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RICARDO SANHER
De unos años a la fecha muchos mexicanos tenían la percepción que nuestro país se había convertido en una nación de paradojas y lo ocurrido en la política en estos últimos días sólo vino a confirmar la sospecha, porque cuándo se había visto que el candidato y el mayor impulso que ha detonado en el “nombramiento” de una candidatura a la Presidencia del 2024 de la oposición haya salido del mismísimo Palacio Nacional, algo que ni el más pintado novelista lo habría imaginado.
Todo empezó cuando el Presidente de la República negó la entrada a su show mañanero a la senadora panista Xóchitl Gálvez, a quien había prometido el derecho de réplica si esto lo mandataba un juez, lo que ésta consiguió y tras plantarse frente a la Puerta Mariana para exigirle al Primer Mandatario cumpliera su promesa, éste la desdeñó y lo único que consiguió fue detonar en la redes sociales el que ahora se le conoce como el “fenómeno Xóchitl”. Benditas redes sociales.
La estrategia que planeó para atacar y debilitar a la senadora panista le salió al revés, como todas las ocurrencias que suele tener y plantear de botepronto el Presidente. Con sus ataques sólo consiguió darle gran impulso a la “precandidatura” de Xóchitl Gálvez, ya que las redes sociales le aplicaron la misma medicina que él utilizó en el 2018, es decir, aprovecharse del descontento de los mexicanos para hacerse de la Presidencia. Dicen que el pez por su misma boca muere.
Anteriormente cuando se hacía la pregunta de si México está preparado para que la gobierne una mujer, sólo en el tamiz político se asomaba la doctora Claudia Sheinbaum y sin dudarlo la respuesta era “no” pero, y ahí si hay que agradecerle al tabasqueño, ahora la respuesta irremediablemente será “sí”, porque esta mujer de raíces indígenas, preparada, luchona y que además es el ejemplo claro de todo lo que “vendió” López Obrador mediante sus programas sociales pero aspiracionista, estará blindada porque el atacarla será como ir contra su discurso.
Ni juntas las llamadas “corcholatas” del Presidente han levantado el entusiasmo que ha desatado la senadora panista en tan poco tiempo y quien ni por asomo cuenta con con la gran cantidad de dinero que están usando una Sheinbaum, un Ebrard, un Adán Augusto, por mencionar a las principales. Lo anterior amén de todo el aparato propagandístico con el que cuenta la Presidencia.
El Presidente con las menciones en sus mañaneras denostando a la senadora Gálvez, le da más propaganda que todas las bardas que manda pintar Morena y que dice que lo hace el “pueblo bueno y sabio”, el que quisieras tener ese dinero que se invierte en estas pintas para solucionar problemas más urgente que invertir en política.
¿Será que estemos ante una muerte anunciada del movimiento que llevó al poder al tabasqueño y todas las repercusiones que ésta tendrá por los “moches en cash” y por el tráfico de influencias desde la cúpula del poder que es el modo de intercambio que instrumentó este gobierno? México necesita un cambio real y no sólo de marioneta que es como se ven las llamadas “corcholatas” del Presidente.
Habrá que dar tiempo para que se vea si el factor Xóchitl da para más que un fenómeno en redes sociales, si logra cristalizar un programa real de políticas públicas que tengan sustento y no sólo devuelvan a México el lugar que tenía en todos los ámbitos, sino que lo lleve más allá y lograr con ello el crecimiento que se necesita en materia de seguridad, salud, empleo, finanzas y sobre todo en democracia,
Por cierto, una pregunta, ¿el calificativo de “corcholata” es porque andan siempre en el suelo en cuestiones de popularidad?