OCTAVIO CAMPOS ORTIZ
Si bien México no ha destacado en el concierto internacional por los yerros de la política exterior en los últimos seis años, la nueva administración empezó con el pie izquierdo. A los osos con los gobiernos de España, El Vaticano, Austria, Panamá, Perú, Bolivia, Ecuador y Argentina, se suma el precipitado pronunciamiento de la presidente electa en defensa de su secretario de Economía, quien también respondió a las descalificaciones del candidato republicano a su entonces opositor demócrata, pero que el excanciller asumió como propios.
Más allá de ese traspié diplomático sería bueno conocer cuál será la estrategia internacionalista del futuro gobierno con los vecinos del norte; porque si bien hubo indignación innecesaria y hasta valentonas declaraciones en el sentido de que somos soberanos, se defiende al gabinete y no le tememos a las amenazas de Trump, en ningún momento desmintieron las afirmaciones del neoyorquino de cómo obligó al gobierno de la 4T a militarizar la frontera, frenar la migración ilegal de latinos y convertirnos en tercer país seguro sin ninguna retribución para dar techo, comida y servicios de salud a miles de trashumantes centro, sudamericanos y caribeños que en caravana recorren el territorio nacional.
A las entonces exigencias y amenazas del multimillonario para doblegar al gobierno mexicano en cinco minutos gratis, se suma ahora la advertencia de intervenir directamente en el combate a los cárteles, los cuales pueden derrocar al nuevo gobierno en “dos minutos” y la orden de frenar el avance comercial chino con la exportación, desde la República Mexicana, al mercado norteamericano. La falta de una verdadera política económica de la 4T en la administración que agoniza ha impedido vernos favorecidos con el nearshoring, mediante el cual nos convertiríamos en un HUB industrial con nuevas plantas que darían miles de empleos, incluidas las compañías asiáticas. El gigante de la información y los vehículos eléctricos Elon Musk anunció por enésima vez la cancelación de su planta en Nuevo León ante la posibilidad de que Trump castigue con más aranceles las exportaciones de automóviles si llega a la Casa Blanca.
¿La administración republicana doblará a las autoridades del nuevo sexenio también en cinco minutos? Son varios los ítems pendientes en la agenda bilateral que pueden ser utilizados por los gringos para presionarnos: narcotráfico -los cárteles considerados como terroristas y el fentanilo-, la migración ilegal de trashumantes tras el sueño americano, los paneles por incumplimiento de las cláusulas del T-MEC -maíz transgénico, salarios en la industria automotriz y minería-, el desdén y chantaje a las empresas gringas de energía eólica o la “expropiación” del muelle de Vulcan Materials en La Riviera Maya, el lavado de dinero incluidas las remesas, entre otros issues que afectan los intereses americanos. Washington no está muy contento con las políticas públicas de la 4T sobre todo en materia de seguridad y la falta de cooperación con las agencias estadounidenses para combatir al crimen organizado, lo que ha llevado a pedir el ingreso del ejército gringo en nuestro país para extraditar a los barones de la droga, sabedores de que el régimen ha perdido la gobernabilidad en la tercera parte del territorio.
De prosperar la candidatura de la vicepresidente Kamala Harris y triunfar en las elecciones de noviembre próximo, tampoco el panorama es muy halagüeño. Hay que recordar que el actual inquilino de Palacio Nacional fue de los últimos en reconocer al gobierno de Joe Biden, incluso fue reticente a aceptar una visita de Estado a la Unión Americana, por lo que fue enviada la mismísima Kamala a entrevistarse con el tabasqueño para abordar el tema del fentanilo -problema no solo de salud, sino de seguridad nacional para ellos- y la migración, con pobres resultados. Vinieron subsecuentes visitas de funcionarios menores que tampoco lograron compromisos sólidos del gobierno mexicano.
Como presidente, la exfiscal buscará resarcir esa afrenta y en su agenda destacará el combate eficiente al narco, el compromiso de que México cumpla con los acuerdos del T-MEC, sin renegociar nada y que nos mantengamos como virtual tercer país seguro a cambio de unos dólares de ayuda a países centroamericanos.
Sea cual sea el escenario, la política exterior mexicana deberá ir más allá de envolverse en el lábaro patrio, olvidar el falso nacionalismo o apelar a la soberanía en un mundo más globalizado. Sin ser sumisos, hay que abrir la economía al mundo, aprovechar las oportunidades y demostrar que se ha recuperado la gobernanza. Combatir realmente a las mafias no solo beneficia a los gringos, posibilita el regreso de la paz social para los mexicanos.