EXPEDIENTES SIN ARCHIVO/ Fuera del pecado

 

ADOLFO RAMOS ESPINOSA

Los métodos para calificar a quienes habrán de formar parte del nuevo gabinete federal, se han modificado.

Esos que llegan por decisión de la doctora Claudia Sheinbaum, presentan perfiles que los remiten a una formación académica.

No obstante las “recomendaciones” y “sugerencias” que el mandatario saliente maquilla para no revelar que sus “recomendaciones” son una imposición, hay perfiles que muestran una preparación estudiosa sólida.

Currículums que superan el método para descalificar, exhibir y, de manera tácita, ofender a quienes viven el “pecado” de ser expertos o tener una preparación que los convierte en letrados.

Porque nadie puede negar que, en tiempos no lejanos, haberse dedicado toda la vida a prepararse y ser especialistas en una materia, se convirtió en un riesgo peligroso por el que fueron  reprimidos y regañados públicamente.

Desde el Salón de la Tesorería, en el corazón de Palacio Nacional, se utilizó el micrófono y una sarta de maldiciones para humillar a quienes tienen, porque así lo buscaron, una preparación diferente.

Hubo un momento en que nada fue más riesgoso que tener conocimientos vastos sobre cualquier materia. O contar con una preparación escolar que rebasara el promedio medio de los profesionistas.

Quienes abrevaron en disciplinas como la economía, ingeniería, derecho, legislación, medicina, periodismo, seguridad nacional, agricultura y cualquier otra, enfrentaron dos opciones: dejarse insultar abiertamente o quedarse callados para ser embestidos por la ignorancia y la terquedad.

Prueba de ello, las palabras letales a quienes cursaron estudios en Harvard o universidades en el extranjero.

Fueron calificados como elitistas, clasistas, racistas y preparados para robar.

Las descalificaciones de quien pudo terminar una carrera universitaria 14 años después de quienes fueron sus compañeros de generación, fueron denigrantes. Las injurias antes que la razón.

Pronunciadas por alguien que tampoco alcanzó el grado de Estadista, las sentencias degradantes y bochornosas, fueron endilgadas como un pecado difícil de sacudirse.

Los que con ahínco, esfuerzo dedicación y sacrificio tienen en su haber una maestra o un doctorado siempre corrieron el riesgo de saber que están perdidos y equivocados, porque frente al absolutismo del todopoderoso no hay argumento válido con el que pueda imponerse la razón y el conocimiento.

El panorama es simple: La tiranía y la arbitrariedad suplieron el paso por las aulas para obtener conocimientos más allá de una licenciatura.

La autocracia arremetió para avasallar el conocimiento y la especialización.

La función pública se convirtió en un capricho y en una terea impositiva que raya en la aberración. Ahora, incluso, con la amenaza de que sean las tómbolas las que destierren la experiencia y el conocimiento.

Ya no habrá, por ejemplo en el Poder Judicial, el incentivo de una carrera docente ejemplar. Ahora cualquier mamarracho, compañero de juerga o vestimenta desarrapada podrá situarse atrás de un escritorio para juzgar y hacer que la Justicia se convierta en injusticia.

Existe el riesgo de que se imponga la intolerancia que cancela las libertades de pensamiento, de conocimiento, de preparación.

Y todo porque el despotismo apareció encubierto con ropajes de santidad, con indumentarias de una democracia atropellada que revelan la injusticia que tanto se critica para enarbolar banderas de honestidad y transparencia.

Nada más dictatorial que recurrir al poderío de la vestimenta que disimula la soberbia y el autoritarismo para humillar a quienes tuvieron la desdicha de ser estudiosos, inteligentes y cometieron el error de ponerse bajo las órdenes de quien tiene una deformación incalculable.

Inverosímil que sea el fanatismo y la incultura, el medio para atropellar a la ciencia, el conocimiento y a la sabiduría.

Pero esos son los riesgos de creer que la falsedad y la mentira pueden ser argumentos válidos para ocupar cargos de privilegio desde los que, con un lenguaje indignante, se muestra la pobreza de valores.

Triste y lamentable, pero todavía hay quienes aceptan ese infortunado contexto absorbido por una clase hambrienta de esperanza.

Ya ni quejarse es bueno, porque se corre el riesgo de ser llevado a la hoguera o ser lapidado  por cometer el pecado de disentir de las formas y de los contenidos.

Por cierto, ¿algún día sabrá lo que es ser Jefe de Estado?

Lo bueno de todo, es que en el gabinete habrá quienes no llegan cobijados por la arbitrariedad.

Aunque otros llegaron bajo la coacción de quien se niega a entender que llegó el fin de su mandato. De quien no asume que los excesos tienen prescripción y que la regla de oro sentencia: Viva el rey, muera el Rey.

ARCHIVERO

El derroche de recursos en la refinería Dos Bocas, que incluye un gasto exorbitante y muuuyyyy superior a lo calculado inicialmente, tiene una justificación: Rocío Nhale ya es gobernadora en el estado de Veracruz y suplirá al torpe Cuitláhuac García. Parece competencia, porque los dos tienen galardones suficientes que no son para presumirse. Y no se diga en eso de adquirir propiedades que hacen suponer las ganancias que no pueden ser incluidas ni se reflejan en la manifestación de bienes ante la Función Pública… Rubén Rocha Moya es buen practicante de la política del avestruz, quizá piensa que escondiendo la cabeza podrá alcanzar el calificativo de gobernador. No sólo es despreciado por los sinaloenses, que ni siquiera se refieren a él como gobernador. Tiene mucho que explicar y rendir cuentas, aunque viva atrincherado en su caparazón del cinismo…Rutilio Escandón, gobernador del estado de Chiapas, lleva en el apellido materno la sentencia con la que vivirá el resto de sus días: Cadenas. Porque ante las masacres y la violencia que imperan en esa entidad, resalta la incompetencia de lo que debe calificarse como un buen gobierno…Ni qué decir de Evelyn Salgado, quien se ampara en la figura nada aceptable del senador que es su padre y el poder tras el trono. La dupla es un martirio para el pueblo guerrerense…Una lectora y conocida de quien esto escribe, hace saber que Geoffrey Recorder no sólo tiene amplios antecedentes en el campo deportivo, sino que por su historial académico y proyectos apegados a la realidad, debe considerarse el más serio de los aspirantes a dirigir el Instituto del Deporte de la Ciudad de México. Generar un trabajo profesional y sólido, desde un enfoque de excelencia, pero sobre todo de confiabilidad respecto de los objetivos, metas, desarrollo de estrategias y resultados, es lo suyo afirma nuestra leyente. Esperemos que esos conceptos sirvan a quien toma de las decisiones, por el bien de la sociedad.

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