, en la brecha de participación en las decisiones de sus comunidades, en ganar menos por hacer el mismo trabajo o como sucede desde hace décadas en México, en ser asesinadas de manera brutal todos los días.

El feminismo desde cada enfoque expuesto en ese foro, cuestiona constantemente esos aspectos nocivos y ha logrado a través de los años que la discriminación sexual contra las mujeres esté plenamente identificada, aunque no todo se mueve a un mismo ritmo, allí donde la teoría feminista se cimentó al cabo de tres siglos, el derecho apenas lleva unas décadas reconociendo a las mujeres en instrumentos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing etc.

Justo por eso la participación de Alda Facio y Andrea Medina ha sido esencial, en tanto la primera ha denunciado que al interior de la Organización de las Naciones Unidas se gesta un movimiento determinado a imponer el término “género” y borrar la palabra “mujer”; la segunda ha otorgado claridad en el por qué, el ámbito jurídico, como un lenguaje del Estado necesita de definiciones claras y certezas para aplicarse de modo eficaz, además de exponer los riesgos que hay en invisibilizar a las mujeres en la legislación.

Esa es una puesta en peligro real, de muestra la reciente propuesta del PRI en la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados para borrar el reconocimiento de la dignidad como principio específico a niñas, adolescentes y mujeres ni más ni menos que en instrumentos jurídicos creados para garantizar la no discriminación y el derecho a vivir una vida libre de violencia para las mujeres como la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

Y es que nunca en la larga trayectoria de identificar a los grupos en situación de vulnerabilidad o las circunstancias lesivas que les atraviesan se había exigido a nivel de “derecho humano” un borrado en el nombre y en la norma de otro, ni se había producido un empalme conceptual al punto de pretender que las mujeres dejen de ser el sujeto, la causa y la esencia del feminismo para aceptar de buen modo, un desplazamiento inconcebible e incoherente de cara a los graves asuntos de los que siempre se ha hecho cargo.

Finalmente, aunque no es posible abarcar en estas líneas la vuelta a la sensatez que hemos sentido allí a lo largo de casi cuatro horas, todo lo señalado nos impulsa a fijar nuestra posición, a debatir y dialogar como hemos hecho, para continuar en nuestra agenda reivindicativa. A más ver.

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