PULSO/ Derechos y alrevesados

EDUARDO MERAZ

Mientras el ejecutivo sin nombre y sin palabra resaltaba el origen popular y revolucionario de las fuerzas armadas de México, en comparación con el de otras naciones, el general Celestino Ávila Astudillo, precisó que el ejército mexicano, ha evolucionado y ahora “es autosuficiente y no depende de entes externos para su funcionamiento».

Expresión que revela un nuevo estadio en el tipo de actividades a desempeñar por la milicia, una especie de “autonomía relativa”, la cual se vería reforzada con la pretensión presidencial de militarizar la seguridad pública, como se avizora con las atribuciones que se le pretenden otorgar en materia de ciberseguridad.

Ciertamente, en México hay comportamientos alrevesados e intercambio de papeles y opiniones de los actores de la vida pública, cuyo ejemplo más conspicuo lo tenemos en el habitante temporal -ni huésped ni inquilino, al no pagar hospedaje- de Palacio Nacional.

Cuando opositor, prometió regresar a los militares a los cuarteles. Hoy no sólo andan de callejeros, sino los convirtió en prominentes hombres de negocio, pasando por encima de la Constitución, siguiendo el derrotero hitleriano, aun cuando los negocios no rindan los frutos esperados.

Este día, al cumplirse 111 años de la creación del Ejército Mexicano, sus labores fundamentales de seguridad nacional, interior y pública no son como para presumir. En este último aspecto, los casi 180 mil asesinados en la actual administración están lejos de ser timbre de orgullo o de reconocimiento.

La Guardia Nacional, en su mayoría conformada por elementos de las fuerzas armadas, cuenta con cerca de 130 mil efectivos, el triple de quienes integraban a la Policía Federal; sin embargo, apenas si han logrado reducir en una quinta parte los homicidios dolosos.

La intermediación de integrantes del clero católico y de algunas iglesias evangélicas para evitar la violencia generada por la lucha de territorios y negocios del crimen organizado, pone de relieve la incapacidad militar de las labores de inteligencia y de combate a la delincuencia.

De acuerdo con estadísticas oficiales y de otras instituciones, las tareas de erradicación de cultivos y decomiso de estupefacientes se encuentran en niveles por debajo de gobiernos anteriores, eso sin contar con los reclamos de Estados Unidos por el tráfico de fentanilo y otras drogas sintéticas a su territorio.

Tampoco es de felicitar al ejército y la marina por las labores desempeñadas en puertos, aeropuertos y aduanas, donde la eficiencia para frenar el contrabando de armas, drogas y otro tipo de mercancías, señaladamente los combustibles, deja mucho que desear.

Sin embargo, para el presidente totalmente palaciego, la milicia mexicana han sido fundamentales para el desarrollo de la llamada cuarta transformación, pues han ayudado al desarrollo del país y a que la revolución de las consciencias se realice de “manera pacífica”.

Aprovechó para hacer un reconocimiento al pueblo mexicano que conforma el Ejército. «Lo que está quedando de manifiesto es que los soldados de México son el pueblo uniformado; las mujeres y hombres de las fuerzas armadas son trabajadores, son leales y son patriotas. Por eso en este día exclamo, manifiesto y sostengo que viva el Ejército nacional”, dijo.

Esta “evolución” militar avanza en paralelo a las intenciones presidenciales de desmantelar el sistema democrático del país, a través de sus iniciativas encaminadas a debilitar a los órganos electorales, a la representación en el congreso y al poder judicial.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

En su afán de restar popularidad al señalamiento de vínculos de las autoridades y el crimen organizado -de dentro y fuera de su gobierno-, el mandatario totalmente envallado de Palacio Nacional, dijo que ante sí existía un “narcoestado” con figuras como Genaro García Luna protegidas por aquellos que ahora critican su gobierno y que estuvieron en la manifestación del 18 de febrero.

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