EXPEDIENTES SIN ARCHIVO/ Bufones y farsantes

A los periodistas que en su vida han construido una carrera que es ejemplo de profesionalismo por la responsabilidad asumida. En especial para Moisés Sánchez Limón, quien en estos espacios tocó el tema hace unos días.

ADOLFO RAMOS ESPINOSA

La identidad del ser humano es la suma total de sus valores. Porque cuando la conducta está basada en principios éticos, tomar decisiones se vuelve sencillo.

Es frente a la adversidad, cuando proceder con apego a la moral evita enfrentar un dilema.

Bajos esas normas de honestidad, el ser humano puede conducirse con integridad y rectitud. Para los comunicadores que transitan por los caminos de la honorabilidad, el decoro es un reto que los lleva por los senderos de la dignidad.

El periodismo es sinónimo de entrega y profesionalismo, que permiten mantener informada a la sociedad.

Es un esfuerzo conjunto que involucra trabajo de recopilación, de investigación, de análisis, de responsabilidad que se presenta de forma objetiva y veraz a quienes nos favorecen con la consulta de los trabajos que se publican.

Conscientes de que la sociedad demanda contenidos que trasciendan, se reseñan noticias, reportajes, entrevistas, columnas, investigaciones, artículos y comentarios basados en la certeza de una veracidad incuestionable.

Presentar la información de manera honesta y transparente, es un compromiso permanente. Porque la autenticidad, certidumbre y lealtad asumida, deben conservarse intactos a pesar de los embates que nazcan en la mezquindad de quienes se sientan ofendidos no obstante de llevar a cuestas culpas que son inocultables.

En México siguen vigentes métodos y sistemas que permiten ocultar actos de corrupción, abusos de poder y violencia. Además, seguimos contando con un marco legal que tanto funcionarios públicos como particulares pueden utilizar para acallar la crítica y, en algunos casos, castigarla.

La libertad de prensa se relaciona directamente con la libertad de expresión y el acceso a la información. El desempeño de la profesión periodística no puede concebirse como la simple y llana prestación de un servicio.

Los medios de comunicación son una columna vertebral en una sociedad democrática, cuando son verdaderos instrumentos de la libertad de expresión, por ello debe rechazarse cualquier método que se utilice para limitarla y restringirla.

Resulta inimaginable ejercer el periodismo sin el derecho y la libertad de expresar el propio pensamiento y el derecho y la libertad de buscar, recibir y difundir información.

El periodismo busca apegarse a la verdad. Evitar la especulación para informar hechos verificables.

Un buen periodista debe poseer integridad y una inquebrantable ética. La justicia, la objetividad y la honestidad son tres factores que deben incluirse en cada historia.

La libertad de expresión es un derecho humano fundamental, consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. No obstante, hay gobiernos y personas ocupando posiciones de poder en todo el planeta que amenazan este derecho. Una serie de libertades entran en la categoría de libertad de expresión. La libertad de los medios de comunicación está siendo atacada en muchos lugares debido a su papel clave para garantizar la transparencia y rendición de cuentas de autoridades públicas y gubernamentales.

Una tesis profesional establece:

“La de libertad de prensa, la libertad a opinar sin miedo a ser perseguido penalmente, demandado, acosado o linchado, todas esas libertades conexas se conectan con la sagrada capacidad de expresarse libremente. La labor de la libertad expresión es la abrir los espacios para discutir lo indiscutible, señalar lo ignorado, identificar las injusticias, informar a la población de lo que ocurre, crear debates para provocar choques de posturas contrarias, que permitan encontrar una verdad aumentada, su función, en definitiva, es romper los muros del silencio”.

Esta amplia reflexión converge en el recuento de las decenas, centenas o miles de periodistas que diariamente contribuyen para fortalecer una tarea de comunicación, que no obstante las calamidades, desdichas y adversidades, continúan en la búsqueda de ejercer una profesión que dignifica.

Sería ingrato, inaceptable, imperdonable, mencionar aquí a todos los profesionales del periodismo que he conocido y tratado a lo largo de los años y dejar en el olvido a alguno de ellos.

Una verdadera afrenta omitir a quienes, vivos o muertos, no llegan en estos momentos a mi recuerdo. Además de que el espacio resultaría insuficiente para enlistar a esos profesionales.

Conozco, por su nombre y trayectoria, a los bufones y farsantes que sin un ápice de dignidad son capaces de ridiculizar la dignidad de un ser humano para congraciarse y aplaudir al poderoso ante quien se arrodillan.

Forajidos que ni con los disfraces disimulan la falsedad que los cobija, porque son impostores cuyo rostro está revestido de hipocresía y cinismo.

Ni siquiera vale la pena referir su grotesca aparición. Sería una falta de respeto para quienes hacen del periodismo una profesión que los enaltece.

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