BOTELLA AL MAR/ Utopías

MARTHA CANSECO GONZÁLEZ

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Hace algunos años decía la escritora canadiense Margaret Atwood, que se nos dan mejor las distopias que las utopías. Utopía, según la RAE, es la representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano.

Las distopías entonces son lo opuesto, nos es más fácil imaginar una sociedad futura donde las características negativas causen la alienación humana. Estos rasgos serían, la violencia, la ambición, la individualidad, la corrupción, la guerra, la destrucción, la muerte, la inequidad, el desamor, la no empatía, el mal uso de las tecnologías entre otras.

Las declaraciones de Atwood se dieron en el marco de una entrevista por su obra “El cuento de la criada”, que como ustedes saben trata de una sociedad futura donde las mujeres son maltratadas y vistas como vientres ambulantes para el goce y disfrute de una perversa élite patriarcal.

Pero resulta queridas y queridos lectores, que el poder del pensamiento, de la imaginación, es inconmensurable. Aquello que pensamos e imaginamos se puede convertir en realidad, lo bueno y lo malo.

Algo muy parecido a lo que plantea Atwood en su novela, ocurre con la llamada “agenda trans” que entre otras cosas impulsa la legalización de los vientres de alquiler y se está imponiendo como un avance de los derechos humanos, pero es simple y llanamente una distopia.

La agenda trans no tiene nada de feminista, no se dejen engañar. El feminismo es totalmente emancipador para las mujeres, es decir busca librarlas de todas esas violencias, esclavitudes y mandatos que atentan contra sus derechos humanos.

El feminismo es una fabrica de utopías, el feminismo quiere un mundo, una sociedad y una cultura para todas las personas, pero partiendo del avance de las mujeres y sobre todo que se abra camino su manera horizontal de ejercer el poder.

No es casualidad que aquellas naciones donde se ha aceptado el avance de las mujeres presenten los mejores índices de bienestar. No es que las mujeres hagamos las cosas mejor que los hombres, es que las hacemos de manera totalmente distinta y poniendo en el centro a las mayorías. Eso ya es una enorme ventaja para la humanidad.

Este fin de semana leía yo un post de la feminista española Coral Herrera Gómez habla del mismo tema de esta columna y hace notar que la industria cultural, (medios de comunicación, cine, juegos de video, revistas, plataformas) solo ofrecen historias de catástrofes, guerras e historias en escenarios futuristas terribles.

No hay que olvidar que son hombres los dueños de casi todas las empresas que alimentan a la industria cultural, no es casualidad, así se impone el patriarcado.

El patriarcado, dice Coral, “nos quiere presas, presos del odio y del miedo”, porque lo opuesto, es decir, personas amándose a sí mismas y las y los demás, valientes y atrevidas no pueden ser manipuladas ni engañadas.

Pregunta Coral Herrera, ¿sabeís porque no quieren que soñemos utopías? Porque si pudiésemos imaginar un mundo mejor, nos pondríamos a construirlo.

Soñemos en construir un mundo mejor, pero desde una perspectiva feminista, sin gobiernos, religiones, economías, sociedades y culturas patriarcales que sólo piensan en el abuso, el control, la venganza, la guerra, la destrucción y la barbarie.

Es decir, tenemos que crear una relación entre hombres y mujeres totalmente opuesta a la que el patriarcado a impuesto, para dar paso a una nueva.

Dice la crítica cultural norteamericana, Naomi Woolf en su libro “Vagina”, “Contrariamente a lo que nos dice la tradición judeocristiana, la sexualidad humana, no es el origen del pecado original. El pecado original de nuestra especie es haberse desviado de nuestra tradición más antigua que reverenciaba lo femenino y la sexualidad femenina, y todo lo que ambas representaban para nosotros. Nuestro pecado original son 5 mil años de avergonzarlas, estigmatizarlas, controlarlas, dominarlas, separarlas de las mujeres y de los hombres, compartimentarlas, insultarlas y venderlas. De ese pecado original derivaron grandes dislocaciones y alienaciones en la civilización y en el desarrollo humano y sus resultados se ven por todas partes a nuestro alrededor” (fin de la cita).

Soñemos e imaginemos pues, una humanidad donde impere el buen trato, la generosidad, lo colectivo, la honradez, la paz, la construcción de lo positivo, la vida, los cuidados mutuos, el amor y la empatía.

¡Pronto, muy pronto será realidad!

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