MARTHA CANSECO GONZÁLEZ
(SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). Estimadas lectoras y lectores, miren, de por sí este sistema hegemónico y patriarcal que tenemos soportando miles de años ya es insostenible, su contubernio con el sistema económico impuesto a nivel mundial de un mercado libre sin ningún compromiso, límite, ni coto, es lo peor que nos pudo haber pasado como humanidad.
El neoliberalismo económico que se planteó en los años sesenta con los Chicago Boys y que empezó a llevarse al extremo en un momento histórico, cuando Ronal Reagan, era presidente de Estados Unidos y Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña, rompió entonces todos los equilibrios y contrapesos políticos y económicos necesarios para que el sistema resultase sano y sostenible.
Todo llevado al extremo es malo.
Sí bien los economistas de Chicago, al proponer el libre mercado, ingenuamente asumieron que los recursos generados se repartirían equitativamente en todo el planeta, los mensos no hicieron ningún análisis con perspectiva de género, ni del sistema hegemónico.
Son varias las características de una persona hegemónica, hegemónico, entre ellas que sólo se piensa en una, en uno mismo, “primero yo, después yo y antes que nadie yo”, creen que se lo merece todo, “todo para mí, nada para las y los demás” y que no pensar o actuar a su favor, es estar en su contra, “estás conmigo, o estás contra mí”.
Por supuesto, estos rasgos no tienen nada de humano ni ético, les impiden ser personas integrales e integras. Y esta idiosincrasia, además bien vista por el sistema hegemónico, ha producido uno de los mayores males, LA ACUMULACIÓN.
La brecha entre ricos/as y pobres, ahora es gigantesca. La acumulación ha propiciado que el uno por ciento de la población mundial tenga acaparada el 82 por ciento de la riqueza generada a nivel mundial. Y estas personas ultra millonarias no quieren entender que, ¡demasiado, es demasiado!, ¡que son barriles sin fondo! Y eso tiene consecuencias funestas para la mayoría.
Reitero, vivimos un sistema patriarcal, entonces un hombre con demasiado poder y dinero, pierde todo sentido de la realidad y asume que con “su dinero” puede hacer lo que sea.
El millonario norteamericano Jeffrey Epstein, asumió que con su dinero y poder podría abusar sexualmente de centenares de jóvenes mujeres, sin consecuencias. Donald Trump, con el cinismo que le caracteriza aseguró que su dinero y poder le permiten manosear y humillar a las mujeres y ¡así es!
Pagando sumas estratosféricas, las y los millonarios quieren hacer realidad su sueño de encontrar un planeta donde la vida humana sea viable e irse para allá porque saben perfectamente bien que sus ansias de tener más riqueza, acabará muy pronto con la tierra.
No es que quieran llevar a la humanidad más allá en un afán aventurero, quieren depredar otro astro.
Las farmacéuticas ya de por sí ultra millonarias que se enriquecieron aún más con la pandemia, son las que encabezan los ánimos para convencernos de que el hecho biológico del sexo, no existe y de que un hombre, porque ahora así lo decide, es mujer y de que las mujeres ya no lo somos.
No hay personas, gobiernos, organismos internacionales, organismos de la sociedad civil, instituciones educativas o asociaciones deportivas inmunes a los cañonazos de millones de dólares de las farmacéuticas. Y estas ahora no sólo nos quieren a todas y todos enfermos, obesos, sino también hormonados, operados, rechazando nuestro propio cuerpo y lo peor en nombre de los derechos humanos, ¡qué manera de torcerlos para beneficio de unos cuantos!
¡En eso se están gastando una muy buena parte del 82 por ciento de la riqueza generada por la humanidad!
Tengo que ser sincera con ustedes, cuando supe la noticia de los 5 millonarios extraviados en el fondo del mar no sentí empatía por ellos, perdí humanidad. Pensé ¡Bien ganado y bien merecido! Porque mientras gobiernos, instituciones, y empresas se lanzaron en bola a tratar de rescatarlos, miles de personas pierden la vida en el mediterráneo, en el Darién, en el desierto mexicano buscando una mejor vida.
No me conformó la noticia de que un yate de súper lujo, propiedad de un ultra millonario mexicano, salvó a algunos migrantes en el mediterráneo, porque al mismo tiempo, en Nayarit, México, un maestro hizo un recuento de lo que desayunan sus alumnos y eso debería avergonzar no sólo al millonario sino también al gobierno.
Todo esto que estoy comentando hace más que evidente la urgencia y necesidad de cambiar no sólo al sistema hegemónico, también al neoliberalismo tan inhumano, tan criminal.
Yo, no quiero volver a experimentar lo que sentí, ¡la no humanidad! no está en mi naturaleza femenina.