MARTHA CANSECO GONZÁLEZ
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Es innegable el poder que actualmente tienen las redes sociales y la manera en que de forma positiva o negativa están impactando a la sociedad. Estas por sí mismas no tienen nada de malo, de cómo se usan, quiénes las usan y para qué las usan, es lo que determina la calidad de su impacto.
Las redes sociales nos han permitido conectarnos y comunicarnos con personas de todo el mundo, del propio país y del entorno más cercano, sin necesidad de movernos del sillón de nuestra sala y con tan solo un clic.
En el ámbito educativo, son espacios de intercambio de información que puede fomentar la cooperación, y además nos permite tener más conocimiento sobre los alcances de las nuevas tecnologías para procesar la información.
Sin embargo, también y en contraparte, diversos estudios han demostrado que las y los adolescentes, tan atentos a las redes, tienen tres veces más probabilidades de sufrir depresión y el efecto en su salud mental, puede ser devastador.
Como nativos tecnológicos tienen enormes ventajas respecto a nosotras y nosotros que somos de generaciones anteriores por la rapidez y comprensión de cómo utilizar mejor las herramientas, pero las y los “viejos” tenemos una enorme virtud con respecto a ellas y ellos, nuestra salud física y emocional no depende de un emoticón o de un “me gusta”.
Tengo amigas, 40 años menores que yo y me hacían notar que ahora es de mala educación dejar a alguien en “vista”, vamos que mandes un mensaje, que la o él destinatario lo lea y no lo responda de inmediato. Con las amigas de mi edad o un poco más jóvenes que no contestan, asumo que están ocupadas, que ya me responderán cuando puedan, ¡no se acaba el mundo!
¡Para las y los jóvenes sí!
Por ejemplo, a las jóvenes feministas les digo que tienen que entender que una de sus publicaciones no se invalida, ni pierde interés por la reacción de un machín, que hay hombres buscando este tipo de posts, precisamente para poner el emoticón, “me divierte”, ¡no caigan en la trampa!, lo que quieren propiciar es que dejen de hacerlas, ¡Sigan adelante, dejen oír su voz!, el problema radica en que ustedes sólo esperan puros “me gusta”, es su opinión, habrá a quienes les guste o no les guste, ¡nadie se muere!
Hago aquí un punto y aparte para hablar sobre el uso que las, los políticos y los gobiernos están dando a las redes sociales, la finalidad es crear opinión, destruir opositores o, sobre todo actualmente, incidir en el voto.
Es de todas y todos sabido, que para ubicar esos mensajes como tren topic, sean puras mentiras o mensajes francos, se están usando boots, también personas que trabajan en las llamadas “granjas” que tienen el objetivo de aniquilar a todo aquel crítico o ser que piense diferente, de ahí la podredumbre del nivel de las campañas políticas.
Eso sí, nunca imagine que vería como estas técnicas de denostación, se volverían irónicamente en contra de aquel a quién en un inicio le favorecieron y me estoy refiriendo en especial al presidente André Manuel López Obrador.
Esta columna tiene como nombre la famosa frase que en su tiempo él acuñó “Benditas redes sociales” y sí, las redes sociales sirvieron hace un poco más de cinco años, para arruinar a sus opositores y para convencernos de que AMLO era la mejor opción, ¡Lástima margaritos y margaritas!
A pesar de los enormes esfuerzos que están haciendo, sobre todo, periodistas y seguidores amlovers para hacer desaparecer el hecho que ha dejado al descubierto la DEA de los Estados Unidos, de que la primera de sus campañas presidenciales estuvo en parte, financiada por el narcotráfico, es una verdad indiscutible. Así entonces no se puede asegurar que la segunda campaña no haya sido intervenida también por el crimen organizado.
Su errónea y sangrienta política de “abrazos y no balazos” sus apapachos a la madre del Chapo Guzmán y la protección que en su momento Ovidio Guzmán recibió, nos indican que siguen siendo uña y mugre.
Y qué esa mancuerna ya no le cae nada bien al gobierno de Washington, por eso dieron a conocer todo el enjuague, a través de la pluma de Tim Golden y Anabel Hernández, que, con pelos y señales, nombres y pronombres nos sentaron de un jalón en nuestra triste realidad.
El hashtag #narcopresidente, ya no se lo quita ni el mismo Dios, seguro ahora en palacio nacional, grita a los cuatro vientos ¡malditas redes sociales!
Pero vamos más allá de lo anecdótico, ¡nadie absolutamente nadie !, nos puede asegurar con toda certeza y probidad, que el crimen organizado no está metido en la financiación y organización de la campaña de Claudia Sheimbaum y sobre todo, que en caso de ganar, ya no tengamos otra vez un narco gobierno.
¡Qué Dios no agarre confesados!