ABRIL ALETIA RODRÍGUEZ MOLINA. Hubo una época donde el PRI, el partido que gobernó México durante casi 80 años, acudía con el mismo garbo a la Internacional socialista que al Foro de Davos. A la Cumbre de los no alineados que al G-20 y que se sentaba en la misma mesa con Fidel Castro o Ronald Reagan sin ningún inconveniente. Un tiempo, donde ganaba elecciones sin despeinarse, dominaba el Congreso, la Justicia, los Estados y la política internacional en América Latina. Un tiempo en el siglo XX donde una quinta parte de los mexicanos, era afiliado o militante del Partido…
Ese tiempo se acabó, al PRI no lo mató Morena, se mató solo. La caída libre del PRI no tener fin. Se confirmó su degradación ética y política que nunca se caracterizó por su probidad, es cierto, pero sí al menos por su oficio. Se había asumido que el PRI había tocado fondo tras los descarados escándalos en el sexenio pasado de gobernadores como Roberto Borge, Javier Duarte y César Duarte, de Quintana Roo, Veracruz y Chihuahua, respectivamente; pero el fin llegó el pasado 4 de junio con la pérdida del Estado de México.
El partido del presidente Andrés Manuel López Obrador continúa extendiendo sus tentáculos por el territorio mexicano tras las elecciones estatales del domingo. Según desvelan los resultados preliminares, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) habría ganado la elección en el Estado de México, mientras que los partidos opositores se habrían llevado la gubernatura en Coahuila. De confirmarse este escenario, Morena lograría una importante victoria simbólica, ya que arrebata al PRI el estado más poblado del país, donde habían gobernado de manera ininterrumpida desde hace un siglo. Por su parte la oposición, unificada bajo la fórmula ‘Va por México’, ha logrado un rotundo triunfo en el estado norteño que les permite soñar con dar batalla en la lucha por la sucesión de López Obrador.
Más de 15 millones de personas estaban llamadas a participar de estos comicios, los últimos antes de las presidenciales del 2024, que se han desarrollado sin graves incidentes, aunque con bajos índices de participación: 46,5% para el Estado de México y 54,2% en Coahuila. Los datos de conteo rápido ofrecidos por el Instituto Nacional Electoral (INE) para el Estado de México, que contemplan una muestra de 700 casillas electorales de las más de 20.000 que se instalaron en todo el territorio, auguran que la candidata oficialista, Delfina Gómez, obtendría entre el 52% y el 54% de los votos, mientras que su rival, Alejandra del Moral, acumularía entre el 43% y el 45%.
Las elecciones en el Estado de México siempre se han considerado como el mejor termómetro para medir el pulso político de la sociedad mexicana, ya que se trata del territorio más poblado y socialmente diverso del país, integrado principalmente por poblaciones industriales y periféricas que rodean a la Ciudad de México. Delfina Gómez, una maestra de 60 años, hija de un albañil y una costurera, se va a convertir en la primera mujer en gobernar la entidad. A pesar de que el margen de victoria ha sido más estrecho de lo que auguraban las encuestas, Alejandra del Moral no ha logrado contrarrestar la tendencia hegemónica de Morena.
Puede que la oposición no esté muerta, pero este resultado es un golpe muy duro para sus posibilidades reales de ser competitivos en el 2024, se ha consolidado territorialmente, pero no tiene el poder absoluto. Uno de los aspectos que marcarán las presidenciales, será la participación: de ser elevada, como ha ocurrido en Coahuila, puede contribuir a que las ventajas se abran entre la mayoría que pareciera tener Morena.
@AletiaMolina