NATALIA VIDALES DE BITTERLIN* (SemMéxico, Sonora). El ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Javier Laynez Potisek, que determinó la suspensión del llamado Plan B del presidente López Obrador, promovida por el INE, dada su obvia inconstitucionalidad al poner en riesgo el derecho de la ciudadanía a un proceso electoral fidedigno, no es ningún jurisconsulto improvisado, como tantas y tantos otros funcionarios públicos nombrados solo en función de su incondicionalidad política.
Laynes Potisek, es, por el contrario, un jurista de prestigio, con sobradas credenciales académicas, autor de varias publicaciones en materia de Derecho Constitucional, profesor a nivel maestría en El Colegio de México, ponente de varios cursos y conferencias en foros internacionales. Cuenta, además, con posgrado, maestría, y doctorado (en Derecho por la Universidad de París XI Sceaux,), entre otros muchos destacados cargos y estudios.
Es, por cierto -desde el 2015- ministro de nuestra, la de todas y todos los mexicanos, Suprema Corte de Justicia.
Es una persona ampliamente respetada en el ámbito profesional y académico en que se desenvuelve desde hace muchos años. Pero eso no le importa al Presidente. Igual lo ataca, igual busca desprestigiarlo; igual lo ofende, lo injuria, le pone apodos tratando de rebajarlo. Todo por haber actuado conforme a la Constitución que le obligó a dictar, de inmediato, la suspensión de un acto de autoridad violatorio, en este caso, nada menos que de la seguridad y confianza en materia electoral de mexicanas y mexicanos.
Con el repudio de siempre a quienes a base de estudio y esfuerzos han logrado sobresalir y ocupar delicados e importantes cargos públicos -y así como lo hizo con la ministra Norma Lucía Piña-, hoy se lanza contra el ministro Laynez y lo tacha también de traidor a la patria, culpando de nuevo a “ las y los conservadores que no quieren que haya democracia porque ellos son partidarios de la oligarquía…quieren el gobierno de los ricos”, como irresponsablemente lo expresó luego de haber fracasado su Plan B en contra de la democracia.
Ya lo incluyó en su lista de indeseables y envió el mensaje a sus incondicionales -y al pueblo simpatizante de Morena- azuzándolos para que hagan lo propio, fomentando de nuevo el odio y la división en el país una vez más y sin importarle el peligro que ello conlleva como lo vimos en la pasada manifestación que organizó en el Zócalo donde sus simpatizantes vejaron a la ministra Norma Lucía Piña, en medio de un júbilo dantesco.
La población no deja de asombrarse ante esta serie de acciones de quienes con gran ceguera imitan las barbaridades que realiza o dice nada más y nada menos que el Presidente de México quien cada día se atreve a más locuras en un franco deterioro de la vida nacional.
Nos duele y preocupa hasta dónde ha llegado quien alguna vez prometió una vida mejor para millones de mexicanos y mexicanas que no han logrado salir de la pobreza y la marginación. En lugar de trabajar en pro de ellos y de ellas ha desperdiciado estos años de gobierno en pelear contra molinos de viento.
¿Qué nos queda hacer a las y los ciudadanos de bien? ¿Qué nos queda hacer a quienes buscamos -y luchamos- por una sociedad pujante, de paz, de tolerancia, de respeto, de educación?
A la sociedad civil no nos queda de otra más que continuar manifestándonos en cuanta marcha se organice de protesta las acciones y discursos tan lamentables del Presidente. Eso y participar en las redes sociales expresando nuestro rechazo para el encono y las ofensas, sobre todo las que vienen de parte de quien debería velar por la paz social, la conciliación y la unión. Y, desde luego y sobre todo en las próximas elecciones, para ver, de una vez, qué es lo que sí y lo que no queremos la ciudadanía.
Sin duda, no tenemos un Presidente sensato ni prudente sino uno que carece de las virtudes más elementales. Por ello, no debemos permanecer ni apáticos ni aislados cuando estamos viendo que el país está en grave riesgo.
La unión -de la ciudadanía, no de políticos sin vergüenza- es la que hace la fuerza.
*Periodista sonorense con más de 40 años de ejercicio profesional. Activista social, fundadora y directora de la revista Mujer y Poder. Comentarios por WhatsApp 6621 441440