BOTELLA AL MAR/ Los monstruos del patriarcado

MARTHA CANSECO GONZÁLEZ

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Hace apenas unas semanas hablaba yo en una columna sobre la herramienta muy usada por el patriarcado para imponer lo masculino y a los hombres en la narrativa universal y en el imaginario colectivo, me refiero a la creación y recreación del mito del héroe, del monstruo sagrado.

Mito, quiere decir mentira.

Para que esa mentira del héroe y del monstruo sagrado se mantenga y sobreviva, tiene que, por fuerza, contar con la alegre participación de un corifeo integrado por todas y todos nosotros, pero especialmente las mujeres.

Somos las mujeres, por mandato de género, las porristas principales de “estos seres únicos e irrepetibles”, que como decía yo en la pasada columna, en la realidad la mayoría de ellos, son hombres más corrientes que comunes y muy, muy alejados de lo que la ética y la moral consideran, tan siquiera, una buena persona.

Y ahí está este gigantesco batallón de mujeres, alabándolos, premiándolos, sobrevalorándolos, adorándolos y amándolos incluso dejando ellas en el camino, su propia autoestima, el amor por sí mismas y sobre todo su seguridad, porque, ponerse por debajo de ellos es convertirse en la víctima perfecta de cualquier tipo de violencia.

Y en esta situación la violencia viene en muchísimas presentaciones y formas: física, psicológica, emocional, económica, patrimonial, sexual, abandono, infidelidad, deslealtad, abuso de confianza, más las que a ellos se les ocurran.

Y estos “héroes y monstruos sagrados” vienen también en diferentes presentaciones: artistas, intelectuales, padres, hijos, hermanos, novios, esposos, políticos, funcionarios, dirigentes, escritores, actores, cantantes, atletas, militares, gobernantes y cualquier profesión, oficio, actividad o relación que tengan con ellas.

Así, he visto a mujeres valiosísimas deshacerse, invisibilizarse, moverse a un lado, resquebrajarse, humillarse, arrastrarse e incluso agradecer públicamente que ellos se hayan casado o fijado en ellas.

¡La verdad es que me resulta dolorosísimo!

Fíjense muy bien y que quede muy claro: no les estoy diciendo que no los quieran, que no los valoren, estoy asegurando tajantemente que a los hombres hay que quererlos y valorarlos en su justa medida, ni más ni menos, pero nunca jamás quererlos y valorarlos más que a nosotras mismas, por una razón; porque sólo se defiende aquello que se quiere y se valora, por eso las mujeres no se defienden.

Para poder romper con el patriarcado y dejar de ser víctimas de sus mentiras hay que empezar a ver a los hombres y al poder, como nuestros iguales y poner todo en duda. ¡No se imaginan que infinitamente liberador es este ejercicio, como quitarse una loza de encima!

Todo esto viene a colación por lo que está pasando en Francia, literal ese país está a punto de caer en un enorme garlito patriarcal. Resulta que el actor francés Gérard Depardieu, está siendo denunciado por distintas mujeres de abuso sexual y violación.

Decenas de personas entre artistas, intelectuales y hasta el mismísimo Emmanuel Macron han salido en defensa del impresentable actor, pero quién ha venido a poner los puntos sobre las íes es la directora catalana de cine Isabel Coixet con un artículo para el diario El País, “Los monstruos sagrados no existen”

Dice Isabel: “Nadie pone en duda la calidad actoral de Depardieu, como gigante del cine. Así como nadie discute que Polanski es un director de talento o que Plácido Domingo poseía una espléndida voz. Hablamos de como el estatus de monstruos sagrados y la veneración que suscitaban, han permitido a tantos y tantos artistas no rendir cuentas nunca de sus conductas abusivas”

Lean completo el artículo de Coixet, sobre todo su encuentro con el barbaján de Gérard, lo subí en mí página de Facebook que tomé a mi vez del FB de mi amiga la periodista cubana Delia Acosta, que tomó de otra amiga. Total, que Elisa Sol, se ha convertido en la amiga catalana de decenas de feministas.

Por supuesto, el patriarcado hará todo lo posible por salvarle la carita a Depardieu, como lo hizo con Polanski y con Domingo porque ahí está su fuerza en la creación de monstruos y héroes masculinos donde no los hay.

Porque lo peor que le puede ocurrir al sistema es que se descubra que sus ídolos, héroes y monstruos son en realidad hombres comunes y corriente. Hombres machistas, violentos y crueles que han, sobre todo, abusado de la confianza de aquellas que los admiraban.

¡Ni los monstruos sagrados ni los héroes existen, son un invento del patriarcado!

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