FRANCISCO RODRÍGUEZ
En las últimas décadas México ha perdido a casi 15 millones de sus hijos que han migrado hacia los Estados Unidos para prestar allá su fuerza de trabajo, sus habilidades técnicas y sus capacidades intelectuales.
Con todo y las “ayudas” del Bienestar y las “cifras delincuenciales en descenso” que presume la 4T, muchos más siguen huyendo expulsados por este injusto y corrupto sistema político y económico.
Allá han demostrado lo que aquí no consiguieron usar en beneficio propio y de sus familias: férrea disciplina en el trabajo, voluntad tenaz y muchos conocimientos productivos e industriales, así como hábiles estrategias defensivas contra la impertinente discriminación. Se han abierto paso a brazo partido.
Con destrezas productivas que aquí nunca se les reconocieron, nuestros enormes paisanos sacaron a flote la industria agropecuaria norteamericana y la han convertido en el único soporte de varias crisis recurrentes.
Han logrado que el sector agroindustrial e, incluso, pecuario norteamericano se eleve muy por encima –en ganancias y en participación en el producto industrial bruto de ese vecino país– de las industrias aeroespacial, armamentista, bio-alimentaria, química, satelital y comercial, antes orgullos de demócratas y republicanos. Así como suena.
Gracias al trabajo y a los conocimientos de los migrantes mexicanos, los Estados Unidos son ahora un país autosuficiente en materia alimentaria y por tal, también, participan estratégicamente como fullero interventor de reservas alimentarias en países que atraviesan sequías inenarrables en Asia y África.
Gracias a eso, también hay que decirlo, ejercen un infame papel de árbitros en la decisión de qué grupos poblacionales deben de sobrevivir a las hambrunas, porque son más funcionales a los intereses de la bandera de huesos y calaveras, como la llamó Mark Twain.
Sin remesas y sin narco ya no existiríamos
Acá en el rancho grande tenemos que hacernos cruces cada fin de mes para esperar la buena voluntad de los transterrados, nuestros paisanos, que no sólo deben subsistir capoteando las embestidas de la Border Patrol y sus alguaciles, sino corrigen, con su talento productivo, las distorsiones estructurales de sus mercados.
No obstante, se han impuesto casi como misión humanitaria, el generoso envío de sus remesas líquidas a México, por valor de 63 mil 238 millones de dólares tan sólo en 2023, una cantidad equivalente a la mitad del presupuesto anual disponible que el «gobiernito» federal debería invertir en distintas actividades, pero que ha empleado para construir “elefantes blancos” tipo AIFA, Tren Maya, Dos Bocas, etc.
Los más de 63 mil millones de dólares de los paisanos migrantes “ilegales” en Estados Unidos son para ayudar a la sobrevivencia de sus familias campesinas, debatiéndose en la miseria.
Pero son también para ayudar a sobrevivir al país. Para soportar la resequedad económica provocada por los funcionarios hacendarios que también andan afanosos atrás de los envíos de migrantes, para saber por dónde pueden llegarles a través del fisco.
Es un lugar común señalar que, si no fuera por los envíos de remesas, que año con año refrescan un sistema económico cansado de tanto mercenario local, y el circulante monetario proveniente de las actividades ilícitas, México no existiría más.
La actividad del trasiego y el narcotráfico y sus acciones conexas de lavado de dinero e inversiones en el sector comercial o de servicios, han logrado, aunque los funcionarios no lo reconozcan, la subsistencia del país.
Sin esas fuerzas, México sería un desierto desolado y yermo, donde no podrían sobrevivir ni los saraguatos, ni los saguaros, en los que nos recargamos con sombrero y jorongo para que nos retraten los turistas.
Ante esta realidad nacional, emerge con una lógica implacable, la pregunta clave de los habitantes, ¿quiénes son los verdaderos flagelos, los narcos, que brindan empleo, aunque sea como «halcones», «madrinas», mensajeros, «guerrilleros», “sicarios”, policías y defensas comunitarias o los funcionarios públicos, que son empleados de ellos, pero nos hacen la vida insoportable y nos exprimen sin tregua ni cuartel?
Imposible trabajar sin recomendaciones
Por otro lado, la » población económicamente activa» de este país se dedica, por lo general, a actividades ocupacionales, pero no productivas.
Aparte de que el sector servicios, terciario del sistema económico, atrae a la mayor cantidad de empleados en áreas que generan pocas utilidades al desarrollo del mercado interno y en otras que en la práctica representan al subempleo disfrazado, aparente sólo para efectos estadísticos…
… una gruesa franja de la población «ocupada», vive directamente del presupuesto público, ya sea disfrutando de alguna encomienda facilona o desempeñando sus talentos como gestor de las factorías privadas en el trámite de» engorrosos» asuntos, cuya simplificación administrativa representaría un despropósito en estas condiciones…
… más todos aquellos que, en edad productiva, reciben “becas” del dinero de los pagaimpuestos, principalmente jóvenes cuyas edades fluctúan de los 18 a los 29 años.
Desenredar estas madejas e intríngulis urbanos de las posibilidades de empleo es muy difícil, tanto para alguien que va a acceder por primera vez al mercado laboral, como para quien no conoce el difícil entramado de las relaciones públicas para vivir como un miembro de las castas doradas del empleo en oficinas públicas o en comercios acreditados. Sin recomendaciones válidas es imposible ingresar.
Hubo momentos angustiosos que relataron sus mismas víctimas para dibujar de cuerpo completo este despropósito nacional. En tiempos de apuro, el distinguido agrónomo Edmundo Flores, egresado de la Escuela Nacional de Agricultura, de Chapingo, luego representante en la FAO, al buscar un lugar en el Banco de México, fue inquirido por un burócrata de tercer talón destinado a rechazarlo, si sabía inglés, a lo que Flores contestó que buscaba chamba de analista económico agropecuario, no de secretaria bilingüe.
Así también el maestro del Colmex, Rafael Segovia, transterrado castellano, alérgico al inglés , maestro de varias generaciones de intelectuales y fruncionarios, relataba que cuando quiso acceder a la dirección del Centro de Relaciones Internacionales del Colegio y poniéndole el obstáculo para desempeñar esa función, contestó que nadie lo había educado para servir al Imperio, y que los trabajos de análisis, para los que lo necesitaba Daniel Cosío Villegas, no tenían nada que ver con el manejo de esa lengua.
Ingenuidad de Claudia Sheinbaum
Hay muchos estudiosos en Estados Unidos que opinan acerca de la gran ayuda de la mano de obra y del talento mexicano desplegado en las industrias rurales americanas. Incluso, argumentan que, si no hubiera sido por esa intervención, muchas veces contra el deseo de los empleadores, cargados de estigmas racistas, ese país no resolvería todavía el doble déficit financiero y fiscal que lo ahogaba en la década de los noventa y que pronosticaba una quiebra total del Imperio para los siguientes cincuenta años, por lo menos.
Por eso fue tan ofensiva la «volada» demagógica de Barack Obama, al querer aparentar que con una acción ejecutiva iba a solucionar de un plumazo el problema migratorio. Igual de ofensiva que la postura de los polkos de acá de este lado, José Antonio Meade y Eduardo Medina Mora que en aquel momento lo secundaron.
Lo único que lograron fue posponer en la agenda de ese país los justos reclamos de nuestros migrantes, así como cancelar las posibilidades de negociación que hubieran tenido, en tiempo y forma, frente a los reales mandos republicanos.
Hoy la historia, que es cíclica, se repite. Los amagos de Donald Trump y de los verdaderos halcones que integran la mayoría de su gabinete van en el sentido de cerrar desde el próximo 20 de enero la frontera común para impedir el paso de “ilegales” y la expulsión, incluso de familias enteras, de quienes ya están allá “sin papeles”.
La presidente formal Claudia Sheinbaum aún cree que puede razonar con ellos. Es una posición harto ingenua que está destinada al fracaso.
Con un canciller inexperto, cual sin duda es Juan Ramón de la Fuente con un ligero barniz en la ONU –donde ni siquiera tenía rango de embajador, sino de representante– no lo convierte en experto en relaciones exteriores.
Con un secretario de Economía, como Marcelo Ebrard, quien ya se dobló ante Trump sin que siquiera éste le pidiera que lo hiciera, el panorama no pinta para bien.
Estos dizque gobernantes tiene México. Con ellos hay que arar.
¿Qué vamos a hacer con los migrantes que retachen en EU?
Son los mejores mexicanos. Tuvieron el valor de correr todos los riesgos para llegar allá. Con el único que no podrán es con el riesgo de volver a vivir aquí: inseguros y sin empleo.
Somos muy buenos para ponernos piedras en el camino. No conocemos ni de lejos la solidaridad. Deturpamos las actividades que en un momento mexicano como el desastroso que vivimos, pudieran ayudarnos a sobrevivir. Loamos a los corruptos. Levantamos monumentos y cantamos loas a los inservibles. Protegemos a los esbirros. Quemamos incienso a los depredadores. Somos malinches, en el peor sentido de la expresión. Y siempre, genuflexos ante el extranjero.
¡Dios nos agarre confesados!
Indicios
La posición adoptada por la Presidente formal Claudia Sheinbaum ante el anuncio de Donald Trump de aplicar aranceles a todos los productos que México exporta a los Estados Unidos no deja de ser plausible, pero habría que recordar que hay otras vías de negociación. Si se aplica el tradicional “ojo por ojo… el mundo terminará ciego”, como bien dijo Mahatma Gandhi. Hay que reconocer la endeble situación de México, por lo que entablar una guerra comercial con nuestro poderoso socio más importante a la postre resultará contraproducente. * * * Por hoy es todo. Le agradezco que haya leído este Índice Político. Como siempre, además, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!