SALVADOR MARTÍNEZ GARCÍA. En momentos en que el petróleo recupera su importancia estratégica en el mundo con elevados precios y creciente demanda nace la refinería Olmeca en Paraíso, Tabasco; Dos Bocas como se le conoce a esta nueva refinería se suma a las 6 ya existentes en el país y a la Deer Park, en Texas, que representa un sólido paso para la autonomía en gasolinas y diésel al término de este sexenio.
La rehabilitación de la infraestructura petrolera nacional ha permitido incrementar casi al doble del aprovechamiento al pasar de 485 mil barriles diarios a 863 mil al día para el 2023 alcanzar a procesar un millón 200 mil barriles.
Pero no sólo la inauguración de la refinería de Dos Bocas permite al país transitar hacia la soberanía energética, sino que se convierte en símbolo político de la administración Lopezobradorista, incluso podría ser anticipo del relevo presidencial por la reconocida presencia de otro tabasqueño, Adán Augusto López Hernández.
Quizá este último factor sea el que más ha sido comentado tras la inauguración de la refinería Olmeca, pues a dos años de los comicios presidenciales la sucesión está desbocada y el ex gobernador de Tabasco parece alcanzar a quien todo el mundo suponía como la favorita del presidente.
Todo esto resalta la importancia de la inauguración de la refinería, aun cuando alcanzará sus máximos niveles de producción hacia el 2024 o 2025.
Por lo pronto el viernes pasado el presidente López Obrador alcanzó su segundo gran proyecto sexenal, el AIFA y la refinería Olmeca, para abocarse ahora a la conclusión del tren Maya y del tren transístmico que con 207 kilómetros cruzará de Salina Cruz, Oaxaca, a Medias Aguas, Veracruz.
Esta obra cuya idea viene desde el año 1850, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña pensaron a ser una vía para transportar mercancía de un continente a otro, lo que hoy permitirá ahorros en la trasportación frente al paso del Canal de Panamá.
Obras materiales que impulsan el desarrollo, pero a la vez fincan la política.
SUSURROS
Mientras en Morena los nombrados aspirantes a la Presidencia de la República conforman sus equipos de precampaña, en la oposición brillan por su ausencia personajes políticos que, pudieran al menos dar pelea en dos años.
La llamada Alianza Va por México no encuentra en ninguno de sus tres partidos que la conforman, PAN, PRI y PRD, un precandidato sólido, por más que muchos se apuntan, sin posibilidades reales.
Quien presume de cartas fuertes es Dante Delgado Rannauro del Movimiento Ciudadano, aunque la verdad con una fuerza del 7 por ciento del electorado, según las últimas encuestas, poco o nada puede hacer con Luis Donaldo Colosio, Samuel García o Enrique Alfaro Ramírez.
Por eso todas las miradas se concentran en las corcholatas de Morena, entre las que ya se da una batalla férrea por abajo o por arriba de la mesa. Justo esa confrontación puede ser el talón de Aquiles, porque sin unidad todo podría irse por la borda.
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