BELLAS Y AIROSAS/ Ser veterinaria

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Bien vaticinó en el siglo XIX un periodista: “He visto a las futuras veterinarias, a las señoritas estudiantes de esta carrera que nos parecía la única que no escogería nunca la mujer. Pero nos hemos equivocado. Ya no hay carrera ni profesión donde las mujeres no metan la cabeza”.

El pasado 17 de agosto fue día del veterinario. La fecha fue elegida porque en ese día, pero de 1853, Antonio López de Santa Anna emitió y publicó un decreto para instituir la educación veterinaria en el país.

La fecha es provocativa para que exploremos la manera en que las mujeres se integraron a esta carrera ya que, como en la mayoría de las profesiones, las mujeres tuvieron que demostrar estar “capacitadas” para poder estudiarlas.

Según señalaba María Castaño, investigadora española que realizó estudios sobre la presencia de las mujeres en este ámbito, en las primeras escuelas que surgieron de Medicina Veterinaria con frecuencia circulaban argumentos donde llegaba a afirmarse que “el ejercicio profesional se basaba en el rudo trato con los animales, por lo que se consideraba que las mujeres no guardaban las condiciones físicas necesarias para este tipo de prácticas”. Sin embargo, en el estudio presentado por Mascia Naudy Trujillo se cita un documento del siglo XIX donde se reconocía que “el tiempo, los hechos y las propias mujeres, con su tenacidad, fortaleza, determinación, sentido del humor, decencia, y honor, han ayudado a desarmar estos argumentos y hasta las prácticas discriminatorias y el trato indiferente”.

Detectar quién fue la primera mujer en ejercer esta profesión no es sencillo, pero se recuperan nombres como los de la angloirlandesa Aleen Cust, 1897, de quien se ha dicho que su nombre fue “un grito de batalla” en esa época ya que era muy difícil que las mujeres tuvieron acceso a la universidad, y más que quisieran dedicarse a una profesión que tradicionalmente solo ejercían los hombres. Para poder estudiar Medicina Veterinaria ella tuvo que renunciar a su nombre y bajo un seudónimo fue aceptada en este ámbito. Sin embargo, cuando quiso titularse no querían hacer los trámites por tratarse de una mujer. Se arriesgó a trabajar sin título y su compromiso profesional permitió que obtuviera reconocimiento social, pero fue hasta 1919, gracias a la expedición de una ley en Inglaterra que impedía que una mujer fuese excluida de una profesión por su sexo, que esta primera veterinaria fuera reconocida como tal.

Aunque de igual manera se asegura que las rusas Krusekva y Dobrowilskaia también tuvieron el honor de ser pioneras y que en 1889 recibieron su título por parte de la Escuela Veterinaria de Zurich.

En Estado Unidos Mignon Nicholson fue a primera mujer veterinaria, en Chicago, durante el año de 1903. Aunque se mencionan que Elinor McGrhat y Florence Kimball también son consideradas pioneras en esta área médica, en 1910.

En México fue en 1939 cuando catorce jovencitas fueron aceptadas para estudiar veterinaria:

* África Medina Navascues

* Aline Schuenamnn Hoffner

* Ana María Frías Godoy

* Ángeles Medina Navascues

* Aurora Velázquez Echegaray

* Elena Ametller Raventos

* Graciela Gómez Gallegos

* Guadalupe Suárez Michel

* Hilda Angélica Díaz González Villarreal

* Irma Guerrero Díaz

* Irene Joyce Blank Hamer

* María Inés Izaguirre Romero

* Natalia Santaella Cruz

* Yolanda de León Zarzosa

África y Ángeles Medina Navascues, hermanas de origen español, fueron las primeras en titularse. Las dos ya había iniciado sus estudios en España y cuando tuvieron que radicar en nuestro país decidieron continuar y concluir sus estudios. África se tituló en 1944 y Ángeles en 1947. En tanto, Guadalupe Suárez Michel, mexicana, recibió su título en 1945.

Hoy en la UNAM la carrera está conformada por 620 estudiantes y el 75 por ciento son mujeres y en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo de 1047 estudiantes 672 mujeres están en la licenciatura de Veterinaria y Zootecnia, y solamente 375 hombres.

El espacio y el tiempo, poco a poco se ha ganado, aunque todavía quedan retos. Por ejemplo, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Social, entrega el Premio de Sanidad Animal y a lo largo de sus treinta ediciones, solamente cinco mujeres han recibido dicho reconocimiento:

  1. Aline Schuneman de Aluja.
  2. Aurora Velázquez Echegaray.
  3. Nélida Jiménez González.
  4. Yolanda Maricela Barrera Tenorio
  5. Ofelia Flores Hernández.

En cualquier parte del mundo, las mujeres veterinarias siguen ejerciendo con gusto su profesión, dan clases y motivan a sus estudiantes, saben que todavía el camino es complicado, pero no dejan su sueño. La poeta y veterinaria María Sánchez escribió en Tierra de Mujeres:

Lo reconozco: Soy una mujer que es tercera generación: mi abuelo era veterinario, mi padre es veterinario y yo también lo soy. Soy la primera nieta, la primera hija, la primera sobrina. Pero también la primera veterinaria. Vengo de una familia que siempre ha estado ligada a la tierra y a los animales, a la ganadería extensiva. Mi infancia está llena de alcornoques, encinas y olivos, algún huerto, despensas y muchos animales…

Los libros entre los que crecí, todos esos apuntes y manuales de consulta con los que pasé tantas horas en la biblioteca, guías de animales y de aves, todas esas novelas, esos cuentos y esos poemas, todos, prácticamente en su totalidad, escritos por el mismo sexo. Todos aquellos a los que admiré y seguí: científicos, ecologistas, pensadores, veterinarios, pastores, agricultores, jornaleros, ganaderos, conservacionistas, divulgadores, todos ellos, todos, absolutamente todos, hombres…

Afortunadamente, hoy los papeles han cambiado: las historias de las mujeres salen a la luz y se convierten en referentes, modelos a seguir y vidas que contar para las niñas de nuestros días y de los que vendrán. Cuando empezamos a ser conscientes de lo importante que es reconocerse en alguien surge un sentimiento nuevo: sentirse hermana de alguien que conoce el camino, convertirla en una pieza clave en nuestra historia, en un engranaje que nos permitirá crecer día a día. Una estela que poder continuar y crear, al fin, nuestra propia narrativa. Queremos mujeres en todos los espacios.”

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