ANÁLISIS A FONDO/ ¿Reconciliación, doctor Monreal?

>> ¿La polarización es resultado de la desigualdad?

>> ¿Perdón entre los explotados y los explotadores? 

FRANCISCO GÓMEZ MAZA. En una entrega de esta columna de hace algunos meses,  aseguré que la vida de AMLO y la de Monreal eran ya vidas paralelas, que jamás volverían a unirse, porque el zacatecano no coincide con el presidente en el concepto y mandato de IV la transformación de la vida pública de la nación.

Ahora, el senador insiste en gobernar para acabar con la polarización de la sociedad  y no repara en que, en honor a la verdad, quienes atizan las contradicciones sociales son los poderosos económicamente, los intelectuales, y de nada sirve hablar e insistir porque, si no hay un cambio profundo de actitud, la sociedad continuará enfrentada, peleada entre pobres y ricos. La zanja entre ambos bandos es profunda, imposible de librar, si no hay cambio de actitudes.

Ahora se pone mucho énfasis en la confrontación de la sociedad de la cual culpan al presidente de la república, que diariamente, desde su conferencia mañanera, analiza a la llamada sociedad mexicana y el odio, el desprecio, la exclusión que es la práctica, también cotidiana, de las clases dominantes contra los trabajadores, incluyendo en estos a todas las clases pobres y desheredadas.

Y aunque ya había habido innumerables desavenencias en el seno de la IV Transformación en torno al tema, el sábado pasado se pergeñó con más certeza  el concepto que Monreal tiene de la transformación, igualándola con la lucha para acabar con la polarización.

El senador presentó, en la Arena México, lo que él llama plan de reconciliación nacional, en el cual mete a todos en el mismo costal: a explotadores y explotados, a ricos y pobres, a derechistas reaccionarios y luchadores por la justicia y la dignidad, a panistas ultra reaccionarios y luchadores de izquierda, con el pretexto de la polarización, la alimentada por el presidente López Obrador. No se refiere a la polarización alimentada por el odio, el racismo el exclusivismo, la exclusión generada por las clases dominantes.

Monreal Ávila presentó, ante un aforo de alrededor de 16 mil simpatizantes, su Plan de reconciliación Nacional, plataforma  que busca eliminar el “veneno de la polarización”, reconocer la pluralidad del país y “construir un México inclusivo, próspero, con justicia social e igualdad de oportunidades.”

Las palabras del manifiesto de Monreal se leen muy bien; son muy optimistas. Al respecto, Monreal advirtió que “no podremos lograr un México mejor y más fuerte si estamos divididos, pues un país que está en batalla contra sí mismo y cuyos habitantes luchan unos contra otros no puede avanzar.”

Las palabras del senador no pasan de ser más que eso. Palabras. No se acabará con la polarización en una sociedad permanentemente polarizada, confrontada, enfrentada por las desigualdades sociales y económicas. Mientras unos pocos lo tienen todo, los muchos, la inmensa mayoría, carece hasta de lo más indispensable.

Monreal quiere la presidencia de la república, pero con su discurso del sábado 19 de noviembre resultará casi imposible lograrlo. Las tendencias políticas, que un reportero capta en los ambientes, indican que el Partido Morena está muy bien posicionado y está a la cabeza y que gobernará otros seis años, a partir de 2024.

El senador Monreal tiene todo el derecho de aspirar a suceder a López Obrador. Sin embargo, el zacatecano está en un  tremendo brete: téngalo por seguro que no será candidato de Morena. Hay otros adelantados sugeridos por el propio presidente López Obrador.

Dijo el aspirante a contender por la presidencia de la república que “estamos en un momento definitorio para toda la República, pero no somos grupos opuestos, sino ciudadanos que buscan que nuestro país no sea deformado por la división y el encono, pues somos un pueblo con valores, respeto, inteligencia y creatividad; que nada ni nadie nos achique”.

Imposible lograr, en una sociedad abultada de contradicciones sociales y económicas, culturales y religiosas, una sociedad como la que dibuja Monreal. Tenemos grandes valores, a los que hace mención en senador, pero a la mera hora, a la hora de la verdad, la confrontación es inevitable porque no pensamos lo mismo y no actuamos para defender los mismos intereses: Las clases dominantes defienden sus intereses económicos, su bienestar, sus riquezas, su exclusividad y exclusivismo. Los otros, que son la inmensa mayoría, luchan por salir de la pobreza y obtener mínimos de bienestar para ellos y su familia. Pero llenar esas legítimas aspiraciones está, para ellos, en la cola de un venado. Quizá de ahí el incremento de la violencia, el robo, el asesinato y el formar parte de las filas de los ejércitos de la delincuencia organizada.

Pero sus aspiraciones no las va a satisfacer Monreal en ningún otro movimiento político, en ningún otro partido, aunque tampoco dentro de Morena porque él mismo se ha encargado de alimentar antipatías, fobias, de muchos militantes hacia su persona. Lo apoyarán algunas personalidades del movimiento, pero las mayorías van por otro camino. Me encantaría que fuera así.

Aunque el mismo Monreal lo advierte: “no tendremos reconciliación real hasta que la gente en México tenga piso parejo y eso empieza con la creación de un país inclusivo, cuya diversidad sea activada para la unidad y la producción.

“Todas y todos formamos parte de esta diversa riqueza; sin embargo, existen grupos sociales que libran una lucha diaria contra estereotipos, discriminación y exclusión social.”

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