CHANEKE VERDE/El regreso del Capitán Planeta/Capitulo 19. Por sus poderes reunidos…

ÁNGEL CANO.  Efectivamente, llegaron los padres de Xóchitl al aeropuerto, se entrevistaron con el grupo de planetarios y, contrario a lo que suponían, no opusieron resistencia al nuevo proyecto de su hija, después de todo, ella ya había decidido no estudiar una carrera universitaria, había decidido que viviría para defender el planeta, ésa sería su profesión, ellos ya habían aceptado que jamás tendría un empleo formal y por lo tanto, no tendría un sueldo, así que preguntaron algunos detalles respecto a la cuestión económica y, aunque Wheeler no estaba presente para aclarar los detalles, bastaba con saber que alguien pagaría los gastos de operación de éste nuevo proyecto, así ella tendría lo suficiente para subsistir y estaría en contacto con ellos, puesto que no se iría a una comunidad apartada ni andaría vagando por el mundo.

-Sabíamos que esto pasaría algún día- comenzó a explicar la madre- desde ésa sesión de temazcal, ella cambió drásticamente, era una niña normal, quería ser veterinaria, pero la ecología se volvió su obsesión, comenzó con su campaña aquí en Estados Unidos cuando nos mudamos después de que una inundación destruyera nuestra casa en México. Afortunadamente Javier, mi marido, tiene algunos familiares acá en Nueva York y pudo acomodarse fácilmente.

-Si, fue un cambio radical en nuestra vida- continuó el padre- dejar México y comenzar a vivir “el sueño americano”, ganar dólares y eso.  Menos mal que tenemos profesiones que nos han permitido conseguir empleos bien pagados. Y, aunque no somos ricos, estamos mejor que en México.

– Perdone señor, ¿qué es eso de temazcal? ¿Se come, es una fiesta o qué?- preguntó Steve, como siempre, iniciando la plática con su amena curiosidad.

– Un temazcal es un pequeño cuarto cerrado, construido con barro y ramas, a la manera tradicional, entras en él y tomas un baño de vapor con hierbas aromáticas o medicinales, mientras estás ahí,  meditas en él con la ayuda de un chamán o brujo, es una antigua tradición azteca. Solemos tomar ése tipo de duchas porque nos aclara la mente y nos pone en comunión con el cosmos. Ésa vez sentimos que hablamos con Tlaltecuhtli, la diosa de la tierra según la antigua mitología azteca.

– Somos ecologistas, ¿saben? Y, aunque no hemos logrado tanto como Xóchitl, nos encanta su proyecto y el impacto que ha generado, estamos orgullosos de ella y vamos a apoyarla con todo lo que podamos. Es por eso que la dejamos partir, para que continúe la lucha con ustedes. Toma hija, te trajimos un par de maletas con tus cosas.

Sus ideales eran verdaderamente conmovedores y sus argumentos convincentes, no cabía duda que Wheeler, o tal vez Gaía, habían elegido correctamente a la nueva planetaria.

-Damas y caballeros- interrumpió el piloto del Jet- ya contamos con permiso para despegar, así que, pueden subir al Jet Robinson. Yo los guiaré, síganme.

Se despidieron de los padres de Xóchitl y abordaron el Jet con destino a la Ciudad de Miami.  Se reunirían en la mansión de Wheeler y ahora si comenzarían a trabajar. ¿Pero, por donde empezar?

Hay tantas especies y zonas por defender, tantos foros y eventos ecologistas en los que podrían participar, ¿volverían al anonimato o dejarían de proteger sus identidades? Todas ésta preguntas revoloteaban en la cabeza de Linka mientras contestaba algunos correos electrónicos, usando la laptop que le proporcionaron.

Finalmente se encontraron en la mansión, descansaron el resto del día y para su sorpresa Wheeler llegó al día siguiente con la familia de Barkhit. Los encontró almorzando en el jardín, donde se reunieron todos incluyendo a Nan-Ki y el perro Mané.

– ¡Sorpresa!- Dijo Wheeler. Acto seguido, la niña corrió a los brazos de su padre, seguida de la esposa, una mujer negra, delgada, de cabello rizado, atractiva a pesar de sus rasgos toscos característicos de África.- ¿Ya conocieron al Capitán Planeta?

– Aun no lo hemos invocado Wheeler- respondió  Yi

– Entonces, llegué justo a tiempo. Anden, ¿que están esperando? Muero de ganas por volverlo a ver.

– ¿Crees que nos reconozca?- Le dijo Linka.

– Solo hay una manera de saberlo, planetarios, reúnanse en círculo, el resto, formen un segundo círculo, dos metros atrás… ¿Listos?. Planetarios, anillos al frente.  Linka, Yi, muéstrenle a los nuevos como se hace

– ¡Viento!-  Exclamo fuertemente Linka, extendiendo su brazo derecho al frente, mostrando el anillo, el dial comenzó a brotar un pequeño torbellino horizontal, que crecía a medida que se desplazaba al frente, cuando fue interceptado por

– ¡Agua!- pronunció Yi en voz alta y entusiasta. Se notaba que disfrutaba el momento.

– ¡Fuego!- le siguió Xóchitl, descifrando la mecánica.

-¿Tierra?, ¿si es eso lo que tenía que decir?- preguntó Barkhit, dubitativo, de su anillo comenzó a brotar una especie de rayo de polvo y piedritas que, al igual que los otros elementos, se hacían más grandes mientras se dirigía al centro confluyendo  con los demás en una especie de bola de luz que contenía todos los colores del arcoíris.

– Tu turno Steve- le invitó Yi.

– ¡Corazón!- de su anillo, no brotó nada palpable, sólo se percibía un tenue movimiento de aire, como ondas que emanaban de él hacia el centro, hacia la bola de luz. La cual, se convirtió en un gran rayo de luz que se dirigió al cielo en medio de una pequeña explosión.

– ¡Ma- Ti!- Exclamó Nan- Ki cuando observó la figura fantasmal de su amado, justo detrás del niño, sosteniéndole la mano. Cuanto los viejos planetarios escucharon eso, voltearon a ver a Steve y efectivamente, pudieron constatar que detrás de él, se encontraba Ma- Ti. Y lucía tal cual lo habían descrito, con cabello y barba blancas, delgado y algo arrugado del rostro, pero feliz y sereno.

– Por sus poderes reunidos, ¡Yo soy el capitán planeta!- comenzó a decir la figura humanoide en la que se había convertido ése rayo de luz. Era un hombre azul de cabello verde que volaba por los aires. Lucía fuerte y radiante como lo recordaban.

Fue un momento sumamente conmovedor para los 3 antiguos planetarios que aún quedaban: Wheeler, Linkya y Yi, quien lloró de alegría al ver nuevamente al campeón de la tierra ( y de paso a Ma- Ti). Mientas que los nuevos planetarios: Barkhit, Xóchitl y Steve, miraban atónitos lo que acontecía.

Continuará…

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