>> Las vacas enflacarán para el próximo periodo invernal
>> México únicamente pasa por una volatilidad importada
FRANCISCO GÓMEZ MAZA. El pesimismo, causado por el futuro incierto de la economía nacional, y la internacional, principalmente por los efectos adversos de la guerra Rusia – Ucrania, así como por la convicción de muchos analistas de que las vacas estarán muy flacas cuando llegue el próximo invierno, por ausencia de inversiones productivas tanto nacionales como extranjeras, se alivia cuando algunos agentes económicos ven signos alentadores en el panorama.
No obstante que el ambiente está inundado por la convicción de que la economía experimentará este año prácticamente nulo crecimiento con una alta inflación, y otras variables económicas muy débiles, como una moneda devaluada y altas tasas de interés, hay empresarios que insisten en que, a pesar de las convicciones adversas, negativas, a México le irá bien y que tendrá buenos dividendos al finalizar el año.
Ahora sí que, como dicen las hijas de María, dios oiga los buenos deseos de estos empresarios que creen en la divina providencia.
A la pesimista realidad de la crisis económica mundial y, particularmente, la de Estados Unidos, ahora segundo socio comercial de México, se añade la volatilidad de los mercados, impulsada sobre todo por la guerra de Rusia contra Ucrania, uno de los países más desarrollados de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ahora en manos de la ultraderecha internacional.
Pero en la economía mexicana, de acuerdo con los analistas bursátiles, la salida de capitales se paró y, simultáneamente, continuaron ingresando los dólares, a través de las salvadoras remesas de los mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos.
Simultáneamente, hay quien asegura que los inversionistas no dejan de ver muy atractivo el mercado mexicano, particularmente quienes juegan en la bolsa de valores.
Expertos bursátiles consideran que el impacto negativo sufrido en las últimas semanas por el mercado, atribuido a los efectos emocionales de la invasión y agresión militar, ordenada por el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, a Ucrania, se debió más bien a los reportes de las empresas que cotizan en la bolsa como tienen que hacerlo tradicionalmente.
Sea lo que fuere y aceptando el optimismo, por ejemplo, del director general de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), José Oriol Bosch, entrevistado por periodistas expertos en cuestiones bursátiles, el producto interno bruto, seguramente, no rebasará el crecimiento anual experimentado durante los gobiernos neoliberales, especialmente el de Enrique Peña, cuando era un premio lograr un crecimiento de dos por ciento del producto. Pero no será tan negativo como lo esperan otros economistas del sector privado, como los que encuesta el Banco de México cada mes.
Salvo que don Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda, haga un milagro – el optimismo de este economista de la 4T es mayúsculo-, con una inflación de 7.5 por ciento (por lo menos), una tasa de fondeo bancario, también muy por encima del 7 por ciento, y una moneda devaluada fuertemente, el crecimiento del Producto no rebasará el 2 por ciento que veían con optimismo los hombres de gobierno de los sexenios de Peña y de Calderón.
Los dirigentes de la Bolsa están convencidos de que la economía mexicana está comportándose muy bien, como un niño bonito que se vacuna contra la covid y, religiosamente, hace tus tareas escolares para obtener el máximo de calificación de 10.
“México está comportándose muy bien, los fundamentales aquí siguen siendo sólidos, sigue habiendo flujo de capital. Yo creo que México es muy sólido, ha aguantado muy bien”, comentó recientemente José Oriol Bosch al periodismo que cubre las actividades de la Bolsa.
Mientras tanto, Joe Biden prohibió las importaciones de petróleo ruso, entre otras sanciones económicas por el conflicto bélico que sostiene con Ucrania. En realidad, el petróleo ruso significa muy poco para el mercado energético estadounidense.
Sin embargo, el presidente estadounidense volteó los ojos hacia la Venezuela de su archienemigo Nicolás Maduro, quien no es el presidente legítimo de aquel país, sino el opositor Guaidó. Tuvo Biden que dar su brazo a torcer porque necesita el petróleo que el diablo, como a México, le escrituró a Venezuela.
Lo que ocurre es que México atraviesa por un periodo de “volatilidad importada” y los inversionistas mantienen la calma al ver los índices de crecimiento del PIB, nivel de tasas de interés, entre otras variables de largo plazo.